viernes, 16 de octubre de 2009

La “extinción” de LFC huele mal... muy mal

VIRGINIA GONZÁLEZ MELGAREJO

La mañana del domingo en México nos despertamos con la noticia de que mediante el uso de la fuerza pública primero, y después la publicación de un decreto presidencial, la compañía Luz y Fuerza del Centro (LFC), propiedad del Estado mexicano, sería “extinguida”. El argumento fue la falta de eficiencia, la corrupción, los “privilegios” de los trabajadores sindicalizados (ahora tener un salario decoroso es un delito) y el subsidio por 40 mil millones de pesos anuales que “el gobierno federal no puede otorgar”, aunque sí pueda gastar 60 mil millones de pesos al año en honorarios de la ineficiente y abultada burocracia dorada.

Dichos argumentos bien podían ser utilizados para desaparecer lo que se quiera, incluidos los sindicatos verdaderamente corruptos como el de Pemex, de Carlos Romero Deschamps, o el SNTE, propiedad de la maestra Elba Esther Gordillo; pero claro, ellos son amiguísimos de quien hoy habita Los Pinos y cómplices de sus fechorías e incapaces de la menor critica al poder que los beneficia.

Este asunto, por supuesto, huele mal. Recordemos que después de un sistemático linchamiento en los medios al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), sindicato democrático, combativo y defensor de la propiedad estatal en el sector energético, la Secretaría del Trabajo le niega con tramposos pretextos la toma de nota a Martín Esparza; huele mal este asunto, porque LFC es una empresa del Estado, luego el Estado era el encargado y responsable de su operación y finanzas, no el sindicato y entonces ¿quién es responsable de su ineficiencia?; huele mal, porque haberla dejado deteriorar sin hacer inversión alguna en sus plantas parece ser un plan deliberado para llegar hasta el punto actual, esto ya se ha visto en el pasado, recordemos Ferrocarriles Nacionales, los Ingenios azucareros, Telmex, por citar algunos ejemplos; huele mal este asunto, porque cuando dicen que no se va a privatizar una empresa es lo primero que intentan; huele mal, porque no olvidemos que LFC es propietaria de mil 200 kilómetros de fibra óptica útil para la conducción de datos, audio, voz y video, que se dice ya ha sido concesionada a particulares que podrán hacer, así, un jugosísimo negocio con recursos públicos, y, finalmente, huele mal, muy mal porque con el uso de la fuerza se pretende acallar y violentar la autonomía sindical.

El SME, por su parte, exige la revocación del decreto de “extinción” y prepara ya una controversia constitucional y propone la presentación de amparos individuales de los trabajadores, además de anunciar movilizaciones a nivel nacional apoyados por otros sindicatos. Los próximos serán, sin duda, días difíciles para los electricistas, como ya lo son para el pueblo de México.

La forma como fue requisada la compañía de LFC por el gobierno federal, no fue la más apropiada, olvidaron el valor de la política y la negociación, pero para los gobiernos de facto el uso de la fuerza habla por ellos.

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