Pocos brotes verdes y mucha mala hierba
La economía capitalista mundial ha vivido en estos dos últimos años su mayor hundimiento desde el crack de 1929. El estallido del sistema financiero y el comienzo de una brutal crisis de sobreproducción en el conjunto de las economías capitalistas desarrolladas, ha conducido a la clase dominante a poner en marcha el plan de rescate de la economía de mercado más importante de la historia. En poco más de un año y medio, los gobiernos capitalistas de EEUU, la UE, China y Japón han comprometido más de veinte billones de dólares de dinero público, casi un tercio del PIB mundial, en una operación desesperada para evitar la quiebra generalizada de la banca mundial y estimular una economía que se ha despeñado por el precipicio.(1)
Dos años después del inicio de esta hecatombe económica, la maquinaria de propaganda de la burguesía se ha puesto en marcha a toda velocidad para transmitir con fuerza un mensaje: "Lo peor ya ha pasado y la recuperación de las principales economías ha comenzado". Esta es la consigna del momento, machacada insistentemente en diarios, en la televisión, en las conferencias de prensa de los gobiernos, en las notas públicas de las instituciones económicas. La directriz es clara, pero ¿es cierto lo que dice la burguesía y sus apologistas?
La propaganda
Las instituciones capitalistas (FMI, Banco Mundial, OCDE) han presentado previsiones para este año 2009 realmente negativas para todas las economías avanzadas2. El desempleo, el consumo privado, la inversión en capital, la producción industrial, el comercio mundial... siguen cayendo en términos espantosos. Entonces ¿a qué viene tanta euforia?
En realidad, la llamada a arrebato la provocó la publicación de los resultados de crecimiento económico del segundo trimestre que experimentaron las economías de Alemania y Francia, un modesto 0,3% en ambos casos; el crecimiento igual de modesto de la economía japonesa, y los mejores datos de la actividad de la economía China en ese mismo periodo. Por otra parte, la caída de una décima en el aumento histórico del desempleo norteamericano en el mes de julio también ha sido interpretada como la señal de que la recuperación puede estar a la vuelta de la esquina. Léase bien, no es que la destrucción masiva de puestos de trabajo se haya detenido en los EEUU, no, no es eso, es que la sangría se ha reducido en ¡¡una décima!!
El hecho de que estos datos, que analizaremos en profundidad, se hayan extrapolado dejando de lado otros muchos que siguen confirmando la caída formidable de la economía mundial y la destrucción masiva de fuerzas productivas, demuestra, por encima de otra consideraciones, el pavor de la clase dominante ante las graves consecuencias políticas y sociales que la crisis está acarreando. La burguesía mundial quiere convencer a la población de que se vislumbra el final del túnel, quiere generar confianza en que aceptando más sacrificios, más recortes en los gastos sociales, más rebajas en los salarios, más precariedad en el empleo, se crearán las condiciones para volver a los viejos tiempos del boom económico.
Los precedentes
Los marxistas nunca hemos considerado que esta recesión, por muy grave que sea y lo es, fuera a ser la crisis final del capitalismo. Como Marx demostró en El Capital y la historia ha confirmado, las crisis de sobreproducción tienen la función de barrer las mercancías, el capital y el conjunto de fuerzas productivas excedentes estableciendo una correspondencia más adecuada entre la producción y el mercado. De esta manera, la crisis crea las condiciones para la recuperación económica, pero el ritmo, la extensión y la duración de la recuperación no depende de un solo factor, sino del conjunto de las condiciones generales que caracterizan una época determinada del capitalismo, es decir, si nos encontramos ante una fase histórica de ascenso o, si por el contrario, estamos ante una época de declive general.
