viernes, 6 de noviembre de 2009

Un ejemplo de dignidad revolucionaria ¡Jacobo y Gloria, libres!

El 28 y 29 de octubre del 2009, después de 10 años de estar privados de su libertad, los compañeros Jacobo Silva Nogales y Gloria Arenas Agis, ex-dirigentes y fundadores del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), lograron finalmente arrancarle su libertad al Estado mexicano. Después de 10 años de lucha, el movimiento popular y revolucionario en México puede hoy celebrar un triunfo más, y un paso adelante en la lucha por la libertad de nuestros presos y presas políticas, y por supuesto, en la incansable lucha por la transformación social y la construcción de un nuevo país.

No obstante, detrás de esta gran celebración para el movimiento, hay toda una historia colectiva de dolores, sufrimientos, injusticias y vejaciones, pero también de voluntades inquebrantables, solidaridades diversas, esfuerzos conjuntos, sacrificios heroicos y por supuesto, de un gran movimiento que no claudica.

El inevitable juicio de la historia

El 19 de octubre de 1999, Jacobo Silva (el Comandante Antonio) fue detenido arbitrariamente en la Ciudad de México, mientras ingresaba en un café de chinos. En ese momento fue derribado por agentes vestidos de civil, quienes le aplicaron toques eléctricos para después subirlo a un vehículo en el que fue retirado del lugar entre golpes e insultos. Enseguida fue desaparecido y torturado brutalmente durante cinco días. Gloria Arenas (la Coronela Aurora), por su parte, fue detenida tres días después en la ciudad de San Luis Potosí, en un operativo dirigido por el actual Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, quien entonces estaba a las órdenes de Wilfrido Robledo Madrid, entonces Comisionado General de la Policía Federal Preventiva (PFP). García Luna, –que por cierto ha sido acusado ya varias veces por diversos medios de corrupción y vínculos con el narcotráfico– fue quien personalmente dirigió los interrogatorios y el operativo en contra de Jacobo y Gloria, junto con Mariano Herrán Salvati, entonces en la nómina de la Procuraduría General de la República (PGR), y quien después fungió como Procurador de Justicia del Estado de Chiapas, –y que por cierto hoy enfrenta un proceso penal por sus conocidos vínculos con grupos del crimen organizado.

Acostumbrado a los montajes y teatros jurídicos, García Luna armó todo un entramado jurídico-mediático, cuya característica visible era la falta de veracidad, lógica y coherencia, en la que afirmaba haber detenido a Jacobo y Gloria, junto con otra pareja, en una casa de seguridad en Chilpancingo, en donde había armamento y propaganda del ERPI. Enseguida se les siguieron dos procesos penales, acusándolos de los delitos de Asociación Delictuosa, en uno, y de Rebelión, Homicidio Calificado, Tentativa de Homicidio Calificado y Daño en Propiedad Ajena, en otro.

Jacobo y Gloria, no dudaron nunca en reconocer su militancia en el ERPI, por lo que el único “delito” que aceptaron haber cometido fue el de Rebelión. Desde el primer momento de su captura, y en un gran ejemplo de dignidad revolucionaria, Jacobo y Gloria declararon que ellos no eran delincuentes, porque no podía ser lo mismo ser guerrillero y rebelde, que ser delincuente. En su declaración preparatoria, Jacobo afirmaba:

…que no he cometido acciones de terrorismo, ni secuestros, ni asesinatos, ni robos; que no soy terrorista, ni secuestrador, ni asesino, ni ladrón.

…que considero que estoy aquí porque he formado parte de un ejército popular desde cuyas filas he llamado al pueblo a defenderse y le he ayudado a organizarse para que se defienda de los secuestros, asesinatos, torturas y violaciones que contra él cometen el ejército federal, diversas policías y grupos paramilitares, agresiones que se cometen con total impunidad como lo muestran los casos de Aguas Blancas, El Charco, Acteal y El Bosque, que hacen evidente que el pueblo no puede esperar justicia de las instituciones encargadas de impartirla; que he luchado por hacer realidad el ejercicio de la soberanía popular ya que hoy gobierna al país una minoría que no toma en cuenta las opiniones de la población y que se guía únicamente por las opiniones de los dueños del dinero cuyos intereses representa y aplica una política que mantiene en la pobreza a la mayoría de la población y que condena a la miseria a un número creciente de mexicanos; que he pugnado por la existencia de un estado de derecho porque la constitución se viola cotidianamente por el gobierno, y la aplicación de la ley está sometida al capricho de los poderosos, y en vez del federalismo existe un vergonzoso centralismo, y el poder judicial funciona como una dependencia más del poder ejecutivo, el cual se burla continuamente del poder legislativo; que he luchado por hacer realidad aquello que Francisco Zarco denominó "gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo", porque hoy existe un gobierno de la oligarquía, por la oligarquía y para la oligarquía y eso no lo merecemos los mexicanos.

