Por Federico Arreola
Cuauhtémoc Cárdenas es hijo de papi; Andrés Manuel López Obrador, no. Si Luis Donaldo Colosio viviera, diría que el primero es un producto de la cultura del privilegio, mientras que el segundo es el clásico representante de la cultura del esfuerzo.
Cuauhtémoc Cárdenas es un hombre poseedor de cuantiosos recursos económicos; Andrés Manuel López Obrador siempre ha vivido con sencillez. Es legendario el apartamento que Cárdenas tiene o tuvo -para el caso es lo mismo- en París, Francia; es admirable la modestia del apartamento de López Obrador ubicado al sur de la Ciudad de México.
Cuauhtémoc Cárdenas, por lo que hizo en 2006, pasará a la historia como un traidor a la democracia, ya que cuando pudo contribuir a la campaña de AMLO, se negó a hacerlo; Andrés Manuel López Obrador, en cambio, se ha ganado ya un lugar en la historia como un líder social absolutamente vertical.
Cuauhtémoc Cárdenas heredó lo más destacado que posee: la gloriosa historia de su padre que el hijo, en los últimos años, no ha sabido plenamente honrar; Andrés Manuel López Obrador ha conseguido, con su esfuerzo, lo que es: el político más importante de México, el único dirigente capaz de cambiar el rumbo del país que aceleradamente marcha a la ruina.
Se entiende, sin duda, que Cuauhtémoc Cárdenas envidie a Andrés Manuel López Obrador. Está claro el motivo, entonces, que ha llevado al primero a pedir que el segundo sea expulsado del PRD.
Supongamos que sus compañeros de partido le hicieran caso al resentido Cuauhtémoc Cárdenas. ¿Qué pasaría si la burocracia perredista echara a Andrés Manuel López Obrador del Partido de la Revolución Democrática? Algo muy sencillo: las bases, y no pocos de los cuadros principales, se alejarían de ese instituto político, que quedaría reducido a nada, un simple cascarón vacío.
Porque López Obrador, con o sin el PRD, probablemente va a ser el candidato de millones de mexicanos en las elecciones presidenciales de 2012. Si fuera el caso, no me imagino a ningún perredista atreviéndose a participar en esos comicios teniendo como rival a AMLO. Ni Marcelo Ebrard ni Amalia García están tan locos como para intentarlo o al menos considerarlo como una posibilidad. ¿Se atreverá a desempeñar ese papel el junior del junior, es decir, Lázaro Cárdenas, hijo favorito de Cuauhtémoc? Si Lázaro quiere quedar en ridículo, que lo haga. Muy su gusto.
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