Como hemos explicado en anteriores artículos, la virulencia de la actual recesión ha sido determinada por el carácter del boom económico precedente. Un boom que se desarrolló, entre otros aspectos, por factores derivados de la lucha de clases. El incremento global de la explotación de la fuerza de trabajo y la reducción de los salarios reales fue un fenómeno que cobró fuerza tras la restauración capitalista en los antiguos países estalinistas (URSS, China, Este de Europa), y como consecuencia de las derrotas sufridas por el movimiento obrero en Europa, EEUU y América Latina en la década de los setenta y ochenta. Otros factores que contribuyeron al abaratamiento de los costes de producción y al crecimiento de la tasa de beneficios fue la enorme ampliación del comercio mundial y el colapso de los precios de las materias primas; también el desmantelamiento del sector productivo estatal y de los servicios sociales, que aceleró la acumulación capitalista de los grandes monopolios en EEUU y la UE; el desarrollo de la nueva tecnología de la información. Y, por supuesto, la extrema desregulación del mercado financiero. Relacionado con este último aspecto, el boom económico se prolongó durante mucho más tiempo de lo que hubiera sido normal debido al recurso generalizado del crédito, que sirvió para sostener las actividades especulativas, el consumo doméstico de la principal economía del planeta (EEUU) e, indirectamente, la producción de una parte importante de las manufacturas mundiales. El crédito barato generó a su vez una espectacular burbuja bursátil e inmobiliaria que atrajo miles de millones de euros acumulados en los años anteriores (finales de la década de los noventa del siglo pasado), que obtuvieron plusvalías muy altas sin tener que pasar por el doloroso proceso de la inversión productiva. De esta forma, el crédito masivo dio luz verde a un endeudamiento privado y empresarial sin precedentes que se cubría con más deudas. Y estas deudas multimillonarias, gracias a la ingeniería financiera, se transformaron en activos financieros (los fondos de inversión tóxicos, hedge founds) que cotizaban al alza frenéticamente... hasta que la cantidad se transformó en calidad y estalló todo el sistema en el verano de 2007 a raíz de los impagos masivos de las hipotecas subprime en los EEUU. Hace dos años comenzó el desplome del sistema financiero mundial marcado por el colapso de los grandes bancos de inversión norteamericanos (especialmente la caída de Lehmann Brothers en septiembre de 2008), con billones de euros de capital ficticio esfumándose y agudizando la crisis de sobreproducción latente. La explosión ha sido de tal virulencia que la destrucción de capital, la caída de la producción industrial, el crecimiento del desempleo y la contracción del comercio mundial han sido más acentuadas en este primer año y medio de crisis que en el periodo crítico de 1929-1930.
Los hechos
Después de dos años de pesadilla, la clase dominante ha entendido que es el momento de dar sólo "buenas noticias", datos que, bien adornados, les permitan crear un estado de ánimo favorable en la opinión pública. Son los famosos "brotes verdes" que se han instalado rápidamente en nuestra jerga como antes ocurrió con las hipotecas subprime. Unos brotes verdes, es decir, señales de recuperación, que son realmente raquíticos y están rodeados de una floresta espesa de mala hierba.
El mismo día que se publicaban los datos sobre el repunte de la economía alemana en el segundo semestre de este año, la prensa señalaba en la letra pequeña que no había motivos para echar las campanas al vuelo. Sí, es cierto, las estadísticas reflejan que la balanza comercial alemana se ha "reequilibrado" un poco, pero la causa no es la mejora de la situación general sino la continuidad de la dinámica recesiva en el país y en la economía mundial: las exportaciones alemanas caen y las importaciones caen más. Aunque los planes de reactivación del gobierno de coalición entre la CDU y el SPD han impulsado modestamente el gasto público, el parón del consumo continúa y el crecimiento del desempleo ya alcanza una tasa del 8,3%3. Lo mismo se puede decir de Francia, donde a pesar del modesto repunte, la economía en términos interanuales se ha contraído en los primeros seis meses de 2009 un 2,6% respecto al mismo período de 2008. Frente a la utilización maniquea de algunos datos por parte de la clase dominante, hay otros también muy elocuentes pero a los que no se da tanta publicidad. En la zona euro el PIB ha registrado en los dos primeros trimestres del año 2009 retrocesos del 4,9 y 4,7% respectivamente sobre el mismo periodo del año anterior. Tomando la misma escala de comparación, la producción industrial ha caído un 18,4 y un 18,6%; la utilización de la capacidad industrial se sitúa en el 69,5%, mientras la tasa de paro alcanzó en junio el 9,4% hasta llegar a los 15 millones de desempleados. Todos son datos peores, mucho peores que hace un año y probablemente no van a mejorar sensiblemente en los próximos meses. En cuanto a Japón, en crisis ininterrumpida desde 1990, su PIB creció en el segundo trimestre un 0,9%. La explicación fundamental del "éxito" se debe al crecimiento de las exportaciones (27%), dato que hay que relativizar mucho pues se parte de un nivel realmente catastrófico: las exportaciones niponas han sufrido las mayores caídas desde 1945 (desde el último trimestre de 2008 hasta febrero de 2009 el descenso fue del 49,4%). La contracción de la economía japonesa ha sido tan grande en el primer trimestre de 2009 (un 8,4%) que, en términos interanuales, la caída del PIB se sitúa en el 6,5%. Un trimestre creciendo un 0,9% es un dato muy modesto, ¿se transformará en una tendencia? No es lo que opinan muchos economistas que afirman que este incremento es el reflejo inevitable del plan de estímulo fiscal aprobado el año pasado por el fenecido gobierno del PLD y que ascendió al ¡4% del PIB japonés! Es inevitable que esta cantidad de dinero tenga un efecto coyuntural. Pero la economía japonesa se sigue deslizando por la pendiente de la recesión, mientras los planes de estímulo acrecientan una deuda pública que supera el 150% del PIB, la más grande todas las economías capitalistas occidentales(4).
