Erandi Villavicencio
La izquierda dura muestra su rostro.
Cuando caminábamos de regreso, tras haber concluido el mítin a las 08:30 de la noche, la calle Francisco I. Madero que seguía abriendo paso a los contingentes tan fuertes y combativos como los primeros, uno de los camiones con altavoz anunciaba la asistencia de millones no de miles de personas a la marcha. A las 7 de la noche se anunciaba que la marcha todavía llegaba hasta la glorieta de Colón. Se llenó cuatro veces el zócalo, la gente salía para dejar entrar a los que continuaban llenando las calles de 5 de Mayo, Reforma, Juárez y Madero.
Los automovilistas que vieron colapsadas las vías y todos los que no asistieron a esta marcha deben tratar de ver lo que vimos muchos en esta megamarcha.
En todo caso, no fueron “cientos de miles” o los 300 mil que anunciaron los dirigentes de la mega marcha, tampoco fue una marcha de ciudadanos desanimados o de izquierdas irreconciliables, fuimos todos bajo la misma consigna, dejando salir toda la fuerza, todo el poder de un pueblo indignado. Fue una marcha sin precedentes. El himno se canto a flor de piel y con el puño alzado.
Con el corazón desbordado se construyó el objetivo: contra el régimen neoliberal, la renuncia de Calderón y la recuperación de Luz y Fuerza del Centro para todos los trabajadores. Los gritos reverberaban con toda la fuerza de miles de hombres trabajadores, mujeres consientes y apoyo incondicional: ¡SI NO HAY SOLUCIÓN, HABRÁ REVOLUCIÓN!, seguida de la gran consigna ¡El pueblo unido jamás será vencido!
La estrategia y plan de lucha, efectivamente, no fue el punto central de los oradores en el mítin, sino la denuncia de las flagrantes violaciones al contrato colectivo, de las mentiras al pueblo mexicano y la fundación del movimiento nacional en defensa del pueblo. Aún hay falta de diálogo para coordinarnos en una estrategia de lucha social, sin embargo, de lo referente a la defensa por todos los trabajadores, la propuesta del referéndum para destituir a Calderón es la más viable por el momento.
Entre todas las pancartas algunas anunciaban: “Moriré con dignidad por mi familia, por mi patria, por el SME”, indicando que no dará esta lucha “Ni un paso atrás”. Tal como lo dicen algunas prensas del día de hoy “La izquierda dura muestra su músculo”. La izquierda dura no sólo porque puede extenderse en cuanto a organización urbana y nacional, sino por el impacto en partidos políticos, movilización popular y barrial y capacidad de consolidar fuerza política tras la fortaleza social, y que en la autocrítica de la desorganizació
Calderón no esperaba esta respuesta. La megamarcha trascendió las expectartivas de seguridad pública. Durante todo el día las instalaciones tomadas por la fuerza pública se fortalecieron con elementos de la seguridad, aunque durante la marcha no vimos el despliegue que hemos visto en otras marchas como las del dos de octubre. Escuchamos para todos los granadros y policias: “El pueblo uniformado, también es explotado”.
Los partidos políticos que partieron acompañando al Sindicato Mexicano de Electricistas, se vieron opacados por los marchistas trabajadores de la luz de todas partes del país, el Frente Sindical Mexicano, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, Alianza de Tranviarios, Sindicato de Telefonistas, Sindicato de Trabajadores de la UNAM, SUTIN, Frente Popular Francisco Villa y los frentes revolucionarios del Diálogo Nacional, UPREZ, UNT y miles de miembros de organizaciones revolucionarias, Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, APPO, FNCR, Chapingo, Normales, Estudiantes de la UNAM, POLI, UAM, Bachilleres, corrientes trotskistas, marxistas, anarquistas y feministas, adherentes de la Otra Campaña. Sindicato de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes de la ENAH, desempleados y ciudadanos en general, amas de casa, grupos artísticos e intelectuales, integrantes de espacios y organizaciones político culturales. Las barrenderas de la ciudad gritaban consignas de apoyo. Y no olvidaremos por supuesto, el CONTINGENTE DE LOS NIÑOS DE LA CALLE que apenas unos 15 caminaban silenciosos y anémicos detrás del contingente de los Ingenieros del SME. Juntos fuimos la esperanza de un pueblo.
La izquierda dura coreaba: “NI PRI, NI PAN, NI PRD LOS OBREROS AL PODER” pero sin perder el respeto. No esperábamos ver a tanta diversidad política pero no por ello ningún ciudadano de la bandera que fuera, sentíadesprecio o falta de dignidad. Todos los asistentes mostraban un rostro de hartazgo. Las pancartas mostraban cifras de las negociaciones, los malos manejos y transferencias de recursos entre los administradores neoliberales contra Luz y Fuerza.
“Calderón quiere que seamos buenos estudiantes pero le quita el trabajo a mi papá. ¿Ahora como voy a comer y a estudiar?”, “Calderón no apagues la luz.”
Los helicópteros no intimidaban a las familias. Familias que por su pinta y condición definitivamente no percibían un salario de los que la televisión los acusa, marchaban con toda dignidad de saber estar haciendo lo correcto.
Esta es la izquierda dura, sean 150 mil o sean 3 millones, es la fuerza de la voluntad popular que trasciende las cifras. La izquierda que exige el destrono de Calderón, exige a los parlamentarios que bajen sus sueldos para subsanar los déficits que hicieron que 44 mil trabajadores fueran despedidos, que gobiernes para todos y no para unos cuantos; exige un alto a la miseria, se exige un alto a los dueños de las Telecomunicaciones en sus monopolios e intereses por la fibra. La “izquierda dura” no bajará el brazo que está armado de poder popular, de información, de autocrítica, de crítica al neoliberalismo. Calderón no tarda en caer. El pueblo organizado siempre vencerá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario