lunes, 28 de septiembre de 2009

Frente a la Crisis Global y la Nueva Coyuntura Política 2009 Retos del Movimiento para los Derechos de los Inmigrantes

ALAI, América Latina en Movimiento
William I. Robinson
Voy a presentar el “cuadro grande” de la coyuntura actual en ocho puntos:
1. El telón de fondo de la temática que estamos abordando aquí es el capitalismo global y la crisis del mismo. Estamos frente a una encrucijada y futuros inciertos. Se abren nuevos espacios que presentan oportunidades y también graves peligros. La crisis abre perspectivas para respuestas populares y también derechistas y proto-fascistas. Para comprender estas crisis es necesario comprender la evolución del capitalismo mundial en los últimos 30 años.
2. ¿Cuál es la naturaleza del capitalismo global? El sistema ha pasado por una profunda reestructuración desde los años 70. El capital respondió a la crisis de los 70 con globalizarse a fin de liberarse de las presiones que podían ejercer los sectores populares y las clases trabajadoras a nivel del Estado Nación. Surge el capital verdaderamente transnacional con el montaje de un nuevo sistema globalizado de producción, de servicios y de finanzas, en el cual se ven integrados todos los países, incluyendo las naciones latinoamericanas y México. Esta integración se ve facilitada por los tratados de libre comercio y por el neo-liberalismo que es, fundamentalmente, un programa del capital transnacional. Esta integración y transnacionalización ha sido la dinámica fundamental de las últimas décadas. Una emergente clase capitalista transnacional y las nuevas elites globales lanzan una ofensiva salvaje y el sistema experimenta una vasta expansión. Estamos hablando de una bonanza para el capital transnacional con poco precedente histórico; un despojo sin precedente desde la conquista misma; un despotismo insólito del capital transnacional en el apogeo de la globalización capitalista en los año 90 y luego del 9/11. Hay que tomar nota de los nuevos niveles de interdependencia y de integración por lo que todos los países y todos los pueblos están siendo afectados por la crisis. Esta no es una crisis norteamericana sino global.
3. Es en este contexto que entramos en el escenario del tema inmigrante. La globalización capitalista genera mayores desplazamientos alrededor del mundo y masivas migraciones transnacionales. El capital transnacional, así, crea un mercado laboral global para el sistema globalizado de producción, de servicios y de finanzas. Se intensifica el uso de mano de obra inmigrante en Estados Unidos, en Europa y en muchas partes. Aumenta la dependencia de la economía global de esta mano de obra. La migración transnacional y la creación de este mercado laboral global no es un efecto secundario, sino un aspecto estructural del sistema. El nuevo eje de desigualdad –la división de la clase obrera global entre ciudadanos y migrantes es un mecanismo clave para la reproducción del sistema. Los agentes del sistema procuran la reproducción coercitiva de este eje y, también, su reproducción ideológica, política e institucional.
4. Se presenta aquí una contradicción del capitalismo global en cuanto a la mano de obra inmigrante, una tensión entre la necesidad de asegurar el suministro de esta mano de obra y de ejercer un fuerte control sobre ella. Este es un dilema para las elites transnacionales. La tristemente célebre Ley Sensenbrenner de 2005/6 era una
manifestación de esta contradicción, y la movilización sin precedentes de los inmigrantes y sus partidarios y aliados que provocó dicha ley, asustó a los grupos dominantes, quienes lanzaron una contra ofensiva, una oleada de represión estatal y de la derecha para contener la lucha inmigrante, incluyendo las redadas, las deportaciones, el racismo. Buscan reproducir la condición del inmigrante vulnerable, súper explotable, deportable. Por eso mismo, la lucha de los trabajadores inmigrantes se ubica justo en la vanguardia de la resistencia a las depredaciones del capitalismo global. Los grupos dominantes empuñan mecanismos gemelos en búsqueda del manejo de esta contradicción: la criminalización de los inmigrantes y la militarización de su control. Están montando hasta sistemas transnacionales de control social de la mano de obra inmigrante incluyendo, por ejemplo, el Plan Mérida y la apertura de oficinas del FBI en la Cuenca del Caribe y la Directiva de Retorno en Europa. La creación de un “complejo prisión-industrial inmigrante” implica intereses económicos arraigados en la intención de mantener esta criminalización y militarización, pues estas se vuelven muy rentables para el capital transnacional, de tal manera que la criminalización y la militarización se convierten en parte misma del tejido del capitalismo global. Estos poderosos intereses buscarán bloquear cualquier iniciativa de reforma justa del sistema migratorio.
