El paro cívico nacional del pasado 11 de noviembre ha tenido una importancia histórica en nuestro país. No ha sido suficiente, sin embargo, para obligar al gobierno a echar atrás el decreto de liquidación de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro (ClyFC) con sus nefastas consecuencias por el despido de decenas de miles de trabajadores, el golpe al SME (Sindicato Mexicano de Electricistas) y el avance que significaría para los proyectos privatizadores del gobierno espurio y neoliberal de Felipe Calderón.
A pesar de que la zona de operación de la ClyFC se ubica en el centro del país, la respuesta en solidaridad con el SME se expresó nacionalmente, incluso en regiones distantes entre sí, como en el norte del país. Además de la expresión de diversas fuerzas populares, al nivel sindical por primera vez ha habido una acción de esta envergadura por fuerzas organizadas del movimiento obrero que nunca lo habían hecho. Destaca, en primer lugar, la participación del Sindicato de Telefonistas que más allá de las fuerzas organizadas en el SME, le permitió una repercusión nacional a las protestas del día 11. Por supuesto, el otro contingente sindical relevante, aunque ya de por sí con gran tradición de lucha, es el magisterio que paralizó prácticamente estados completos como Michoacán y Oaxaca. Otros sindicatos de trabajadores universitarios también se sumaron a la protesta y por supuesto sectores amplios del movimiento estudiantil y otras fuerzas populares en barrios, colonia y pueblos, así como el apoyo de la mayor parte de la izquierda organizada, no solamente la revolucionaria y extraparlamentaria, sino en forma desigual pero también de la izquierda institucionalizada y sectores de “la otra campaña”. Es decir, la movilización fue un gran ejemplo de unidad de acción muy amplia y diversa.
Aunque en varios casos se piensa que es mejor incorporar demandas particulares y sectoriales de los movimientos para facilitar la unidad con el Movimiento de Resistencia Popular encabezado por el SME, es evidente – y así es leído por los medios de comunicación a pesar de su hostilidad, pero también por el gobierno- que las protestas del miércoles 11 de noviembre, es decir el Paro Cívico Nacional, les unía, tenían como común denominador, la solidaridad con el SME. Es decir, se ha logrado ir más allá de demandas gremiales o sectoriales para unirse en una sola lucha política en torno al SME. Por supuesto que otros sindicatos, organizaciones populares y el pueblo en general debería saber que las consecuencias de este ataque contra el SME no se quedan solamente en los intereses inmediatos de los electricistas despedidos, sino que tarde o temprano nos afectan a todos y a la soberanía nacional, y por tanto es correcto incorporarse a la resistencia con las propias demandas sindicales que, como en el caso de telefonistas, resultarán afectadas si el SME es derrotado. Pero de todos modos, la unidad lograda -y que debe mantenerse y ampliarse- en torno al SME eleva el nivel de lucha al terreno político al realizar un frente único contra el ataque del gobierno espurio de Calderón. Es cierto que en esta pelea en que el nivel de agresión del gobierno es de tal magnitud que nos coloca en la disyuntiva planteada por el SME con la consigna de “o ellos o nosotros” o sea que el obstáculo mismo es la continuidad del gobierno fraudulento de Felipe Calderón. Es un gobierno impuesto por un fraude, con una gran debilidad política que busca sustituir con medidas de fuerza, es decir con el apoyo policiaco y militar y reformas legales que apuntalen un Estado autoritario y policiaco, pero que por su compromiso con los intereses trasnacionales que lo sostienen está dispuesto a ir a fondo en la aplicación de sus medidas neoliberales y privatizadoras, aunque termine completamente desgastado y desprestigiado sabiendo que ante los “grandes intereses” de ese proyecto burgués puede sacrificar al PAN para sustituirlo con el PRI que en estrecha alianza asegure la continuidad del proyecto. Por eso la derrota del decreto liquidador de Calderón tendría una obvia repercusión política y debería abrir nuevamente el camino para la salida de ese gobierno usurpador. La mayor fuerza que logremos en el Movimiento de Resistencia también puede provocar divisiones y fisuras entre ellos, como empieza a verse.
