En estos acontecimientos históricos tuve el privilegio de participar personalmente. Tenía 21 años y ya desde principios de 1960, siendo dirigente sindical en una fábrica, me había incorporado a los primeros entrenamientos militares que a través de los sindicatos, se organizaron para defender el proceso revolucionario. Entonces no era marxista ni procedía siquiera de un partido de izquierda. Como la inmensa mayoría de los jóvenes cubanos, había contribuido en la lucha para derrocar la dictadura corrupta, que impuesta por los intereses de EEUU, mantenía al pueblo oprimido y empobrecido, y el país sometido a una dependencia semicolonial de Washington. Había recibido una educación religiosa, cristiana y estaba influido por las ideas de José Marti, que desde el siglo XIX, sembró las semillas revolucionarias de independencia nacional y antimperialismo, en una patria que debía ser “de todos y para el bien de todos”.
No me fue difícil hacer el tránsito ideológico y aceptar el socialismo cuando este fue proclamado. Los verdaderos principios de la fe religiosa coincidían con las nuevas ideas que trataba de desarrollar la revolución: justicia social, igualdad, honestidad, hacer el bien, ser solidario…
Las primeras medidas y leyes adoptadas por el gobierno revolucionario después de llegar al poder el 1ro.de enero de 1959, respondían a estas ideas: entregar tierras a los campesinos desposeidos y explotados; rebajar el pago de alquileres, servicios de electricidad y teléfono; trabajar para terminar con el alto desempleo; alfabetizar a los que no sabían leer ni escribir; facilitar la cultura, la educación y la salud pública, etc. En aquellos momentos llegué a la conclusión de que no existía contradicción alguna entre la fe religiosa honesta, ya sea cristiano, musulmán u otra, y las ideas revolucionarias del Socialismo. Lo sigo creyendo así
A finales de 1960 la Revolución se había radicalizado y el imperialismo de Estados Unidos lanzaba una feroz campaña de agresiones. Junto a decenas de miles de cubanos, pasé escuelas de entrenamiento militar e integré una de las primeras unidades de milicias que se formaron, el Batallón 114 y con el fuí enviado a las motañas del centro del país, la Sierra del Escambray, donde fuerzas contrarrevolucionarias trataban de crear una base de apoyo a la cercana invasión mercenaria, obedeciendo los planes de la Agencia Central de Inteligencia. En los primeros meses de 1961 limpiamos estas montañas de criminales y bandidos y frustamos la posibilidad de que sirvieran de apoyo a la invasión.
El día 16 de abril, cuando Fidel proclamó el carácter socialista de la revolución durante el entierro de los mártires caídos en el bombardeo a los aeropuertos de La Habana, mi batallón, que llevaba meses movilizado y en operaciones de defensa, estuvo en ese histórico acto. Hay una fotografia que recoge el momento en que una inmensa masa de milicianos levanta sus fusiles FAL (fúsil automático ligero de fabricación belga), dando simbólica aprobación a lo que decía Fidel y proclamando su decision de luchar por el socialismo y la independencia de la Patria. Allí estaba yo.
Al día siguiente, 17 de abril, se produjo el desembarco de los mercenarios en Bahía de Cochinos y nuestro batallón partió temprano para incorporarse a los combates. Peleamos, ya en defensa del socialismo, en una de las dos carreteras que daban acceso a la zona del desembarco. Allí, en un camino que comunica un pequeño pueblo llamado San Blas con Playa Girón en la costa, una parte de nuestra unidad, que avanzaba junto a algunos tanques rusos T-34, cayó bajo fuego enemigo y sufrió varios heridos. Pero los mercenarios no resistieron el empuje de nuestras fuerzas y huyeron en desbandada, por lo que permanecimos durante algunos días en la zona para capturar los que se habían escondido en el monte.
Hoy recordamos aquellos hechos con orgullo, en un país que lleva más de medio siglo resistiendo la política agresiva del imperio más poderoso que ha existido en la historia de la humanidad, que se encuentra a solo 150 kilómetros de nuestras costas.
Siguen empleando contra Cuba todo tipo de medios y campañas agresivas -incluido un genocida bloqueo económico- para cambiar nuestro sistema socialista. Sin embargo fracasan y se siguen engañando con las mentiras que ellos mismos crean y terminan creyendóselas.
El 6to. Congreso, que se celebrará próximos días, será la culminación de un amplio proceso democrático, donde no solo los militantes, sino todos los trabajadores, estudiantes; hombres, mujeres y pueblo en general, cuantificados en millones, ya han participado discutiendo los documentos y propuestas que el Congreso analizará. Este sistema es parte de nuestra democracia participativa, verdadera democracia de masas.
Tenemos un gobierno y un partido que responde a los intereses del pueblo, no a los intereses de una clase o grupo privilegiado, no tenemos ni admitimos dirigentes corruptos, por ello el imperialismo se equivoca. Tenemos dificultades y problemas, pero entre todos los solucionaremos. No estamos dispuestos a perder la dignidad y todo lo que hemos obtenido.
Las masas estarán tomando las calles de La Habana el proximo día 16, pero para proclamar su decisión de defender el Socialismo y la Independencia Nacional. La Plaza de la Revolución es nuestra Plaza Tahir, la Plaza de la Perla o la Kasbah, la tomamos hace más de 50 años y no la abandonaremos.
Ernesto Gómez Abascal. Periodista y escritor. Ex embajador en varios países del Oriente Próximo.
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