domingo, 20 de septiembre de 2009

Oaxaca “El riesgo de estallido social en 2010 está sustentado”

El movimiento de la APPO de 2006, podría ser un movimiento popular en ciudades, en zonas urbanas llevadas hasta el hartazgo por la injusticia, la desigualdad, la marginación y la discriminación.
Diego Enrique Osorio
El ensayista visualiza la "revuelta" de 2006 en Oaxaca como la primera vez que se gesta un movimiento popular en ciudades, “en zonas urbanas llevadas hasta el hartazgo por la injusticia, la desigualdad y la marginación”.

Crecimiento del número de pobres en el país, crisis económica, militares en las calles y empleo cada vez más escaso son factores que avizoran un posible estallido social en México, advertido en los últimos días, lo mismo por cámaras empresariales que por legisladores, expertos internacionales o por el propio rector de la UNAM.
Al acercarse el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución, los augurios incluyen la coincidente línea histórica de las revueltas nacionales: 1810-1910-¿2010?
El historiador Carlos Montemayor, en entrevista con MILENIO para hablar sobre el libro Oaxaca: Insurgencia Civil y Terrorismo de Estado, afirma que la idea de que cada cien años México vive una sacudida social, está suficientemente sustentada. Como en Oaxaca, dice, el país “está lleno de Ulises Ruizes” y “de condiciones semejantes de depresión social, económica y de ceguera política”.
Carlos Montemayor hizo el prólogo del libro publicado por editorial Era y escrito por José Sotelo, quien también está presente en la conversación y afirma que después de los sucesos de 2006, “no es la estabilidad lo que priva en Oaxaca: es la injusticia que está contenida y simplemente han cambiado las apariencias”.
Montemayor formó parte de la comisión de mediación que intentó establecer un diálogo entre el Ejército Popular Revolucionario y el gobierno federal para encontrar a los guerrilleros Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz, desaparecidos en Oaxaca hace más de dos años.
¿Qué significa la Oaxaca de 2006, en esta idea que ronda en cierto imaginario nacional de que 1810 fue la Independencia y en 1910 la Revolución; ahora en 2010 “viene algo”?
Primero, es una idea suficientemente muy sustentada de que cada 100 años hay movimientos en México, porque durante todo el siglo XIX hubo movimientos importantísimos contra Estado Unidos, contra invasores, tanto contra las invasiones del Ejército francés como contra los planes porfiristas.
Las guerras civiles mexicanas nunca han terminado, o no han tenido solamente una aparición, una irrupción cada siglo. Por lo tanto, primera conclusión: cualquier año, de cualquier siglo es bueno para México en cuanto a insurgencia popular.
Dos, creo que la relevancia del movimiento de la APPO de 2006, entre otras cosas, radica en que se visualizó por vez primera lo que podría ser un movimiento popular en ciudades, en zonas urbanas llevadas hasta el hartazgo por la injusticia, la desigualdad, la marginación y la discriminación.
Las condiciones sociales que se dieron en Oaxaca en 2006 no son condiciones insólitas. Muy bien pueden parecerse a muchas otras que viven no sólo zonas de la Ciudad de México, sino otras ciudades del país, de manera que es una respuesta o una reacción social posible, probable, emblemática.
Hay quienes dicen que el país está lleno de Ulises Ruiz...
Está lleno de Ulises Ruizes y de condiciones semejantes de depresión social, económica y de ceguera política, así es.
Usted ha ensayado la idea de las guerrillas recurrentes... ¿Qué eslabón falta en México para que los movimientos sociales entren a una lógica distinta?
No, por lo regular los movimientos armados y rurales son resultado de medidas represivas equivocadas o precipitadas de los gobiernos.
Son numerosos los casos que presento en mis ensayos, pero en el caso de Oaxaca hay una idea muy extendida dentro y fuera del gobierno, y dentro y fuera de las organizaciones policiales y militares del país, de que pudo haber una participación del EPR.
Yo me inclino por pensar que si el EPR intervino, no intervino en función de comandos armados, sino posiblemente en una aportación de bases sociales. La primera vez que yo escuché esta influencia o presencia del EPR en el movimiento de Oaxaca, fue en las oficinas del ya procurador (Eduardo) Medina Mora, que quería pensar en voz alta conmigo las posibilidades de penetración del EPR, o incluso las posibilidades de entablar tipo de comunicación con esta organización.
Evidentemente que yo nunca he tenido contacto con el EPR. Ellos tienen su organización clandestina muy bien trazada, y ni en ese entonces, ni después en la comisión de mediación, establecimos muy claramente esa distancia.
Hay cosas que debemos notar sobre este tema. Recuerdo, por ejemplo, que en la vieja Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales, que era la cara de inteligencia de la Federal de Seguridad, dos direcciones generales que se encargaban de tener esa inteligencia. Recuerdo que en ese periodo del temblor devastador del 85 en la Ciudad de México, la organización espontánea de la gente fue ejemplar, admirable e inmediata; y reportes de Investigaciones Políticas y Sociales afirmaban que eran bases del Procup (Partido Revolucionario Obrero Clandestino -Unión Popular) las que estaban organizando a las brigadas de rescate y de apoyo.
Es muy interesante ese dato porque estaríamos entonces rescatando, demostrando o sustentando una característica del Procup ahora: su trabajo por bases sociales, en aquel tiempo, nada menos que en la Ciudad de México. ¿Por qué no, con mayor facilidad en Oaxaca?
Por lo tanto, creo que hay un trabajo de bases sociales que constituyen el trabajo político de estas organizaciones que creemos que sólo se concentran en su entrenamiento armado.
¿En cualquier momento podríamos presenciar una nueva etapa de esta lucha?
Creo que por muchas señales esos son los objetivos planteandos o trazados por varias de las organizaciones armadas. Y contra eso no tiene respuesta el Estado mexicano, la única respuesta es el empobrecimiento cada vez mayor.
José Sotelo, el autor del libro escrito con base a los testimonios de un “jurado popular”, erigido para analizar los sucesos de Oaxaca en 2006, también da su opinión sobre el significado de la Oaxaca de 2006 en la idea del México de 2010.
“Yo creo que el movimiento social ha sido no solamente recurrente, sino permanente, con distintas expresiones que de repente confluyen, convergen y surge una revolución. A partir de que estos movimientos a lo largo de todo el siglo XIX estuvieron presentes; lo mismo durante el siglo XX.
Usted ve no solamente la Revolución Mexicana sino que después de esta los movimientos armados continúan, está Jaramillo y luego vienen todos los otros movimientos sociales que se da con los médicos, los ferrocarrileros.
De mil maneras, el pueblo está reaccionando ante la injusticia, ante las condiciones en las que no puede permitir que se pisotee su dignidad. Y bueno hay momentos de convergencia y en este caso Oaxaca de 2006 fue un momento de convergencia.

Diego Enrique Osorno

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