5. ¿Cuál es la naturaleza de la crisis? En resumidas cuentas, se trata de una profunda crisis de la sobre-acumulación. La globalización abrió enormes oportunidades para la acumulación de capital transnacional en los años 80 y 90 pero, a la vez, agravó la tendencia inherente al capitalismo, a la polarización social y la desigualdad, la producción de grandes riquezas y la concentración de esa riqueza. Esta es una contradicción propia del capitalismo. Ya para viraje del siglo XXI se presentaba la sobrecapacidad –más producción y menos consumo, el agotamiento de oportunidades de descargar, de invertir, el excedente. Estas presiones hacia la sobre-acumulación provocaron una serie de “mini-crisis”, como fue la crisis mexicana del peso en 1995 y su “efecto de tequila”. Luego, la crisis financiera asiática en 1997/8 y su extensión a Rusia,
Turquía, Brasil y otros países. Luego, la recesión mundial de 2000-2001. El levantamiento en Argentina contra los efectos de esa recesión constituye la ruptura de la hegemonía ideológica del neo-liberalismo. La elite transnacional suena las alarmas. El magnate George Soros declara que son necesarias ciertas reformas “para salvar al capitalismo global de sí mismo”. Las elites globales a partir de entonces muestran mayores divisiones y pugnas internas. Una parte de estas se vuelcan hacia el reformismo y he aquí las raíces del surgimiento del proyecto político Obamista entre otros. También se produce el repunte de las luchas populares y en América Latina el viraje hacia la izquierda. Pero, sigue la búsqueda de una salida para el excedente. Una salida para el excedente es un desafío permanente para el capitalismo.
La clase capitalista transnacional responde a las presiones de la sobre-acumulación con dos mecanismos: 1) la especulación financiera y, 2) la acumulación militarizada. En cuanto a la especulación financiera, el capital financiero/bancario transnacional es hegemónico, y es totalmente rapaz. Desestabiliza a las clases populares, a las economías nacionales. Los inversionistas transnacionales especulan con todo –con bienes y raíces, con los mercados bursátiles, con las monedas, con los mercados energéticos y alimenticios, con el mercado hipotecario, con el endeudamiento mismo. En fin, juegan el capitalismo de casino y, así, crece la brecha entre el capital ficticio y la “economía real”. En los últimos años el valor total anual del comercio mundial de bienes y servicios asciende a unos $8 billones mientras el movimiento de capitales especulativos asciende a $3.5 billones por día, lo que quiere decir que, en menos de tres días, la especulación en el casino global rebasa el valor
del comercio mundial de un año entero. El capital especulativo es totalmente rapaz y
desestabiliza a la “economía real”. Las masivas concentraciones de capital financiero
transnacional desestabiliza al sistema y la híper-acumulación conduce a la sobre-acumulación y el colapso, comenzado en julio de 2007 con el colapso del mercado hipotecario y luego en 2008 con el colapso del sistema financiero global y, ahora, estamos encaminados hacia una depresión.
En cuanto a la acumulación militarizada, el estado norteamericano militariza la acumulación global. La mal llamada “guerra contra el terrorismo” cuesta arriba de $3 billones de dólares y funciona para echar leña a la economía global, para sostener la acumulación mediante una economía global de guerra. Pero, esta acumulación militarizada tiene una doble función: cumple también con ciertos objetivos políticos, con el objetivo del control social, al permitir la construcción de estados policíacos. Y ¿cuál es la relación aquí con los migrantes? La “guerra contra el terrorismo” facilita y legitimiza la guerra contra los migrantes. Mas, generalmente, permite criminalizar a los movimientos sociales, criminalizar la resistencia y montar un estado policíaco global.
