por Dagoberto Márquez …
a 15 largos años de la supresión física de José Francisco Ruiz MassieuAndrés Manuel es un hombre que no le cae bien a algunos pero que sí le cae bien a muchos. A muchísima gente que confía en él, lógicamente. Su nombre, odiado por quienes lo citan sólo para denostar, es sinónimo de esperanza para una gran masa social que, preocupada y empobrecida, aspira a que las cosas cambien para bien. Esa masa es muy amplia, son millones y millones, mucha gente que sin tener la culpa de su pobreza ancestral aspira a un cambio donde las cosas se equilibren pues consideran injusto que su situación tenga que ser así. Sobre todo porque gobiernos van y gobiernos vienen y todo sigue igual. Más o menos. Hablamos de 40 o de 50 millones de personas, tal vez más. Hombres y mujeres, jóvenes y niños, una tragedia si miramos bien porque no obstante la modernización de la vida nacional dicha masa sigue rezagada, segregada, olvidada en cierta forma no obstante que mucha gente bien intencionada hace su mejor esfuerzo para librarla de su postración. Me refiero a mucha gente de los gobiernos transcurridos y presentes, funcionarios y empleados conscientes de que las cosas deben cambiar para avanzar (pero) donde su participación no es determinante porque las grandes decisiones se toman en otras esferas, en otro nivel. El nivel al que me refiero es la Presidencia, las secretarías, las gubernaturas. También, el Congreso, las Cámaras, los congresos estatales, entidades así. Y es aquí donde radica el meollo del asunto, el de las deficiencias que, no negadas pero tampoco superadas, dan al traste con las aspiraciones de esa parte de la población. Andrés Manuel es un buen hombre, uno que tiene una enorme fuerza de voluntad. Uno que, consciente de lo que ocurre, no se ha corrompido en virtud de muchas cosas, como su origen, su modesto origen diría yo. Su trayectoria viene desde muy atrás. Nacido en el estado de Tabasco, cursó sus estudios profesionales en la UNAM. Andrés Manuel fue funcionario de gobierno hace mucho tiempo y por razones hechas de dominio público abdicó del mismo para dedicarse a la política, a la actividad política vista ésta como herramienta de trabajo y de transformación, con la mira puesta en propiciar los cambios que de alguna manera eran difíciles de lograr. Por ello y tras abandonar su militancia en el PRI, pasó a la oposición. Sí, a la oposición, junto con Cuauhtémoc Cárdenas, Ifigenia Martínez, Porfirio Muñoz Ledo, Ignacio Castillo y algunos más (o muchos más, como usted quiera verlo), conformando primero la Corriente Democrática al interior del propio instituto político para tiempo después, junto con Heberto Castillo, Arnaldo Córdova, Marcos Rascón, Wences Reza y muchos más, crear el PRD, el partido político donde milita hasta el día de hoy. Por si usted lo sabe o por si no, López Obrador fue presidente del PRD y como todo mundo conoce López Obrador fue jefe de gobierno del Distrito Federal. En eso estaba cuando por razones sabidas buscó y logró la candidatura para encaminarse a la Presidencia de la nación. Hoy en día López Obrador se gana la vida conformando un gran movimiento de carácter nacional. Sí, Andrés Manuel se gana la vida trabajando en la integración de un gran movimiento que reivindica y defiende los valores esenciales del país, a través de la defensa de la economía la cual junto con el petróleo y la honestidad política son la palanca de desarrollo de esta nuestra nación. Pero las cosas no han sido fáciles. Inercias y privilegios en riesgo dieron como resultado que la labor realizada por Andrés Manuel se dificultara en extremo pues hay gente que, pudiente y sin conciencia social, se empecina en llevarle la contra urdiendo un sin número de cosas que a manera de “estrategia” han dado como resultado un conflicto donde otro ya hubiera negociado o tirado la toalla para irse a su casa a descansar. Y lo entendamos o no y nos guste o no, López Obrador no ha tirado la toalla y no lo hará, por la sencilla razón de que López Obrador tiene convicciones y un muy alto sentido del honor. Repito, lo entendamos o no. Nos guste o no. En esa lógica López Obrador continuará, haciendo conciencia aunque haya gente a la que le caiga mal. Yendo a la masas, a sus lugares de origen, a sus pueblos, a sus ciudades, a sus colonias, a su comunidad. Dirigiéndose directamente