…que pese a ello no estoy arrepentido de haber levantado a un grupo de mexicanos a luchar por la democracia, la justicia y la libertad sino que estoy muy orgulloso de ello y no me pesa la pena que me puedan imponer porque por más grande que sea la pena que se deriva del deber cumplido nunca será mayor que la satisfacción de haber hecho lo justo, porque es más libre quien está tras las rejas, pero ha peleado por la libertad y confía en el futuro, que quien se encuentra afuera pero está sujeto a la consigna del poderoso y teme los cambios que se avecinan, porque la libertad del pueblo bien vale unos años de cárcel, porque quien ha sido libre y ha liberado a otros de las cadenas del sometimiento ha sembrado en ellos la conciencia de su dignidad y le ha dado esperanzas, vive y es libre en la vida, en la libertad, en la dignidad y en la esperanza de ellos.

…que pueden condenarme pero a mí el pueblo ya me absolvió en el juicio que hacen de aquellos que en el pasado hicieron lo que yo en el presente y me absuelven cada día en la lucha que realiza cotidianamente contra este régimen criminal.

Efectivamente, el pueblo no sólo absolvió a Jacobo y a Gloria, sino que cada vez con más intensidad comenzó a tomar en sus manos la defensa, ya no sólo en el discurso, sino una verdadera defensa histórica y política de los compañeros. El caso de la detención de los dirigentes del ERPI, abrió un juicio moral al Estado y a todo lo que éste representa. Aquellos que detuvieron y condenaron a Jacobo y a Gloria, fueron señalados por organizaciones como Amnistía Internacional y el Grupo de Trabajo Sobre Detención Arbitraria de la ONU, como violadores de la ley, pues no sólo los procesaron con base en mentiras e ilegalidades, sino que cometieron actos de lesa humanidad, como la tortura, y los quisieron someter en cárceles de máxima seguridad, cuyo régimen interno es contradictorio a todo aquello que significa ser humano, pues busca degradar, humillar y reducir a objetos a quienes ahí se encuentran. Posteriormente, aquellos que se atrevieron a levantar el dedo acusador en contra de Jacobo y Gloria, llamándolos delincuentes, fueron descubriéndose como narcotraficantes o asesinos, como es el caso de Herrán Salvati y García Luna. Otros, como Wilfrido Robledo, evidenciaron su brutalidad y salvajismo en casos como Atenco o Oaxaca. ¡Vaya representantes de la ley!

Por el otro lado, se comenzó a conocer que aquella pareja a quien se acusaba de delincuentes, eran en realidad símbolos de justicia y de humanismo. Jacobo y Gloria representaban toda una concepción diferente de la lucha, amante de la humanidad, de la justicia y de la libertad, así como a todo un sector del pueblo organizado que camina hoy por ese mismo sendero. En décadas de lucha, Jacobo y Gloria se convencieron de que todo cambio y toda transformación social es superflua si no emana desde lo más profundo de las relaciones de poder y sociales, si no abarca todos esos ámbitos en donde se reproduce la desigualdad y la opresión, como lo son las relaciones de género, las relaciones patriarcales y de clase, la discriminación y el racismo, etc. ¿Cómo se podría hacer la revolución siendo antidemocrático? ¿Cómo se podría luchar contra el racismo y la xenofobia, siendo racista y xenofóbico? Se dieron cuenta de que una nueva sociedad tiene que empezar a ser construida desde ahora y en todos los ámbitos, desde el familiar y el personal, hasta el social y político, desde la familia y la comunidad, hasta el Estado y las macro estructuras de poder. Decía Jacobo que "el poder popular necesariamente debe impulsar cambios profundos, que abarquen también el nivel microsocial: que quiere acabar con la represión en la familia, en la escuela, en el trabajo, en las culturas. Por eso es que el poder popular se debe construir, sin excusa ni pretexto, en el aquí, en el ahora, desde abajo y hasta sus últimas consecuencias".