Ahora bien, la administración Obama, aunque tuviera la disposición, difícilmente podría desafiar esta estructura de poder militarizado –y ya se han presentado varias malas señales, señales de que más bien sostendrá y servirá a ese poder. Y, en cuanto a la política norteamericana hacia America Latina, recordemos que históricamente el proyecto Republicano es reforzar la derecha, mientras el proyecto Demócrata es derechizar a la izquierda. La Casa Blanca de Obama, en este sentido, buscará contener a la izquierda popular en Venezuela, en Bolivia, a los movimientos sociales radicales, etc.. Se respaldará en sus dos aliados más importantes, como son la Colombia de Uribe y el México de Calderón, y perseguirá tímidas reformas a fin de restarle la iniciativa de las fuerzas populares e izquierdistas que proponen proyectos de transformación.
6. Es esta una crisis cíclica?, estructural?, o sistémica? Esta es la peor crisis en décadas. No es una crisis cíclica. Las crisis cíclicas ocurren aproximadamente cada 10 años y luego de una recesión el sistema se auto-corrige sin mayores reestructuraciones. La recesión de principios de los 80, la de principios de los 90 y la de 2001 eran crisis cíclicas. Esta se trata de una crisis estructural, es decir una crisis donde la salida pasa por una reestructuración del sistema. La última crisis estructural se produjo a principios de los 70 y conduce a una reestructuración a fondo y la globalización. Anteriormente, la crisis de los años 70 era también estructural y la salida involucraba una profunda restructuración que desembocó en el capitalismo social-demócrata de mediados del siglo XX. Ahora bien, si una crisis estructural se vuelve sistémica no está predeterminado y depende de las respuestas que se dan frente a la crisis. Por eso yo decía que se abren nuevos espacios, nuevas oportunidades y también nuevos peligros.
Una de estas respuestas es el reformismo desde arriba. Es decir, el proyecto Obama, que busca –con la re-regulación del mercado, los paquetes de rescate al capital, la redistribución a escala menor y algunas reformas tímidas- la salvación del sistema, así como contener y cooptar las respuestas desde abajo. Podemos hacer alianzas con elementos reformistas pero hay que luchar para que las fuerzas populares logren la hegemonía dentro de las alianzas. Una segunda respuesta es la popular y la anti-capitalista. Basta observar el impresionante repunte de las luchas sociales alrededor del mundo. Pero, es aún una respuesta que no ha cuajado con claridad un proyecto político ni tampoco se ha definido la relación tri-lateral entre movimientos sociales, partidos políticos, y los estados. ¿Podrán las fuerzas populares desde abajo empujar el reformismo desde arriba hacia la izquierda y encontrar puntos de encuentro para alianzas? Y también, está la respuesta de la derecha proto-fascista, que amenaza con la fusíón entre elpoder político reaccionario y el capital transnacional. El fascismo siempre busca una base social, y, en este caso, dicha base sería entre los sectores de la clase obrera que históricamente han sido privilegiados y que ahora enfrentan inseguridades y desestabilización por la crisis –tales como los trabajadores blancos en EEUU o los trabajadores anglos en Inglaterra. Este fascismo del siglo XXI también se basaría en la militarización, en el racismo, utilizando a los migrantes como chivo expiatorio para la construcción de una base social fascista, y el proyecto se postularía a los grupos dominantes como necesarios para frenar a los sectores populares y sus luchas radicales.
El modelo neoliberal está moribundo y la lucha por lo que lo reemplazará ya comenzó. En EEUU, en México y a nivel global. La derecha está en desbandada temporal. La iniciativa se revierte a las clases populares y las corrientes reformistas. En la última reunión del Foro Social Mundial en Belem, Brasil, en enero pasado, los movimientos sociales demostraron una mayor beligerancia y confianza mientras la cúpula de la elite global reunida simultáneamente en Davos, Suiza, en el Foro Económico Mundial, estuvo verdaderamente a la deriva, sin iniciativas, sin respuestas y a la defensiva. ¡Hay que aprovechar el momento, antes de que la derecha se reagrupe!
