Intervención del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la sesión plenaria de la Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe, el 23 de febrero de 2010.
Estimado Señor Felipe Calderón, Presidente de México:
Estimados Presidentes, Primeros Ministros y Jefes de delegaciones:
Deseo comenzar con un mensaje fraterno al hermano pueblo mexicano, cuya tierra dio abrigo a muchos luchadores de Latinoamérica, entre ellos a los iniciadores de la Revolución Cubana y al que nos unen entrañables lazos de amistad.
Agradezco la cálida hospitalidad con que se nos ha recibido.
Estimados colegas:
La decisión que acabamos de adoptar de crear la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños es de trascendencia histórica.
Cuba considera que están dadas las condiciones para avanzar con rapidez hacia la constitución de una organización regional puramente latinoamericana y caribeña, que integre y represente a las 33 naciones independientes de la América Latina y el Caribe.
La mayoría de las regiones del mundo tienen su propia organización, con independencia de que algunos de sus miembros pertenezcan a otras agrupaciones subregionales o a organismos que abarcan a más de un área geográfica. No hay razón para que América Latina y el Caribe no cuenten con su propia entidad de concertación política, de coordinación económica y de cooperación e integración.
No tendría sentido dilatar ese proceso. Seamos consecuentes con la voluntad expresada en la Cumbre de Salvador de Bahía.
La celebración en Caracas de la próxima Cumbre en el año 2011, sería el momento propicio para concluir los trabajos preparatorios de la nueva organización y ponerla en marcha. En ese sentido, consideramos conveniente realizar esfuerzos para definir con prontitud sus estatutos y formas de operación, de manera tal que en ellos se recojan los intereses colectivos hacia una mayor integración y unidad de nuestra región. Corresponderá a Venezuela presidir los trabajos preparatorios, incluida la elaboración de los documentos.
Ser una nación independiente de América Latina y el Caribe es condición imprescindible para formar parte del nuevo organismo, que deberá caracterizarse por el respeto a la diversidad cultural, a las distintas dimensiones geográficas y económicas, al sistema político que cada país adopte, a la disparidad en riquezas naturales y al diferente desarrollo social.
Cuba considera que la Declaración que se nos propone sobre este tema es positiva. Contiene los elementos necesarios para abrir un período de trabajo y preparación. Nuestra aspiración es que el documento constitutivo del nuevo organismo se elabore con eficiencia y agilidad para poder aprobarlo en la próxima Cumbre.
Cuba trabajará con dedicación en ese empeño.
Agradezco profundamente la adopción de un comunicado especial que reclama poner fin al injusto bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra mi país, así como las expresiones de solidaridad manifestadas aquí por algunos de los oradores que me han precedido.
La pobreza en Haití es un producto del colonialismo y la posterior dominación neocolonial. En esa sufrida nación se produjo la primera revolución social que la convirtió, en esa época, en el único territorio independiente de Latinoamérica y el Caribe. Fue, además, como todos conocemos, la única revolución social, dirigida por esclavos, victoriosa en la historia de la humanidad.
La respuesta de la comunidad internacional ante el terremoto y, en particular, de los países latinoamericanos y caribeños, ha sido encomiable. Pero el gran desafío empieza ahora, cuando los titulares de prensa abandonen Haití, el momento de emergencia haya pasado y se diluya la supuesta “amenaza” de una oleada migratoria. La solidaria ayuda frente al desastre no debe pasar a la historia como un gesto fugaz y repentino de generosa “caridad”.
Ese país hermano requiere y merece un esfuerzo internacional de envergadura para su reconstrucción, desinterés y pleno respeto a la soberanía de Haití y su Gobierno y una voluntad urgente y de largo plazo, bajo la autoridad de Naciones Unidas, con la única presencia de la MINUSTAH.
La solidaridad del pueblo cubano no llegó a Haití con el terremoto. Ha estado presente desde hace más de una década.
En ese tiempo los médicos cubanos habían realizado 14 millones de consultas, 200 mil cirugías, 100 mil partos y 45 mil operaciones oftalmológicas.
Se alfabetizaron 165 mil haitianos, se graduaron de nivel superior 917 jóvenes y cursaban estudios en Cuba 660 becarios haitianos.