La resistencia

Poco a poco s e fueron invirtiendo los papeles, y el dedo acusador se volteó en contra de las instituciones que mantenían secuestrados a Jacobo y a Gloria. Cada vez más el movimiento social y popular demandaba la libertad de Jacobo y Gloria, quienes en el 2005, suscribieron la Sexta Declaración de la Selva Lacandona del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y se unieron activamente a la Otra Campaña. El movimiento comenzó a caminar hombro con hombro con los compañeros, quienes lograron convertir las mazmorras del régimen en una trinchera más de lucha.

En el 2006, durante la represión gubernamental del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FDPT) en Atenco y de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), la voz de Jacobo y Gloria no se dejó de oír, lo mismo exigiendo justicia y libertad para los presos de Atenco y Oaxaca, que compartiendo sus análisis y opiniones, así como sus aprendizajes del movimiento. Gloria observó con fascinación el papel jugado por los medios masivos de comunicación, así como las radios alternativas en Oaxaca, y comenzó a teorizar sobre este fenómeno, con el objetivo de aportar elementos de análisis al movimiento. En sus reflexiones sobre la represión en ese año, decía que:

Cuando el Estado ejerce la fuerza, echa a andar también toda la maquinaria para justificarla, la televisión y la radio emiten una avalancha de comentarios aplaudiendo el uso de la represión, exigiéndola incluso, calumniando a quienes se han salido del redil de la sumisión, presentándolos como infractores de la ley. El caso de Atenco demuestra claramente esto. Televisa y TV Azteca exigieron la entrada de la policía y cuando la PFP y la ASE tomaron el pueblo, estos medios justificaron las detenciones arbitrarias, la tortura, las violaciones sexuales y los asesinatos.

El silencio también es importante para el control y la manipulación de la opinión pública. Lo que no vemos en televisión no existe. Así, poco se sabe de las miles de niñas y jóvenes humildes asesinadas en Ciudad Juárez. No se sabe tampoco de las luchadoras y luchadores sociales desaparecidos...

Para romper el cerco informativo y contrarrestar las campañas de desprestigio, el movimiento popular cuenta con diversos medios alternativos y grupos culturales. Pero aún no hemos llenado el vacío que existe en materia de difusión e información. Esto se debe en parte a la dificultad de competir en audiencia e impacto con los medios masivos de comunicación. Pero también se debe a que aún son pocas las organizaciones que enfrenten el binomio represión-calumnia con el binomio lucha-información. Aún no damos suficiente importancia a ésta última, ni a emprender una estrategia política capaz de romper la hegemonía del Estado.

En el 2006, el movimiento de Oaxaca nos dio un ejemplo magnifico del poder de las contrahegemonías y de su eficacia para enfrentar la represión. Desde un inicio del movimiento, el magisterio instaló Radio Plantón que el 14 de junio transmitió en vivo el ataque de la policía hasta que el transmisor fue destruido. A sólo unas horas del desalojo el plantón fue reinstalado, esta vez con un respaldo popular sin precedentes. A partir de ese momento el pueblo oaxaqueño se empoderó de los medios. Radio Universidad y Radio Plantón mantuvieron sus micrófonos abiertos al movimiento, pero eso no fue todo, la toma de 12 radiodifusoras y del canal estatal de televisión jugaron un papel determinante pues la voz de la APPO llegó a toda la población. Como respuesta, ésta acudía continuamente a expresar sus agravios, su apoyo y sus opiniones. El movimiento realizó sus propios programas y entrevistas. El pueblo de Oaxaca entendió la importancia que tenía contar con una forma de comunicación y difusión masiva...

Asimismo, la voz de Gloria asumió una defensa consecuente de los derechos de la mujer y la igualdad de género desde una perspectiva combativa y revolucionaria. En alguno de sus textos presentados para el Día de la Mujer, Gloria decía que:

...para el neoliberalismo la mujer representa mano de obra barata, y fácil de explotar, representa una masa consumidora de productos superfluos que la publicidad se encarga de imponerle como necesarios; pero no sólo eso, también la ha convertido en mercancía cuya imagen, servicio y cuerpo se pueden comprar y vender para obtener enormes ganancias, el papel de paridora, objeto sexual, mano de obra barata, consumidora y mercancía, se le ha impuesto a través de las distintas etapas de la historia, pero es la sociedad capitalista la que utiliza masivamente, a niñas, adolescentes y adultas como mercancía. La mujer para ser libre e igual necesita luchar no sólo contra el capitalismo sino también contra la ideología y cultura machista y patriarca, que se ha mantenido a través de las distintas sociedades, discriminándola y cosificándola.