7. El peligro es de una respuesta fascista que convierte a los inmigrantes en el chivo expiatorio de la crisis. Históricamente en un período recesivo hay contracción de la demanda para mano de obra inmigrante. La crisis global implica menos demanda. Además, los inmigrantes son los más golpeados por la crisis. En EEUU los inmigrantes serán las mayores víctimas y sufrirán los mayores costos. Esto lo confirma un informe reciente emitido por la Organización Internacional para las Migraciones de la ONU, titulado “El Impacto de la Crisis Financiera Global”. El capital y los grupos dominantes buscan trasladar los costos de la crisis a las clases populares y trabajadoras, con los embargos a la vivienda, con el desempleo, los recortes de salario y del gasto social, con crisis fiscal y la austeridad, así como socializando sus pérdidas. En México lo vemos, por, ejemplo, con el disparo del desempleo, con la fuga en meses recientes de $50 mil millones de dólares, con el estancamiento de los bonos gubernamentales, la baja de las remesas, la devaluación del peso, etc.. ¿Cuál es la capacidad de las clases populares de resistir este traslado? Aquí entra la manipulación derechista anti-inmigrante, que busca aprovechar las inseguridades. Observamos las actuales escaladas alrededor del mundo de las campañas anti-inmigrantes, de la ola de discriminación y xenofobia.
Es muy claro cómo, en EEUU, la derecha ha cambiado su discurso. Antes de estallar la crisis era un discurso abierto y descaradamente racista. Ahora, cambiaron a un discurso economicista: la necesidad de proteger el empleo de los ciudadanos frente a los inmigrantes. Así, la derecha intenta establecer el discurso en un momento en que en Washington se dispone de introducir iniciativas de reforma migratoria; intentan derechizar el discurso y el enfoque.
8. ¿Cuáles son algunos de los desafíos para los movimientos de inmigrantes, sociales y populares, y para la izquierda dentro de estos movimientos? Necesitamos reactivar un movimiento masivo, un movimiento de masas, antes de que la derecha pueda reagruparse. He aquí la importancia estratégica de las movilizaciones del Primero de Mayo, de retomar la ofensiva. Las bases populares del movimiento deben restar la hegemonía del “establishment latino”, inyectar al movimiento de una perspectiva clasista, aprovechar del nuevo radicalismo emergente entre los jóvenes y en los recintos universitarios, y no subordinar el movimiento a los procesos institucionales desde arriba y desde el “establishment” aun cuando sea necesario negociar o entrar en alianzas.
Es necesario transnacionalizar nuestras luchas. El movimiento inmigrante en EEUU ya se ha binacionalizado con México pero hay que tri-nacionalizarla con los Salvadoreños, cuartinacionalizarla con los Guatemaltecos, vincularse con las resistencias que montan las comunidades inmigrantes en Europa –hay que transnacionalizar nuestras luchas. Y, así, declararon los movimientos sociales al finalizar el Foro Social Mundial en Belem: “No vamos a pagar por la crisis, que la paguen los ricos. Para hacer frente a la crisis son necesariasalternativas anticapitalistas, antirracistas, anti-imperialistas, feministas, ecológicas y socialistas...
Los movimientos sociales estamos ante una ocasión histórica para desarrollar iniciativas de emancipación a escala internacional. Solo la lucha social de masas puede sacar al pueblo de la crisis. El desafío para los movimientos sociales es lograr la convergencia de las movilizaciones globales a escala planetaria y reforzar nuestra capacidad de acción favoreciendo la convergencia de todos los movimientos que buscan resistir todas las formas de opresión y explotación. Respondamos a la crisis con soluciones radicales e iniciativas emancipatorias”.
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