así no haya buenas ni óptimas condiciones para viajar ni para llegar, esforzándose porque en la política de a de veras las cosas son así. Es decir, las cosas son complicadas y difíciles como resultado de lo que se puso en juego desde muchos años atrás. Esto es, la posibilidad de cambio que mucha gente espera aunque haya desilusión, mucha desilusión, desesperanza incluso como resultado de tanta podredumbre, de tanta descomposición y de tanta puta corrupción y disculpe usted la expresión por favor. Estimado lector, Fina lectora, vivimos tiempos difíciles y aunque en ocasiones deberíamos celebrar, la realidad es que no hay mucho que celebrar en verdad. Esto es así porque mucha gente, sin conciencia ni convicciones que no sean el poder por el poder, se ha empecinado en no dejar que más gente arribe al mismo en aras de no soltar lo que mucho dinero da. Sí, lo que mucho dinero da. A manos llenas incluso y he ahí uno punto central de toda la cuestión. Por esa razón y no obstante las posibilidades de cambio, muchas cosas se han torcido llevándonos a toda esta situación. Me refiero a la de desesperanza, desequilibrio, corrupción política y de alto riesgo que lamentablemente vivimos hoy. A tal grado llegan las cosas que hablar de estallido social es una terrible pero probable realidad. Y no es para menos, turbulencia económica, narcotráfico e inseguridad, desempleo, problemas en los partidos políticos, contubernio y falta de liderazgo nacional, problemas con la producción, apoyos raquíticos, un campo en cierta forma olvidado y severos problemas en la estructura gubernamental han dado como resultado todo un cóctel, uno explosivo que si no se maneja eficientemente va a llevarnos al despeñadero lo cual originará más inestabilidad. Es aquí donde entra la terquedad y las capacidades de un hombre como Andrés Manuel. Sí, como López Obrador el cual no hace caso (afortunadamente) de toda la grilla que muchos arman contra él. Andrés Manuel acaba de presentar su propuesta de presupuesto al Congreso de la Unión, sí, su propuesta para lo que será 2010. Un desglose ahora sería imposible pero tenga usted por seguro que la idea favorecería a la nación. Y digo favorecería porque estando las cosas como están, nada garantiza que el alto nivel gubernamental le tome la palabra aunque de suyo su propuesta sea la mejor. Pero vendrán otros tiempos, lo puede usted creer. Andrés Manuel es un buen hombre y es esa la reflexión de hoy. Su acción y sus intenciones van a seguir dando de qué hablar. Sobre todo en la medida de que avance el sexenio y se aproxime 2012, la fecha crucial. En tal sentido y como se ha observado, hay gente de malas entrañas que hace hasta lo imposible por cerrarle el paso tratando de generar conflictos como el rompimiento que algunos quisieran entre él y Marcelo Ebrard. Entre él y Alejandro Encinas por si usted ya lo notó. Entre él y mucha gente más que será punto central cuando se aproxime y venga lo que vendrá. Por eso, porque las cosas son en extremo complicadas, a poner mucha atención, mucha atención porque habrá intentos para desgarrar y desunir, porque habrá intentos para denostar y desgastar, porque habrá intentos para impedir, sí, para impedir. Para impedir las alianzas políticas que podrían hacerlo candidato nuevamente toda vez que hay grupos que en su locura y en su terror sólo ambicionan que las cosas sigan igual. Sí, exactamente igual. Esto es así porque, de perder privilegios, muchos pisarán la cárcel o tendrán que huir del país. Lo harán porque no hay otra opción. Porque han hecho de las suyas lastimando a mucha gente y lastimando prácticamente al país. Porque sus actos no son buenos y porque no hay opción. No una que sugiera arreglo porque sería imposible un arreglo entre quienes han destrozado la vida nacional y quienes aspirar a bien dirigir el país. Si usted quiere habrá justos puntos medios pero un arreglo entre corruptos y honestos será imposible de suscribir. Sería como mezclar agua limpia y aceite mugroso y tal cosa ni en sueños, nos guste o no. Por eso, porque las cosas son como son, a poner mucha atención. Mucha atención porque Andrés Manuel López Obrador no está jugando y su trabajo va a rendir frutos para bien de la nación. Más adelante si usted quiere pero así será, Dios mediante, claro está.
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