La cumbre climática de Copenhague terminó en un enorme fracaso. Fue la cumbre de los gobiernos y las corporaciones que se negaron a acordar medidas reales y efectivas para frenar el calentamiento global y la enorme, desbordada y creciente contaminación.
El gobierno de EU, fiel representante de las más grandes corporaciones estadunidenses, y el gobierno de China, también fiel representante de las corporaciones estatales y privadas chinas y de muchas corporaciones globales, al igual que los gobiernos y corporaciones de Japón y la Unión Europea, se negaron a acordar medidas que frenen el calentamiento global del planeta. Los gobiernos de una decena de países y las 300 corporaciones globales que dominan el mundo capitalista neoliberal de hoy, son los responsables de fondo del calentamiento, por más que traten de negarlo y esconderlo. Ellos son los responsables de anteponer sus intereses de acumulación de riqueza al bienestar de toda la humanidad y del propio planeta.
Más de 13 millones de personas de todo el mundo exigimos acuerdos y medidas reales, efectivas, exigentes, pero ellos se mantuvieron sordos, ciegos, insensibles. El movimiento por la defensa del planeta crece y se fortalece, como una gigantesca red que cada vez más y más se hace escuchar.
Más de 100 mil manifestantes de todo el mundo alzaron la voz en Copenhague. En buena medida en nombre de los más de 13 millones que activamente en todo el mundo defendemos el ambiente. Tuvieron que enfrentar todo tipo de presiones, amenazas, golpes y represiones de una cada vez más brutal y fascista policía europea, empeñada en frenar la voz social, en el iluso intento de que sólo se escuche la voz de los gobiernos y sus personeros.
Unos pocos gobiernos exigieron también acuerdos reales. Fueron los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Ecuador y otros. La mayoría de los gobiernos no fueron más que comparsas de los gobiernos estadunidense y europeos, de las corporaciones, tratando de tapar el sol con un dedo.
A escondidas, en medio de reuniones en lo oscurito y pláticas excluyentes, algunos gobiernos y personeros de las corporaciones intentaron armar acuerdos que los beneficiaran a ellos en primer lugar, pero los intereses encontrados y profundamente egoístas de éstos, terminaron por imponerse y ni las apariencias han podido guardar. Ahora dicen que en la próxima reunión climática, que se haría en México, parece que a fines de 2010, se fijarían metas precisas.
Los pueblos tenemos que seguir organizándonos y alzando la voz para salvar al planeta, a la humanidad toda.
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