1. La República no tiene ahora para sobrevivir más alternativa que a) exigir al gobierno de facto calderonista que tome en cuenta los resultados de las elecciones y que se vaya, lo que muy difícilmente va a hacer, o b) la de acotarlo con todos los recursos constitucionales y de hecho de los que disponen los mexicanos, para impedirle que siga depredando al país, dilapidando los recursos nacionales y entregando riquezas estratégicas al exterior.
2. En un régimen parlamentario, como el que tiene la mayoría de los países europeos, el problema de un gobierno repudiado tras unas elecciones legislativas de manera tan contundente como acaba de serlo el de Calderón, se soluciona con una práctica institucional muy simple: el jefe de gobierno desaprobado renuncia y se va a su casa, y la mayoría legislativa nombra a uno nuevo que pueda tener la confianza de las mayorías: sin mayores aspavientos. Aquí, sin embargo, Calderón y los representante de los grupúsculos de extrema derecha que con él se apoderaron ilegalmente del poder en 2006, se están aferrando a éste, y a pesar del discurso meloso y poco creíble con el que ahora se dirigen a las otras fuerzas políticas hablando de diálogo y de concertaciones para hacer viable, según ellos, lo que resta del desastroso sexenio, pretenden seguir imponiendo al país por la fuerza las mismas políticas antinacionales y antipopulares que son su obsesión, y que han enriquecido sin límites a unos cuantos grupos, pero empobrecido a las mayorías.
3. Las políticas monetaristas que la nueva clase política fue imponiendo al país desde 1982, y que son las que hay que revertir, supusieron ir en contra del marco constitucional mexicano, ignorando los derechos originarios de la nación sobre sus recursos estratégicos, y haciendo nulos los derechos sociales de los mexicanos en aras de un nuevo modelo económico, el que fueron aplicando sumisos los gobiernos de Salinas, de Zedillo y de Fox, burlando a la Constitución, y en el que la toma de decisiones se fue desplazando del Estado nacional a las corporaciones trasnacionales y a los centros de poder financiero de Washington, y ahora con el PAN incluso a las agencias del gobierno estadunidense.
4. A este proyecto se agrega lo que sería ahora un punto clave del programa central de las mafias seudoempresariales salinistas y de la ultraderecha ideológica que por el momento arropan a Calderón –las que pretenden haberse apoderado del poder político por varias décadas para usufructuar en su beneficio los recursos de la nación–, y que consiste en lo esencial en utilizar ilegalmente a las fuerzas armadas mexicanas en una supuesta cruzada contra
, para crear un escenario de terror destinado a amedrentar y someter a la población y a los movimientos sociales, a fin de crear las condiciones para acelerar el desmantelamiento del Estado nacional.
5. Estas políticas del capital trasnacional y de los grupos que le sirven en cada país como punta de lanza son las que ahora mismo están tratando de echar abajo, entre otros, a los gobiernos de Evo Morales en Bolivia, de Fernando Lugo en Paraguay, o de Hugo Chávez en Venezuela, los cuales reivindican los derechos de esas naciones a sus recursos estratégicos; defendiendo el carácter prioritario de los derechos de los trabajadores, de los campesinos, de los pueblos indios; y anteponiendo la soberanía de los estados nacionales a las pretensiones de las corporaciones multinacionales: exactamente lo contrario de lo que buscan Calderón y los pirrurris panistas.
6. El problema de lo que está aconteciendo en México durante el gobierno actual no puede reducirse, por consiguiente, a la por otra parte notoria y evidente ineptitud y perversidad de los gobernantes actuales, y a la utilización perversa que están haciendo de los recursos públicos –desviándolos de sus objetivos constitucionales para utilizarlos de manera patrimonial–, lo que llevaría a una insuficiencia de las políticas sociales del gobierno, según señala como punto central la evaluación hecha por la UNAM y el CIDE que reprueba a Calderón, y de la que ayer dio cuenta La Jornada.
7. El problema de México no es nada más de
de las acciones gubernamentales, sino de políticas públicas equivocadas y perversas, que en vez de buscar el bienestar y la felicidad de los mexicanos están destruyendo a la nación en aras de satisfacer la voracidad de las grandes corporaciones y tratar infructuosamente de consolidar a nivel global un proyecto que es repudiado en todo el orbe.
8. La única vía que tiene México para salir adelante es la opuesta a la que buscan Calderón y los panistas yunquistas que lo acompañan y es la de establecer un régimen de respeto a la legalidad constitucional y que impulse las reformas necesarias para hacer viable una vida democrática en el país y ello supone acotar ya, desde ahora, al hampa panista.
9. La otra vía, y que es la que la extrema derecha en el poder se ha empeñado en abrir a los mexicanos, al violentar y desmantelar la legalidad constitucional, cancelar los derechos sociales e individuales de las mayorías y hacer inviables los procesos electorales y el principio de la representación política, es la de la insurrección popular, que a unos meses de cumplirse los 200 años del comienzo de la Independencia y 100 años del inicio de la Revolución Mexicana, está cobrando nuevos significados para muchos sectores en el país.
10. Los tiempos que vienen van a ser determinantes en lo que va a ser el México del siglo XXI, pero lo que es cierto es que la mayoría de los mexicanos no quieren que siga siendo este país saqueado por unos cuantos grupos y que millones de mexicanos sobrevivan sin derechos reales en la explotación y la marginación, modelo que el gobierno espurio del PAN se empeña en seguir consolidando.
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