martes, 3 de noviembre de 2009

Gloria Arenas y Jacobo Silva: Crónica de un regreso

Liberados sorpresivamente, Gloria Arenas Agis y Jacobo Silva Nogales, el miércoles y el jueves respectivamente se encontraron fuera de la cárcel después de 10 años en custodia. Desde el 19 y 22 de octubre de 1999 comenzó su proceso judicial acusados de pertenecer al Ejército Revolucionario Popular Insurgente y sentenciados a 49 años de cárcel, por el delito de Rebelión, tentativa de homicidio, homicidio, asociación delictuosa y daño en propiedad ajena. Sosteniendo su propia defensa demostraron que de acuerdo al Artículo 137 del Código Penal Federal, ningún deceso en la línea de combate, entre rebeldes y oficiales, puede juzgarse fuera del delito de Rebelión, tampoco la asociación delictuosa, tentativa y daño en propiedad ajena.

Por lo tanto su liberación intempestiva se debe a que era insostenible su ilegítima detención por la pena cumplida desde hace ya 5 años.

En la conferencia de prensa del pasado 30 de octubre 2009 después de su sorpresiva liberación, se dejaron claros varios elementos:

1. Su liberación es producto de un esfuerzo muy amplio: su lucha jurídica fue determinada por todos sus esfuerzos y de sus familiares, como Elizabeth hermana de Jacobo y compañeros solidarios y cercanos para proporcionales los documentos legales para desarrollar la defensoría, a veces con las leyes escritas a mano pues les era negado su acceso a ellas, a veces por vía telefónica; también gracias al asesoramiento de compañeros abogados. Aunque también, afirman, que sin el apoyo de todo el movimiento popular pacífico no hubiera habido suficiente presión para los magistrados. También, al apoyo de los zapatistas y del subcomandante Marcos. Gracias al uso de las múltiples vías de comunicación que el Comité Verdad y Justicia, el CCTI, el apoyo de mucha gente solidaria, desde que su sentencia por rebelión había sido consumada desde hace ya 5 años y había sido aceptada por los legalistas.

2. La lucha continúa: su encarcelamiento los coloca en el “movimiento popular pacífico” automáticamente. Ya no pueden ocultarse entre los árboles de la sierra, pero tienen una nueva montaña frente: la lucha por todos los presos políticos y de conciencia. En la cárcel tuvieron la oportunidad de conocer a muchas personas de todas las luchas del país, también de sentir su apoyo y ellos han tratado de colaborar incluso estando presos, ahora que están fuera es “su deber” seguir luchando desde los medios pacíficos.

Más allá de este posicionamiento político está la acusatoria jurídica en contra del Estado mexicano. La denuncia para lograr el castigo a los responsables de su encarcelamiento injusto después de la pena cumplida presentada a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos es una denuncia para detener todas las penas injustas, que acompañan al encarcelamiento como lo es la tortura, el zanjamiento de pruebas contra los luchadores sociales, la impunidad de los torturadores y la vejación a los derechos humanos no sólo en las prisiones de máxima seguridad sino a las garantías individuales de todos aquellos que denuncian los abusos de poder y la corrupción del Estado político.

“En México, dice Jacobo, Sí se comete la tortura y el Estado la ordena, hay gente que quizá esté siendo torturada”, “otras que su tortura fue a morir como a un dirigente del EPR”. No es rencor es justicia, seguir luchando.

3. No temen por su seguridad personal: Cuando Jacobo, fundador del EPR, se adscribe a este tipo de lucha, la guerrilla, sabía a que se estaba enfrentando. Gloria también. Su conciencia moral no emanó de las leyes escritas sino de las condiciones históricas de su pueblo, por lo tanto, han pugnado su pena sin culpa. El Estado no les ha hecho víctimas, pues ellos nunca negaron su “delito” de rebelión. Si bien las leyes no los protegieron en el momento de la tortura física, ellos son personas congruentes con altos principios de humanidad: la responsabilidad por las víctimas del sistema. El Estado político en México puede ser vengativo, se les preguntó en la conferencia de prensa, (recordamos a los presos de Atenco). “Era factible que nos detuvieran al salir tal vez como una maniobra más en contra nuestra.” No sucedió por que ganaron su libertad pero “la seguridad no es completa no descartamos el ataque por el estado”.

Su seguridad personal por haber sido guerrilleros podría estar en riesgo una vez que cuando sucedió la escisión del EPR y como código de la guerrilla fueron sentenciados a muerte, pero todos esperamos, como Gloria lo dijo, que hayan recapacitado. En todo caso en el censo que Gloria realizó junto con Eugenia Gutiérrez, el verdadero enemigo se muestra realmente despiadado y asesino pues de 26 organizaciones con presos políticos y personas desaparecidas, fueron 23 las organizaciones con personas desaparecidas por el Estado, todas del movimiento pacífico y sólo tres organizaciones las relacionadas con la lucha armada, por lo tanto, ante un contexto de represión social a la crítica nadie está a salvo. “No hay seguridad, nadie la tiene, por menos matan a la gente” dijo Jacobo –“pero ocurra lo que ocurra hemos hecho lo que consideramos digno.”