La lucha por la igualdad de género es imprescindible para la liberación de la mujer, y tendrá que darse sin tregua, en todos los sectores y ámbitos, incluyendo las organizaciones y movimientos de izquierda. La izquierda tendrá que entender esto. Entender que las luchas de género no pueden ser arrojadas a segundo término, que sus demandas ya no pueden silenciarse, ni ignorarse sus organizaciones.

La lucha anticapitalista va por una transformación tan profunda que no puede prescindir de la mujer, pero ella tiene que luchar además, por conquistar la igualdad de género; conquistar significa andar un camino de doble lucha para vencer una compleja maraña de ataduras, entre las que destacan, pero no son las únicas, la sectorización e invisibilidad. La desproporción entre tareas de apoyo y toma de decisiones, el anonimato y el silencio, el aplazamiento y la descalificación de sus propias demandas, la doble y tripe lucha de las diferencias, la contradicción entre lo que se dice y se hace en cuanto a igualad de de género.

Las mujeres estamos en todos los sectores; habemos mujeres indígenas, obreras, científicas, campesinas, estudiantes, artistas, empleadas, profesionistas, colonas, y luchamos por las demandas de nuestro sector como parte de la lucha anticapitalista, desvaneciendo en ellas la de igualdad de género, hasta hacerla invisible. Esta invisibilidad impide la unión de todas, sin importar el sector al que pertenecemos. Así con luchas separadas es fácil discriminarnos. Las mujeres necesitamos, emprender la lucha por la igualdad de género, desde el sector al que pertenecemos y coordinar, y unir todas estas luchas.

Por su parte, Jacobo, quien permaneció los diez años de prisión en centros de máxima seguridad, sufrió un mayor aislamiento pues en esas instituciones se le prohibía el acceso a revistas o periódicos, así como a materiales de papelería. Sin embargo, para un revolucionario esto no podía ser razón suficiente de una derrota o de caer en la inactividad. Por el contrario, durante los primeros seis años en prisión, el compañero Jacobo comenzó a pintar y desarrolló una calidad admirable en su trabajo artístico, el cual orientó hacia la denuncia de la realidad social. El arte para Jacobo se convirtió en su nueva trinchera de lucha. Logró producir un amplio acervo artístico que ha sido reconocido por no pocos críticos de arte a nivel nacional e internacional. Su obra adquirió un valor que trascendió el ámbito de lo puramente estético para llegar a lo político y social. La combinación de lo bello con el coraje y la rabia que abundan en un entorno como lo es un penal de máxima seguridad, hicieron que su obra pictórica destacara ampliamente tanto en los sectores en lucha, como en los pasillos de las altas galerías de arte. Su trabajo fue reconocido ya no por ser un preso el autor, sino por el contenido y la forma misma de la obra.

Así, desde uno de los rincones más obscuros de este sistema inhumano, coartada su libertad y violada su integridad física, Jacobo materializó la imagen estética de la lucha de clases en una serie de temas y contenidos que van desde su tortura y detención arbitraria, los efectos secundarios de la cárcel, la militarización, la explotación y la opresión, hasta la resistencia del pueblo, el humanismo de la revolución, y el amor incondicional al pueblo oprimido. Aquel que ha visto su obra, diría que sólo quien ha vivido en carne propia la lucha popular y sufrido la represión del Estado, sería capaz de producir lo que Jacobo ha logrado con su trabajo pictórico.

Sin embargo, a pesar de la calidad y la magnitud de su trabajo artístico, la resistencia de Jacobo no se limitó a este ámbito. Por el contrario, adquirió formas diversas, a manera de poemas, textos e incluso libros que escribió acerca de las condiciones carcelarias que conoció en ese mundo que es la cárcel. Tampoco podríamos olvidar la huelga de hambre en la que Jacobo estuvo sin probar alimento por 61 días y Gloria por 48, durante la primera mitad del año 2002, cuando decidieron sumarse con esta acción a la demanda por la libertad de todas y todos los presos políticos del país. En aquella ocasión probaron su convicción y disposición a llegar hasta las últimas consecuencias en la lucha por la libertad.

Quizá lo más destacado en su lucha fue el hecho de haber tomado en sus propias manos la defensa jurídica de su caso. Después de varios años de haber recurrido a uno u otro abogado, Jacobo se convenció de que quien sabía más y mejor sobre su caso eran los propios presos. De esta forma, después de dos sentencias condenatorias, decidió redactar él mismo el amparo directo para el caso de ambos. No faltaron quienes pensaron que como Jacobo no era abogado, no podría llevar su propia defensa exitosamente. La historia se encargó de refutarlos. Hoy es para el movimiento un ejemplo más del alcance de la voluntad revolucionaria que no conoce límites en su lucha.

