lunes, 1 de febrero de 2010

El vendedor de la Patria

“El presidente Felipe Calderón detalló a empresas petroleras transnacionales las características de los nuevos contratos en el subsector hidrocarburos, con la promesa de que permitirán la inversión de los ‘principales jugadores de la industria”, dice la reseña de la reunión a puerta cerrada que tuvo en Davos, Suiza, con los directivos de British Petroleum y Royal Dutch Shell, entre otras de las más poderosas compañías petroleras que controlan el mercado mundial. (La Jornada de hoy, sábado 30 de enero)

Calderón demuestra de este modo una vez más, por si quedaran dudas, que es un seguidor fiel del dogma neoliberal, según el cual todas las riquezas de un país como México, deben venderse al principal postor, y si es extranjero, mejor. ¡Santa Anna renacido!

¿Regresarán las petroleras a explotar nuestro hidrocarburo? Jamás se dieron por derrotadas en esa aspiración, desde que la clase obrera y el pueblo de México en lucha heroica las expulsaron del país, en 1938, luego de las huelgas petroleras y el Decreto Patriótico de Lázaro Cárdenas. El negocio es fabuloso; las empresas amasan millones y al país tercermundista cuyo energético estafan, sólo le dejan miseria; por lo demás, nada las detiene en el camino de sus ambiciones, ni las conspiraciones criminales, los cohechos, asesinatos o golpes de Estado, su negro historial ha dejado un reguero de sangre desde el Medio Oriente hasta América Latina. Aquí, los mexicanos los conocimos muy bien: por eso los echamos.

Pero llegaron los neoliberales, que tanto daño han hecho al pueblo de México, y todo el panorama empeoró: De la Madrid, que abrió el camino; Salinas, perverso torvo, manipulador; Zedillo, fanático del Consenso de Washington, gran amigo personal de Calderón; Fox, ignorante, analfabeta virtual, pero ardiente entreguista, y el quinto de la misma dinastía, otro lacayo fiel del gran capital, Felipe Calderón. Todos ellos empeñados en cumplir la ambición de las transnacionales del petróleo, de revertir la Nacionalización y obtener para ellos otra vez el fabuloso negocio del Oro Negro. Son una y la misma pandilla que opera bajo las siglas del PAN lo mismo que las del PRI, según está más que acreditado durante cinco gobiernos neoliberales, desde 1982 a la fecha. Y dentro del PRD, profundamente penetrado por el neoliberalismo, si no, ¿de dónde parte la peregrina idea de hacer alianzas con los neoliberales duros del PAN, con el pretexto de ganarle elecciones a los también neoliberales del PRI? Y el pueblo, ¿qué rayos ganaría con esa clase de maniobras palaciegas? ¿Acaso ganó algo con Echevarría, en Nayarit, cacique tortuoso y criminal, surgido de la alianza PAN-PRD? ¿O con Torreblanca, en Guerrero, perseguidor del pueblo, surgido de otra alianza igual? ¿O con Sabines, en Chiapas, para no seguir con una larga lista de pillos semejantes?

Es en este contexto en el que se mueve Calderón, el moderno Santa Anna, el vendedor de la Patria. Cuenta con el apoyo del gran capital extranjero y local, con una alianza de fondo con Salinas y con Zedillo, a la vez, quien nunca le escatima elogios y reconocimientos públicos, tampoco esta vez, allá en Davos. Y cuenta con la complicidad de los falsos izquierdistas, perredistas y convergentes ambiciosos e inescrupulosos, buscadores de chamba y prerrogativas. Es con esos apoyos y alianzas que Calderón anda por allá queriendo rematar a México, su riqueza y su porvenir, el destino de nuestros hijos, al mejor postor. ¡Canalla! Esto no debemos tolerarlo más. Por eso están a la orden del día estas consignas: ¡Fuera Calderón! ¡Fuera los vendepatria! ¡Fuera los neoliberales! ¡Fuera los oportunistas y los simuladores, así se digan de “izquierda”!

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