Los bandos se están definiendo: avalando el asalto armado a las instalaciones de Luz y Fuerza del Centro (LyFC), acompañan a Calderón y sus secretarios las asociaciones de empresarios y patrones, Peña Nieto y otros gobernadores, la mayoría de los diputados y senadores, la inmensa mayoría de los conductores de radio y televisión, y muchas plumas oficialistas en casi todos de los periódicos. Del lado del SME, ya tomaron la palabra los estudiantes de la UNAM, el Poli, la UAM, la UACM y Chapingo, los sindicatos de trabajadores y maestros de esas mismas instituciones, los maestros de primarias y secundarias de la CNTE, trabajadores de teléfonos de México y del IMSS, los tranviarios, colonos de muchas organizaciones del centro del país y otras cientos de miles de personas que acudieron a la inmensa marcha del jueves 15 de octubre.
La medición de fuerzas no acaba aquí; nosotros tenemos mucho que ganar, mucha gente a quien convencer de colocarse a nuestro lado, para lo cual es fundamental demostrar la falsedad de la infame campaña de desprestigio que mantienen Calderón y sus corifeos en todos los medios de comunicación, y es necesario inundar de brigadistas esta ciudad, las demás ciudades del centro y todo el país. Sin embargo, el alineamiento anterior ya es una demostración del tamaño de esta pelea. No es sólo Calderón y sus secretarios contra el SME, es el aparato estatal contra los de abajo.
Es mucho lo que está en juego en esta lucha. Para el gobierno y los empresarios se trata, en primer lugar, de aniquilar una organización sindical con casi 95 años de existencia que les ha dado mucha lata. En la vida del SME hubo largos períodos en los que la dirección sindical privilegió los pactos con el gobierno en turno para tratar de mantener a sus agremiados fuera de la lucha nacional, pero los trabajadores electricistas siempre se han colocado del lado de sus hermanos de clase y han demostrado su solidaridad con los contingentes en lucha. Desde hace varios años esta convicción de la base empezó a impregnar a una parte de la dirigencia sindical. Además, el compromiso real de defender las conquistas laborales en medio de un intenso bombardeo para aniquilarlas, condujo necesariamente a un enfrentamiento entre el SME y el gobierno.
En segundo lugar, está en juego la posibilidad de poner en manos de los empresarios nacionales y extranjeros la generación y distribución de la energía eléctrica, y el uso de la red de instalación de fibra óptica para transmitir a través de ella electricidad, imágenes, voz y datos, es decir, varios negocios que prometen ser jugosísimos para los dueños del dinero a costa, por supuesto, de todos nosotros. Esta privatización ya está en marcha desde hace varios años pues se han entregado muchas concesiones de generación de energía. El hecho de que se deje en manos de CFE el manejo de LyFC es una forma de allanar el camino para acabar de consumar la privatización ya iniciada y ampliarla a los servicios de telefonía, televisión e internet, pues tanto los funcionarios de CFE como los charros del SUTERM están coludidos en ese objetivo, no así los trabajadores de base del SUTERM a los cuales también debemos convencer de apoyar esta lucha.
Los dueños del dinero y el gobierno panista que representa muy bien sus intereses, les han ido arrebatando a los trabajadores una a una todas las prestaciones de los contratos colectivos, el derecho a buenos servicios de salud incluyendo todos los medicamentos necesarios, el derecho a vivir una vejez tranquila, el derecho a que sus hijos tengan una buena educación, el derecho a contar con una vivienda razonable y hasta el derecho a trabajar. Y ahora se preparan para imponer una reforma laboral que acabe con lo poco que queda de las conquistas de los trabajadores y haga pedazos el derecho a huelga.
Ahora el gobierno de Calderón le apuesta a la desconfianza y al rendimiento de los electricistas por falta de ingresos. Ya comenzó a sembrar división recurriendo al servilismo de Alejandro Muñoz y a infames calumnias que pretenden sembrar la desconfianza hacia a la dirección del movimiento. Una participación amplia y una vigilancia de masas serán indispensables para avanzar con unidad y firmeza, para no dar tregua a la desconfianza interna y cultivar todos los días la seguridad en la fuerza de la acción colectiva.
En el flanco económico, todos los contingentes que hemos hecho nuestra esta lucha, tenemos mucho por hacer. El IMSS está negando la atención médica a los miembros del SME, las guarderías no aceptan a sus hijos, el ingreso se hace cada vez más necesario y las cuotas sindicales están congeladas. Por ello, que vaya todo el ingenio de los universitarios a apoyar a los electricistas, que vayan los médicos, ingenieros, arquitectos, pedagogos, los economistas y abogados, los artistas y humanistas, se necesitan de todas las manos para abrazar con la más amplia solidaridad a los trabajadores en resistencia. El gobierno está invirtiendo millones en su campaña de desprestigio y más millones en tratar de sobornar a los trabajadores prometiéndoles liquidaciones que al final son irrisorias.
El camino sin duda puede ser difícil, pero es un camino que ya conocemos. Nos lo mostraron los campesinos de Atenco y los estudiantes del CGH. No hay espacio para titubeos ni para dudas, una vez iniciada esta gran batalla no podemos bajar la guardia ni por un instante. Hay que avanzar cada día con más brigadas, con más propaganda y con nuevas acciones a las que nos convoquen los electricistas. Porque podemos estar seguros de que con el SME a la cabeza, ¡triunfaremos!
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