María Teresa Jardí
Los partidos políticos a los que debemos el desgobierno que enfrentamos los mexicanos que sobrevivimos en un estado que soñaron neoliberal los que nos lo impusieron. Un sistema agotado a nivel mundial. Pero que en México, aplicado a la mexicana, ha resultado en el estado fallido del que apenas esbozamos sus primeros síntomas mortales sin alcanzar a comprender la inmensa mayoría todavía lo que significa la imposición de un Estado policiaco.
Estado policiaco en marcha avalado por el Poder, el Legislativo, hoy en México impresentable, en contra del pueblo mexicano. Avalado con la aceptación del, por ellos mismos reconocido como “perfectible”, procurador general de la república nombrado por el usurpador por tratarse de un represor que no, como ha quedado plenamente probado, de un jurista.
Avalado aceptando que se mantenga, incluso contra lo que la lógica más elemental indica, a un sujeto de la calaña de García Luna, no sólo al frente del gran aparato policiaco creado para él por su amigo que como usurpador del Ejecutivo se desempeña.
Usurpador fascista que ni a los que lo impusieron ha sabido mantener contentos con el cariz que van tomando los hechos en México.
Hechos aterradores que anuncian el fin de la paz y de la tranquilidad y el inicio de la brutal represión en puerta que sólo busca el detonante, que merced al pacifismo del pueblo mexicano y a la labor de AMLO, también hay que decirlo, no han logrado despertar, para generalizar, militarizando por entero el territorio de la república.
Estado policiaco, que con su propio ejército de paramilitares y sicarios, incluso al Ejército Nacional, de la mano del Estado Mayor Presidencial, enfrenta. Ejército de paramilitares a los que, como patente de corso, se les permite ser secuestradores, puestos en las manos del impresentable García Luna, por el PRIANISMO, para reprimir al pueblo mexicano.
Lo que sigue para los mexicanos es eso. La represión para todo en medio de la brutalidad que el Estado policiaco supone. Estado acorde al Estado fallido que de la mano de los medios a modo y en particular de la telebasura que como poder incluso por encima del desgobierno usurpador se ubica, el PRIANISMO, para seguir robando, ha decidido para los mexicanos.
La primera dictadura salvaje es la que los militares han dado contra Zelaya en Honduras, con el golpe de Estado encabezado por Micheletti.
Pero siendo la primera dictadura obvia no es ni con mucho la primera dictadura del siglo XXI en el continente Latinoamericano.
La primera dictadura, que no por haber sido menos salvaje en cuando al modo deja de ser brutalmente salvaje en cuanto a la forma, es la impuesta en México por legisladores a modo y el Poder Judicial legalizando el fraude.
La primera dictadura del siglo XXI es la mexicana que encabeza un usurpador panista imponiendo el fascismo.
Más del gusto del imperio la nuestra, que la de Honduras tan obvia, aunque el resultado para el pueblo sea igual de atroz en una que en la otra.
Localizar para focalizar al enemigo es lo que ahora nos corresponde hacer a los mexicanos.
Los medios a modo buscan desesperadamente hacernos creer a los mexicanos que nuestros enemigos son los delincuentes. Falso. La delincuencia brutal que en México se vive tiene un claro vínculo con la delincuencia gubernamental. Paramilitares y sicarios no brotan de la tierra por generación espontánea. La impunidad se convierte en regla para encubrir la corrupción gubernamental convertida en México en parte funcional del sistema. Para eso la educación escolarizada a la baja. Para eso el Sindicato de Maestros entregado a la favorita del Palacio. Para eso la deseducación que a través de la telebasura lleva años y años taladrando el cerebro de la sociedad mexicana. Todo obra de los desgobiernos que llevamos años sufriendo. Pero que podemos ubicar, como enemigos del pueblo, desde la llegada de la derecha fascista al poder de la mano de Salinas de Gortari, pasando la batuta por Zedillo al PAN, conformando el PRIANISMO.
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