En el momento del desastre, se encontraban trabajando allí más de 400 colaboradores cubanos. Nuestros médicos comenzaron a brindar sus servicios desde el primer instante.
Ahora están prestando asistencia médica en el terreno 1 429 colaboradores de la salud, que incluyen 406 médicos residentes, internos y estudiantes haitianos de 5to año de medicina procedentes de Cuba, además de 224 médicos de 22 naciones de América Latina y el Caribe y 7 médicos de los Estados Unidos, graduados en la Escuela Latinoamericana de Medicina en Cuba, que conforman un gran contingente internacional.
Venezuela, el Presidente Hugo Chávez, con su especial sensibilidad y generosidad, Cuba y los demás países del ALBA se proponen mantener e incrementar ese esfuerzo y están dispuestos a cooperar con todas las naciones, sin excepción alguna, para ayudar al pueblo y al Gobierno haitianos, a partir de que contamos con los recursos humanos, la experiencia y la infraestructura inicial apropiada en el terreno.
Deseo compartir con ustedes, un proverbio chino grabado en La Capilla del Hombre, del gran pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, que me impactó cuando la visité en agosto pasado a la toma de posesión de nuestro amigo Rafael Correa. Cito: “Yo lloré porque no tenía zapatos, hasta que vi un niño que no tenía pies”.
Esta profunda reflexión me hizo pensar con orgullo en nuestro pueblo, en Martí que nos enseñó que Patria es Humanidad. Pienso también, en la Revolución Cubana, en estos 50 años de lucha, y en Fidel, que con su magisterio nos ha educado en la generosidad y la fuerza de la solidaridad.
Les aseguro que la colaboración cubana y su modesto esfuerzo, permanecerán en Haití los años que sean necesarios, si el Gobierno de esa nación así lo dispone. A nuestro país, férreamente bloqueado, no le sobra ningún recurso, más bien le falta de todo, pero está dispuesto a compartir su pobreza con los que tienen menos, en primer lugar con quien hoy más lo necesita en el continente.
Estimados Presidentes y Primeros Ministros:
Cuba, junto al resto de América Latina y el Caribe, ha reivindicado siempre el justo reclamo de la República de Argentina en torno a las islas Malvinas y otros territorios circundantes. Hoy respaldamos firmemente el derecho legítimo de esa hermana nación a los recursos naturales de su plataforma continental, y a demandar que cesen las actividades foráneas de exploración y explotación de hidrocarburos. Estas acciones, que cuentan con la autorización del Gobierno británico, entrañan una grave violación del derecho internacional. No le faltará al pueblo argentino nuestro apoyo en esta noble lucha.
Cuba apoya también al Gobierno ecuatoriano en su justa demanda contra la decisión del Grupo de Activos Financieros Internacionales, y la pretensión de adjudicarse la autoridad de calificar o descalificar a gobiernos soberanos sin fundamento alguno. Nos recuerda las listas espurias del Departamento de Estado de los Estados Unidos, con respecto a países que supuestamente patrocinan el terrorismo.
Otro tema bajo nuestra atención es el cambio climático que constituye la principal amenaza que enfrenta la humanidad. Lo que sucedió en Copenhague fue antidemocrático, careció de transparencia y se impuso mediante un formato de negociaciones excluyentes que ignoró a la mayoría de los Estados Partes en la Convención.
Nuestro país se propone trabajar con dedicación y espíritu constructivo en el proceso de preparación de la 16 Conferencia de las Partes, defender que éste sea un proceso de negociación transparente e incluyente, que dé lugar a un acuerdo amplio y jurídicamente vinculante.
Cuba sostiene que es preciso salvaguardar el Convenio Marco sobre el Cambio Climático y su Protocolo de Kyoto; que hay que defender el principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas, y respetar el mecanismo de negociación estipulado en la Ruta de Bali. Creemos que los países latinoamericanos y caribeños, a pesar de nuestras características diversas, estamos comprometidos con estos principios y tenemos la fuerza para defenderlos.
Muchas gracias, Señor Presidente y demás colegas (Aplausos). |
Fuente Juventud Rebelde |
jueves, 25 de febrero de 2010
Discurso de Raúl Castro en la Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe
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