martes, 28 de agosto de 2012

La antigua fábrica que sueña con ser museo



La antigua fábrica que sueña con ser museo


Creada en 1831, fue la primera fábrica en el valle de México y fue también corazón de un barrio obrero. Hoy inspira un movimiento vecinal y académico para convertir sus restos en un espacio para la cultura, al sur del Distrito Federal
Al sur de la ciudad, por los rumbos del Parque Nacional Fuentes Brotantes de Tlalpan, sobrevive el cascaron de la que fuera la primera fábrica de textiles en el Valle de México, creada en 1831.
El vestigio de la ex fábrica de hilados y tejidos La Fama Montañesa, está catalogado desde 1986 como patrimonio histórico por el INAH, pero hoy funciona como bodega de la Comercial Mexicana, ubicada a un costado del inmueble.
Con la idea de recuperar este espacio público y la memoria colectiva del barrio La Fama, creado por los primeros obreros de esta factoría, un grupo de gestores culturales, con el apoyo de la población local y académicos, persiguen la creación de un museo comunitario.
La idea de ese espacio, explica Silvestre Cárdenas, gestor cultural e integrante del grupo Arte Consciente en La Fama, es dar a conocer a través de fotografías de los archivos de los trabajadores la historia de esta fábrica y de sus obreros, además de mostrar algunas piezas antiguas que las familias conservaron después de que se cerrará en 1998.
“Cuando la fábrica cerró, algunos conservaron instrumentos, herramientas, pendones, banderas, partes donde ponían los hilos.
La idea es exponer todas esas cosas que ellos usaban, así como imágenes de ellos en la fábrica”, comenta Cárdenas, y asegura que en todo esto, las colecciones fotográficas de los familiares tendrán una importancia vital, pues son ellos quienes celosamente resguardan estos documentos iconográficos.
El reto mayor de esta iniciativa es recuperar ese espacio en manos de particulares, quienes han amenazado con convertir el inmueble en una plaza comercial, similar a lo que sucedió con las Fábricas de Papel Loreto y Peña Pobre, ahora convertidas en Plaza Loreto y Plaza Inbursa o Cuicuilco. Incluso se ha mencionado la posibilidad de hacer en este espacio un conjunto habitacional, advierte Cárdenas.
“Nos importa mucho esta fábrica porque ahí laboraron nuestros antepasados. Creemos que es mejor que en esas instalaciones haya un museo, un centro cultural y no una zona habitacional, porque además de que se perdería la historia de este lugar se cambiaría la dinámica del barrio, pues cuando se convierte en zona residencial un barrio se transforma en algo muy complicado”, dice.
Con este proyecto, agrega, se busca la recuperación de un espacio histórico, darle un uso digno y poner en alto la historia de la fábrica:
“Se trata de rescatar los espacios públicos para darles un uso digno, no es justo que un espacio catalogado como monumento histórico funcione como una bodega de desperdicio”, dice Cárdenas frente a la puerta principal de la ex fábrica donde cuelga una manta que dice: “Esta fábrica tiene espacios protegidos por el INAH, no se vende”.
En busca de la memoria perdida
Pero mientras la iniciativa de recuperar ese espacio histórico se concreta, Cárdenas y su grupo, realizan actividades culturales para dar a conocer la historia de ese barrio, cuya identidad gira en torno al inmueble de 20 mil metros cuadrados, ubicado en la calle La Fama número 1, conformado por tres naves donde se encontraban las oficinas y casas de los administradores, así como una capilla.
Entre otras actividades destacan el proyecto de “museo comunitario itinerante”, que consiste en organizar exposiciones en diferentes espacios culturales, como la que ahora se exhibe en el Museo de Tlalpan sobre pintura y arte de l@s niñ@s del barrio de La Fama.
Otro de los proyectos que realizan es el documental “Hice hilos y telas con las máquinas de la Fama”, financiado por el Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias PACMyC del Conaculta.
El material audiovisual se presentará en diciembre y contiene testimonios de los abuelos del barrio La Fama, quienes fueron obreros de la fábrica: “Incluye entrevistas con los abuelos, quienes nos hablan de sus máquinas, de lo que hacían en la fábrica, en su vida cotidiana, de las fiestas”, dice Cárdenas.
Alrededor del inmueble de la ex fábrica, ubicado a unas cuantas cuadras de la avenida Insurgentes, se pueden ver los vestigios de un antiguo molino de agua, la casa de lo que se supone fue la primera escuela de los hijos de los obreros de la fábrica, así como la Parroquia la Santísima Concepción, construida por los mismos obreros. Se trata de espacios que reflejan la importancia que para los habitantes de ese barrio posee esta planta textilera, cuyos propietarios después de una huelga, a principios de la década de los 40 del siglo XX, otorgaron terrenos para la vivienda de los trabajadores en el entorno de sus instalaciones.
De acuerdo con Antonio Espinosa Hernández, promotor del patrimonio cultural, el nombre de la fábrica se debe primero a la fama que traía desde España y el “Montañesa” por el elevado lugar donde estaba edificada, entonces conocido como la loma del Calvario de la población de San Agustín de las Cuevas, hoy Tlalpan.
Jaime Orozco Barbosa, historiador y cronista de Tlalpan, comenta que la importancia de La Fama Montañesa radica en el sentimiento de pertenencia que el inmueble ha otorgado a los habitantes del barrio, además de que de las tres fábricas que existieron en Tlalpan, la de hilados de San Fernando, la de papel de Peña Pobre y la de la Fama Montañesa, ésta última fue la que se mantuvo en operación todo el siglo XIX y hasta el XX.
La Fama Montañesa es también un referente para el movimiento obrero en la ciudad, dice el cronista: “Es importante para Tlalpan y para el movimiento obrero en general porque como esas otras fábricas, La Fama Montañesa fue de las primeras donde los obreros hicieron un movimiento de huelga en 1875, pidiendo una reducción en la jornada de trabajo y mejores condiciones”.
Orozco celebra las iniciativas vecinales para el rescate de este edificio y para convertirlo en un centro cultural, pues en su opinión “los edificios históricos no se pueden mantener como elefantes blancos, sino que se les debe dar una utilidad”.

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