La lucha jurídica

Después de estar en calidad de desaparecidos políticos por cinco y dos días respectivamente, Jacobo y Gloria fueron presentados en el penal de máxima seguridad de Almoloya de Juárez, hoy llamado el Altiplano. Se les siguieron dos procesos jurídicos federales, uno en la ciudad de Toluca (causa penal 94/99) por el delito de Asociación Delictuosa, y otro en Chilpancingo, Guerrero (causa penal 196/99) por los delitos de Rebelión, Tentativa de Homicidio Calificado, Homicidio Calificado y Daño en Propiedad Ajena. El delito de Asociación Delictuosa se explicaba a partir de su participación en un grupo rebelde, el ERPI. Como en la legislación mexicana, la rebelión está tipificada como “delito”, el hecho de cometer rebelión, es en sí mismo la comisión de un delito. Esto está en evidente contradicción con el artículo 39 de la Constitución, el cual es muy claro al decir que “el pueblo tiene en todo momento el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno” cuando considere que éste ya no representa sus intereses. Sin embargo, el gobierno busca siempre defenderse a sí mismo y asegurar su continuidad aun cuando ésta vaya en contra de la voluntad popular. Desde esta lógica, para los jueces, la pertenencia de la pareja a una organización rebelde, fue considerada como constitutiva del delito de Asociación Delictuosa. El 17 de abril del 2003 fueron sentenciados por este delito a 5 años, 7 meses y 9 días, la cual terminaron de compurgar el 1ro. de junio de 2005.

En cuanto al segundo proceso, después de una apelación a la sentencia de primera instancia, fueron sentenciados por un tribunal unitario a 5 años por Rebelión, 20 años por Tentativa de Homicidio Calificado, 21 años por Homicidio Calificado y 3 meses por Daño en Propiedad Ajena, sumando un total de 46 años y 3 meses. Estos cargos fueron basados en un combate entre un grupo guerrillero y un convoy del Ejército, que resultó en la muerte de un civil. A pesar de que el Ministerio Público nunca pudo acreditar la presencia de Jacobo y Gloria en ese combate, acusó a la pareja de ser responsables del homicidio del civil y la tentativa de homicidio en contra de los militares.

El 12 de septiembre del 2007, Jacobo y Gloria interpusieron un amparo directo por esta causa penal, en la que si bien dejaron claro que ellos nunca estuvieron en ese combate, argumentaron que aun si hubieran estado en el combate, no podían ser responsables del homicidio o tentativa de homicidio que resultara de ese combate, pues de acuerdo al artículo 137 del Código Penal Federal, “los rebeldes no serán responsables de los homicidios ni de las lesiones inferidos en el acto de un combate...” Si el Ministerio Público los acusó de Rebelión y los consideraba rebeldes, no podía al mismo tiempo decir que eran homicidas por las muertes que resultaran en un combate.

Unos meses después, un Tribunal Colegiado resolvió favorablemente el amparo, y ordenó al Tribunal Unitario que hiciera una nueva sentencia en la que desechara los delitos de Homicidio Calificado y Tentativa de Homicidio Calificado, subsistiendo únicamente el delito de Rebelión, y el de Daño en Propiedad Ajena.

Esta resolución fue sumamente importante no sólo para el caso de Jacobo y Gloria, sino para el movimiento revolucionario en general, pues significó un reconocimiento de las autoridades al hecho de que no es lo mismo ser rebelde que ser delincuente. Un guerrillero no es un delincuente, por lo que no se puede acusar a alguien de rebelión y de delitos como homicidio al mismo tiempo. La resolución del juez sentó un precedente jurídico y político y constituye un momento histórico en las luchas revolucionarias.

No obstante, el Tribunal Unitario redactó una nueva resolución en la que, efectivamente, desechó los delitos de Homicido Calificado y Tentativa de Homicidio Calificado, pero aumentó la pena de Rebelión de cinco años a 11 años, 7 meses y la de Daños en Propiedad Ajena, de 3 meses a 2 años, 7 meses. Esto fue una clara ilegalidad, ya que al momento de esta resolución ya habían pasado 8 años de su detención, por lo que ya habían compurgado la pena de Rebelión que era de 5 años. Es un principio elemental del derecho el que nadie puede ser juzgado dos veces por un delito cuya pena ya ha sido compurgada.

