Recibido de Amílcar Castañeda, corresponsal de Prensa Indígena. Oaxaca, Oax., 22 de enero.- Invisibles ante autoridades. La investigadora Virginia Guadalupe Reyes de la Cruz urgió a la adopción de políticas públicas que permitan cambiar las condiciones de explotación.
Los jornaleros agrícolas de Oaxaca, que por su condición de indígenas son los peor pagados en los campos de Sonora, Sinaloa, Baja California y Chihuahua, además de que son víctimas de los engaños de los enganchadores, permanecen invisibles ante los ojos de las autoridades y las organizaciones no gubernamentales, aseguró la investigadora Virginia Guadalupe Reyes de la Cruz.
La indefensión y vulnerabilidad de los jornaleros se profundiza “por el desmantelamiento del Programa de Atención a Jornaleros Agrícolas (PAJA), de la Sedesol (Secretaría de Desarrollo Social)”, abundó Reyes de la Cruz, académica del Instituto de Investigaciones Sociológicas de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (IISUABJO).
Tan sólo en Oaxaca el PAJA trabajó con un presupuesto de seis millones de pesos en 2009, contra los ocho millones asignados en 2008. “Hubo una reducción de dos millones, aunque la atención pasó de 28 a 313 municipios ubicados en nueve regiones de la Entidad”, informó la coordinadora estatal del Programa de Jornaleros, Griselda Galicia.
Además, los jornaleros agrícolas de Oaxaca, que no hablan español y abandonan sus comunidades ante la falta de oportunidades, enfrentan “poderosos intereses políticos y económicos” de los dueños de las plantaciones de tomate, chícharo, chile y pepino, quienes son funcionarios o legisladores vinculados con el Gobierno panista.
De acuerdo con la investigadora Reyes Cruz, la sobreexplotación de la mano de obra de jornaleros indígenas genera altas ganancias a los dueños de unos 10 campos agrícolas del Norte del país, que envían a sus enganchadores a las comunidades más pobres de Oaxaca, donde con engaños les ofrecen buenos salarios que después no cumplen.
“La gente sale de sus pueblos por necesidad porque aquí no hay trabajo y tampoco un sueldo seguro”, dijo el jornalero Margarito Hernández, originario de Santa Catalina (Magdalena Mixtepec), Zimatlán, de donde hace 10 años salió Pafnuncio Velasco Matías, quien falleció en un accidente carretero el 2 de enero en Baja California y fue sepultado el día 10 en esa localidad.
“Si un jornalero agrícola no se siente a gusto por las condiciones laborales, simplemente le dicen que se retire, pero que primero pague el costo de su traslado y así nadie se rebela. Incluso, al término de la cosecha los enganchadores abandonan a su suerte a los indígenas que no sólo son de Oaxaca, Chiapas o Guerrero, sino que también de estados ricos, como Tabasco”.
»»Situación precaria.- Los indígenas habitan en los campos agrícolas en la precariedad, en viviendas de lámina, sin prestaciones sociales y para ahorrar algo sólo se alimentan con galletas, salsa y frijoles. El problema se agudiza con los niños y las mujeres, que son los más vulnerables porque trabajan más y les pagan menos, e incluso beben agua en los recipientes desechados de pesticidas, carecen del servicio de salud. La alimentación es terrible y su vida es precaria.
Nadie sabe con certeza cuántos jornaleros emigran cada año a los campos del Norte del país, sobre todo por la movilidad que muestran en esa región. Un censo inicial de la delegación estatal del PAJA diagnosticó que son por lo menos 75 mil los que salen al corte del tomate, chile, chícharos y pepinos. De ellos, 25 mil son menores de edad. En la imagen: Los jornaleros agrícolas de Oaxaca, que por su condición de indígenas son los peor pagados.NTX.
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