La derrota del decreto liquidador de Calderón que apunta a su propio salida del gobierno pasa todavía por un mayor esfuerzo y unidad más amplia. Requiere también una unidad más específicamente con el otro gran movimiento que por tres años se sostiene alrededor del gobierno legítimo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). No en la perspectiva de las elecciones del 2012 que es una cita muy lejana para lo que hoy está en juego y porque sería un error subordinar la movilización y lucha actuales a un futuro electoral poco claro. Unidad pero hoy, en la práctica, en la siguiente y necesaria prueba de fuerzas de la Resistencia, sea por medio de otro paro cívico más amplio o en la preparación misma de la huelga nacional. En su realización es que se requiere también esta unidad práctica del movimiento dirigido por AMLO. Es una unidad mayor y la elevación del nivel de lucha lo que planteará la salida del gobierno de Calderón o la realización de un referéndum revocatorio o la apertura del camino hacia una asamblea constituyente o una nueva convención nacional democrática que reagrupe una representación obrera, popular y nacional alternativa a la del gobierno usurpador.
Lo anterior pasa ahora, sin embargo, por fortalecer el Movimiento de Resistencia en torno al SME con la participación de más fuerzas sindicales, tanto independientes como de la UNT e incluso del Congreso del Trabajo, así como del movimiento campesino (incluido de sectores oficialistas), popular y estudiantil. Ampliar la unidad de acción en torno a la siguiente prueba de fuerzas, crecer el frente único. Pero también elevar el nivel de conciencia para poder responder a la intensa y feroz campaña ideológica en contra del SME que realizan los medios de comunicación tanto de la prensa escrita como del radio y televisión. En el 68 había también una ofensiva de los medios de comunicación contra el movimiento estudiantil que se enfrentó con la acción de miles de brigadas de los estudiantes en huelga explicando al pueblo en forma directa las demandas del movimiento. Ahora es posible hacerlo también para no depender de lo que se pueda conseguir en los medios de comunicación. Hacerlo por internet, pero también en forma directa con las brigadas de los electricistas y de brigadas conjuntas de electricistas y de otros sectores del movimiento solidario y de resistencia para explicar las razones de esta lucha y responder a las calumnias, mentiras y distorsiones del gobierno y los medios de comunicación. Repartir volantes y explicar no solamente en brigadas en cualquier esquina de las calles céntricas, sino hacia grupos organizados en sindicatos, asambleas populares o estudiantiles, en barrios y escuelas. Invitar a estas reuniones no esperando solamente a los dirigentes principales del sindicato, sino a cientos de brigadas y trabajadores del SME para que expliquen directamente las razones del movimiento y al lograr el apoyo de otros sindicatos no sacarlo como acuerdos obligatorios con pases de lista en una marcha o falta colectiva, sino con mayor participación, conciencia y en forma activa que permite incorporar a la solidaridad a más gente. La acción de miles de brigadistas, agitando, explicando y buscando solidaridad, más allá de la acción legítima de protesta pasiva como es la huelga de hambre, puede ayudar a incorporar a otros a la lucha o a conseguir el apoyo como el que ahora se necesita para obtener más firmas de diputados que interpongan una acción de inconstitucionalidad contra el decreto de Calderón.
Fortalecer la solidaridad y la conciencia de lo que está en juego hoy es lo que permite también resultados como el hecho de que Lozano y Calderón no lograron en un mes, como se lo propusieron, que la mayoría de los electricistas aceptaran su liquidación, aun tratando de sobornarlos con la promesa de un bono adicional. El amparo que no admite que se haya concluido la relación laboral se sostiene también con la digna y heroica decisión de los electricistas que no han aceptado la liquidación y por el contrario que interponen su propio amparo. El tiempo también implica un costo para el gobierno y por eso el apoyo al SME es decisivo en estos días. No lograron la aceptación de la liquidación de todos los trabajadores, no han podido regularizar los servicios de la Compañía de Luz y viene el periodo navideño con el exceso de consumo de energía eléctrica. Otra prueba de fuerza y unidad es necesaria.
Como se dice en las marchas: “¡SME aguanta, que el pueblo se levanta!”.
México, D. F. a 20 de noviembre de 2009.
Comité Político del Partido Revolucionario de los Trabajadores
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