Por este motivo, Jacobo y Gloria interpusieron el 8 de octubre del 2008 un segundo amparo directo, que fue resuelto favorablemente por el Tribunal Colegiado, dando como resultado que el 19 de marzo de 2009, el Tribunal Unitario emitiera una nueva sentencia modificando la anterior. Las penas quedaron finalmente en 6 años, 11 meses y 19 días por Rebelión y 2 años, 10 días por Daño en Propiedad Ajena. En ese momento, el juez ordenó la libertad inmediata de Jacobo y Gloria porque para entonces ya habían estado en prisión por más de 9 años.

Sin embargo, lejos de ser liberados, las autoridades los mantuvieron en prisión argumentando que Jacobo y Gloria tenían también una sentencia de 5 años por el proceso que se les llevó en Toluca. Esto fue una clara ilegalidad porque esa sentencia también ya había sido cumplida desde el 2005. En efecto, todas las penas que finalmente se les impusieron en ambos procesos (Asociación Delictuosa, Rebelión y Daño en Propiedad Ajena) ya habían sido compurgadas en su totalidad desde el 10 de octubre del 2006, pues la pena que resultó más larga fue la de Rebelión por 6 años, 11 meses y 19 días. Jacobo y Gloria argumentaron que las penas tenían que ser computadas de acuerdo al artículo 64 del Código Penal Federal, el cual dice claramente que cuando las penas derivan de un mismo hecho o son conexas o similares, todas tienen que computarse a partir de la fecha de detención del primer delito, o en otras palabras, que todas las penas tienen que ser compurgadas paralelamente y no sumando las penas como pretendían las autoridades.

Después de una queja ante la Suprema Corte de Justicia, se ordenó la libertad de la pareja, sin que se les notificara previamente, y sin que se les mostrara la nueva sentencia, el razonamiento del juez, la resolución de la queja y los recursos jurídicos en curso. Era evidente que ya no podían mantenerlos más en prisión y cualquier intento en este sentido sería evidenciar la intencionalidad política y clara ilegalidad de las autoridades. Fue muy claro Jacobo cuando declaró que su salida se debió a que ya era “insostenible” jurídicamente su prisión.

La anhelada libertad

El 28 y 29 de octubre del 2009, después de diez años de prisión política, Jacobo y Gloria volvieron a ver la libertad. En la noche del 28 de octubre, las autoridades del penal de Santa María Chiconautla, le dijeron a Gloria que tomara sus cosas y la llevaron hacia la puerta del penal. En cuestión de minutos, después de tantos años de cautiverio, Gloria se encontró frente a las puertas del penal, con sus cosas en mano y sin conocer el lugar.

Sin embargo, el movimiento social no tardó en movilizarse. En un tiempo de cinco minutos comenzaron a llegar a las puertas del penal compañeros y compañeras de diferentes organizaciones, así como reporteros de diferentes medios de comunicación. El desconcierto y el shock del primer momento se fueron convirtiendo poco a poco en júbilo y en una gran fiesta. Esa noche cerca de 50 personas acompañaron a Gloria en la celebración.

No faltó algún compañero que trajo un “pastel de la libertad” para el momento, y mientras todos disfrutaban de ese postre, llegó la noticia de la liberación de Jacobo, quien se encontraba en el penal de Tepic, en Nayarit, al cual había sido trasladado unos meses antes. A 800 kilómetros de distancia, Jacobo fue llevado a la terminal de autobuses. Al igual que a Gloria, nadie le notificó de su salida, y hasta el último momento, Jacobo pensaba que se trataba de un nuevo traslado.

Sin embargo, no fue hasta que Jacobo vio a los compañeros nayaritas que ya lo estaban esperando en la terminal, cuando comenzó a creer que podía tratarse verdaderamente de su libertad. En todo momento pensaba que podían volverlo a detener, pues esta ha sido una acción muy común para mantener en prisión a los reos que conquistan su libertad. En estos casos, se les deja salir por unos segundos, solamente para ser detenidos nuevamente por algún convoy de la Policía Federal que ya los espera para inventarles un nuevo proceso.

Sin embargo y a pesar de todas estas preocupaciones, después de algunas horas, Jacobo y Gloria se encontraron finalmente reunidos después de 10 años. Esta vez ya no eran los comandantes clandestinos, sino dos figuras paradigmáticas y simbólicas del movimiento revolucionario, y atrás de ellos estaban cientos de personas, organizaciones y medios que no los dejaron de acompañar en todo el momento de su liberación.