4. El movimiento social ha sido muy golpeado pero está muy vivo. El contexto de la liberación de los dos presos no se da en momentos de triunfos populares, sin embargo, el movimiento popular está vivo. El movimiento se levanta y responde, se sobrepone y anda sin miedo, dijo Jacobo.

La lucha jurídica es un frente que deben utilizar todos los presos políticos, sostener su propia defensa. El movimiento popular pacífico tiene muchas armas, para Jacobo la razón y el arte por son armas nuevas, para Gloria la poesía y el análisis histórico, y a pesar de todos los golpes estamos en un momento favorable porque la gente se está moviendo. La incorporación de Gloria y Jacobo a la lucha social pacífica no será difícil. Su agradecimiento a todas las organizaciones se refleja en sus rostros, en sus miradas profundas, al recordar todas las frases de apoyo que les llegaban, también de la solidaridad.

5. Sobre la libertad. Fueron acusados de Rebeldía, un delito en los Estados “modernos”, pero “tuve toda la razón de ser guerrillero y no tengo nada que arrepentirme”, “el Estado no tiene porque preguntarme si me incorporaré otra vez a la guerrilla” –anunció Silva Nogales, porque ¡Jacobo es libre, la lucha sigue!, gritábamos en la sala. Haber caído en la cárcel fue un descuido porque tenía conciencia del derecho a ejercer la libertad de transformar lo que está matando a nuestra gente. “Mi corazón está con el ERPI, con el EZLN, con las FARC y con otras guerrillas que ni se conocen sus nombres.” Ahora participar en una nueva forma de lucha les da otra cobertura, los “árboles” seremos todos los compañeros, una nueva montaña después de las que ya pasó. Dar continuidad en la lucha popular contra la tortura para que no le ocurra a otras personas. En la cárcel vio a gente que torturaron hasta la muerte o que en el pasillo hacia su celda moría. El metió quejas y denuncias que nunca procedieron.

Su definición de libertad es ahora tan grande que se expresa en lo más pequeño: “Ustedes no se ven hermosos porque se ven diario. La libertad es algo hermoso. Caminar. Saber que no hay nadie que camine con la cabeza abajo y las manos atrás. Que no tengas que responder Sí Señor, No Señor. La voz, los colores. Es lo máximo. Ejercer el derecho de cambiar las cosas cuando uno ve que son injustas. Aunque no agache la cabeza puede uno manifestarlo: lo lúdico de la cárcel, ahí donde darle ánimos a una persona está prohibido”

“El costo de ejercer la libertad es perderla, pero no por el temor a perderla no vamos a ejercerla.”

Para Jacobo la lucha que comenzó en “los caminos del Sur”, contra las condiciones de miseria, injusticia y vejación. Ahora su lucha fue completada con la lucha jurídica contra el Estado acusatorio, la defensa de los derechos a la dignidad humana, el derecho a ejercer la libertad, la crítica y la protesta. A través del arte y la movilización popular pacífica seguirá luchando “como deber moral” en contra de la tortura y la impunidad.

Para Gloria en la sierra de Veracruz, desde Orizaba hasta Xongolica, su lucha contra la injusticia terminó en la huída de los persecutores del estado que buscaban asesinarla, a ella y a los luchadores sociales de su comunidad, por lo que su refugio fue el EPR en Guerrero, donde no sólo conoció la dignidad armada, también a su esposo y compañero, Jacobo Silva.

La escisión del EPR hacia el ERPI y su detención, fueron sucesos que ambos han tenido que enfrentar con toda la coherencia del hombre y la mujer nueva. Todas las fuerzas de contención y criminalización a la lucha no han servido para apagar su conciencia. Gloria que no ha dejado de estar atenta a todas las luchas y al movimiento en general, así como a la situación de todas las mujeres organizadas, presas y desaparecidas, no ha dejado de sentir humanidad por los propios custodios y carceleros del sistema, sin dejar que las condiciones más extremas los amarguen. Jacobo quien vivió en la misma celda varios meses con Ignacio del Valle, ha expresado las más hermosas cualidades de un ser humano: el agradecimiento, el respeto y amor a los compañeros, la confianza y la esperanza inacabable, afirmando que Ignacio del Valle es un hombre muy entero y que no ha dejado asomar un centímetro de tristeza.

¡Hasta la Victoria Siempre, presos políticos libertad!

¡Gloria y Jacobo viven, la lucha sigue y sigue!

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