Para la sorpresa de pocos, el espíritu rebelde de Jacobo y Gloria sólo se reafirmó y lejos de renegar de su pasado o amedrentarse, la pareja dejó muy en claro que su lucha continua en tanto que exista la necesidad de una transformación social y profunda. Al momento de su liberación, Gloria declaraba ante los medios que “este gobierno y este sistema injusto en el que vivimos tarde o temprano va a caer, va a caducar y lograremos que todos los presos políticos del país salgan en libertad”. A la mañana siguiente de su libertad, un Jacobo erguido y con la frente en alto declaraba ante los medios y las organizaciones sociales que “considerando que tuve toda la razón para alzarme en armas, nadie tiene nada que reprocharme, ni siquiera si ahora decidiera reincorporarme a la guerrilla... Mi corazón está con la guerrilla, mi corazón está con el ERPI. Pero al caer en la cárcel, automáticamente nos hicimos parte del movimiento social y popular. Ahora ustedes son mis arboles, en ustedes me camuflo y me protejo.”

Aunque ahora ambos están comprometidos con la lucha social, esto no significa que descalifiquen o renieguen de quienes hoy continúan en la lucha armada. Por el contrario, están convencidos de que mientras haya razones, habrá quienes levanten el puño y el fusil para combatir la opresión.

Asimismo, Jacobo y Gloria saben que su libertad no es una concesión del Estado, sino que la arrancaron a través de la lucha. Si bien, Jacobo y Gloria son claros cuando dicen que su salida se debe a un fuerte esfuerzo jurídico, también son claros al decir que fue el movimiento social y la lucha quien obtuvo este triunfo. En declaraciones ante los medios, Gloria expresó que salió “por el movimiento y la lucha social, y todavía hace falta que liberen a cientos de compañeros, incluido el compañero Ignacio del Valle, además de los de Guerrero y otras partes del país.”

Las enseñanzas

Después de diez años, el movimiento social y por la libertad de las presas y presos políticos no es el mismo. No podría ser el mismo a condición de haber estado realmente en la lucha. Toda lucha es aprendizaje y todo esfuerzo organizativo es necesariamente pedagógico. Es por esto que ante el momento tan esperado de la libertad de los compañeros Jacobo y Gloria, es indispensable para quienes hemos luchado por su libertad, reflexionar y asimilar los grandes aprendizajes que han resultado de este largo camino.

Una primera enseñanza tiene que ver con la importancia de contar con las fuerzas suficientes y los recursos necesarios para librar la lucha en todos los frentes. En los primeros momentos, algunos compañeros estaban convencidos de que por ser un caso eminentemente político, era inútil dar una batalla jurídica contundente, pues de cualquier forma, el Estado los mantendría presos hasta que quisiera.

Sin embargo, la historia nos cambió la opinión. Aprendimos que a pesar de ser evidentemente políticos los casos, es indispensable contar con una eficaz defensa jurídica, lo que dificulta al Estado actuar de manera unilateral en los procesos, y pone en evidencia la intencionalidad del Estado al consignar y procesar a los compañeros, así como su carácter ilegal y arbitrario. Creemos que es indispensable en cualquier estrategia de lucha por la libertad de las presas y los presos políticos, conjuntar los aspectos político, jurídico, mediático y de derechos humanos. Esto porque a veces se descuida uno de estos frentes, pensando que por ser casos políticos, únicamente se debe luchar con movilizaciones o denuncias políticas, cuando se ha comprobado que las luchas jurídicas y de derechos humanos permiten ganar espacios determinantes en la lucha amplia por su libertad y contra la impunidad. Nos hemos convencido de que la presión política y social deben estar en sintonía con los tiempos jurídicos particulares a cada caso, por lo que debe trabajarse estrechamente con el equipo de defensa jurídica.

Esto significa que una lucha en cualquiera de estos frentes por sí misma no logrará la libertad de los compañeros y compañeras presas. Sin embargo, también estamos convencidos de que el movimiento social y la demanda de libertad que en él se manifieste son determinantes para esta lucha. Es por esto que pensamos que para lograr la libertad de las compañeras y los compañeros, es necesario construir un referente político social amplio que logre obligar al gobierno a liberar a los presos. Esta es la premisa para cualquier táctica en esta lucha. En este caso, la Otra Campaña jugó un papel fundamental, pues fue precisamente este espacio el que logró ser un referente ético y político amplio para muchas luchas sociales y populares, incluyendo la de los presos y presas políticas.

Este espacio logró acercar a diferentes movimientos, en torno a la demanda de libertad de los presos, la cual trascendía necesariamente las divergencias políticas, en tanto que nadie que luche por la justicia y la libertad podría condicionar la lucha por la libertad de los presos a posiciones políticas. La consigna de la Otra Campaña y quienes ahí luchan, fue y sigue siendo, “los presos son de todos”. Fue desde este espacio desde donde se logró construir cada vez más fuerte una demanda de libertad generalizada.

Al mismo tiempo, el trabajo artístico y político de Gloria y Jacobo, alcanzó tales dimensiones que logró posicionarlos más allá de los ámbitos inmediatos, y fue a través de sus trabajos, sus pinturas, sus poemas, y sus textos, que cada vez más gente conoció la lucha de los compañeros, a nivel nacional e internacional, sumándose a la demanda por su libertad. Se volvió evidente el lado al que apuntaba el dedo de la justicia. A través de su propia palabra, los presos políticos comenzaron a ser visibles como luchadores sociales, como personas, como individuos, y dejaron de ser simplemente números, estadísticas u objetos de lucha.

Así aprendimos la importancia de hacer visibles a los presos políticos, con sus rostros e historias propias, pues para que el movimiento luche por ellos, primero tiene que conocerlos, conocer su pensamiento, sus rostros, nombrarlos y saberlos partícipes de la lucha. Nadie luche por algo que desconoce. Es fácil entonces comprender por qué el Estado busca con tanta insistencia desprestigiar a las presas y presos políticos, acusándolos de delitos comunes, tildándolos de delincuentes y manipulando a la opinión pública para ocultar el fondo político de la detención. Si nadie lucha por lo que no conoce, mucho menos por alguien a quien percibe como delincuente y de forma negativa.

Es por este motivo que ahora creemos que es necesario poner énfasis en resaltar no sólo a los presos, sino sus luchas, su derecho a organizarse, a defenderse, su carácter humano y solidario, lo cual es el verdadero motivo de haber sido objeto de represión política. Por consiguiente, en ningún momento se renegó de la actividad armada de los compañeros, a pesar de que el Estado buscó utilizar este hecho para desprestigiarlos. Por el contrario, la justeza de su lucha y la necesidad de la transformación social, así como los logros jurídicos y políticos que lograron dejar clara la diferencia entre un guerrillero y un delincuente, lograron fortalecer la exigencia moral de su libertad. Fue entonces cuando aprendimos que la libertad es algo más que una dádiva del Estado, algo más que un mero bienestar físico que puede ser concedido por el gobierno, por el contrario, la libertad es algo que necesariamente tiene que ser ganado con dignidad.

Algo que también aprendimos fue el no ver a las presas y presos políticos como objetos pasivos, a quienes hay que ayudar desde afuera, sino que debemos verlos como sujetos en la lucha por su libertad, pues son ellos quienes tienen la última palabra en su defensa, pues han vivido en carne propia la represión y conocen mejor que nadie sus propios casos. No podemos, éticamente ignorar a los presos y presas o llevar a cabo acciones en contra de su voluntad, o imponerles y decirles cómo deben luchar por su libertad, pues sabemos que la cárcel, se ha convertido para ellos en un espacio de lucha y resistencia, desde donde escriben, pintan, y se organizan de diferentes formas. Por ello, también nos convencimos de que es importante promover las redes de comunicación y vinculacion entre las diferentes presas y presos políticos en el país, quienes por medio de cartas conocen de otros casos y comparten con ellos sus experiencias y análisis, contrarrestando el aislamiento a que se les trata de someter.

Finalmente, también aprendimos que es necesario reconocer la diversidad de los espacios de coordinación y de lucha por la libertad de los y las presas políticas, para entonces retomar las experiencias de cada espacio, compartir, comunicar y vincular nuestros aprendizajes y logros, y no comenzar de cero cada vez que tratamos de organizar una nueva coordinación. En este sentido estamos fuertemente convencidos de que lo fundamental en la lucha por la libertad de los presos y presas políticas es la suma de las fuerzas, sin importar las divergencias políticas. En esta lucha será siempre necesario sumar y no restar.

Es por esto que terminamos esta historia no con un final, sino con una continuidad. Mientras exista el sistema capitalista, opresor y patriarcal, tendremos que seguir luchando por la libertad de todas y todos los presos políticos. Así como hoy salieron Jacobo y Gloria libres, todavía están en las garras del imperio muchos otros compañeros, como Ignacio del Valle, y como tantos otros presos y presas que hoy están en cárceles del Estado de México, de Guerrero, Chiapas, Oaxaca, Nayarit, Campeche y en muchos otros lugares del mundo.

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