La situación de EEUU
Muchos "analistas" pronostican una rápida salida de la crisis en EEUU. Realmente el dato más fiable para hacer tal afirmación es que es difícil que la economía pueda descender mucho más. Pero como demostró la depresión de 1929 la caída puede ser grande, muy grande, y la recuperación lenta y débil, arrastrándose penosamente durante años. En las dos últimas décadas el consumo fue el fuelle que alimentó el boom de la economía norteamericana, llegando a aportar más de dos terceras partes del crecimiento del PIB (un 77,3% en 2007). Este tremendo consumo se sostuvo en base al crédito indiscriminado. Pero ahora todo el edificio se ha venido abajo y el consumo interno está completamente deprimido, aplastado por una montaña de deudas imposibles de pagar para cientos de miles de familias y la lacra del desempleo que desalienta aún más el gasto doméstico. Los datos oficiales, aunque siempre enmascaran tremendas desigualdades, son brutales: entre junio de 2007 y finales de 2008 la pérdida de riqueza de las familias, combinando activos tangibles y activos financieros, rozó el total del PIB norteamericano (14 billones de dólares). En estas condiciones ¿de dónde va a sacar la administración Obama la fórmula para reactivar el consumo interno?
Los planes de salvamento de la gran banca y el paquete de 800.000 millones de dólares para activar la inversión pública aprobado por Obama, han tenido una eficacia extremadamente modesta. Desde el punto de vista de la economía marxista la inversión del Estado puede tener, en el caso de las economías más fuertes, un efecto limitado a la hora de paliar algunas de las consecuencias más amargas de la recesión, o estimular el auge cuando las condiciones objetivas para ello existen. Pero la inversión estatal no determina el ciclo económico. Para sortear la recesión y empezar a transitar por la senda de la recuperación es necesario que la inversión productiva del capital se reactive ante la perspectiva de una recuperación clara de la demanda. A la luz de los datos y de las previsiones, la crisis de sobreproducción no ha terminado en los EEUU. La capacidad productiva de la industria manufacturera está siendo utilizada por debajo del 68%, la tasa más baja desde el establecimiento de la serie estadística en 1948. En el caso de la inversión empresarial, algunos comentaristas han echado las campanas al vuelo porque la caída en el mes de julio ha sido "sólo" del 8,9%, un buen dato si se compara con el desplome del 39,2% en invierno. Todos los sectores se encuentran afectados por el mayor desplome desde el crack de 1929: el automóvil, la construcción, el acero, el cemento, la máquina herramienta, la química, el comercio,... y la situación del sector financiero se puede degradar aún más(5).
Sí, muchos economistas señalan que se ha tocado suelo en cuanto a destrucción de empleo se refiere, que los stocks están eliminándose y que poco a poco la economía empezará a dar señales de recuperación. Pero esto es puesto en tela de juicio por otros, que consideran que el crecimiento del paro continuará6. Al mismo tiempo, la ofensiva contra los salarios se mantendrá, aumentando la desvalorización de la fuerza de trabajo en un contexto favorable donde el ejército de reserva crece con fuerza. Este hecho deprimirá aún más la demanda interna y si, además, el mercado mundial no da síntomas de reactivación ¿de dónde saldrá el impulso de la recuperación? ¿De mantener los estímulos de los programas estatales? En definitiva, es muy probable que el fondo de la crisis todavía no se haya alcanzado(7). El panorama de la economía de EEUU no ofrece muchas señales para el optimismo desatado, pero una cosa sí es cierta: la política keynesiana de la administración Obama ha servido para nacionalizar las pérdidas del sistema financiero utilizando el dinero público, que sacará del bolsillo de la clase trabajadora estadounidense por muchos años, mientras que los grandes monopolios y la gran banca recuperan felizmente su tasa de ganancias. Dos años después del inicio del crack financiero, la cotización bursátil de los grandes bancos estadounidenses se ha reestablecido y vuelven a tener beneficios multimillonarios. ¿La razón? La inyección masiva de dinero público ha servido para que los bancos actualicen sus balances aprovisionándose de liquidez, y en lugar de proporcionar créditos para reactivar la actividad económica, algo que no están haciendo en ningún país del mundo, utilizan las ayudas para impulsar nuevamente una burbuja especulativa en la bolsa. Estos son los efectos reales de la supuesta vuelta a la "regulación" económica, tan cacareada por los neokeynesianos8.
Consecuencias sociales y políticas
La situación crítica de la economía estadounidense condicionará por completo la recuperación mundial. En medio de este panorama, no son pocos los que se han dedicado a exaltar el papel de China como locomotora de la recuperación. Tras un repunte del crecimiento de su economía, reflejando el impacto de los 586.000 millones de dólares invertidos en obra pública por el gobierno, queda por ver si la tendencia se mantendrá. Teniendo en cuenta la debilidad del mercado interior chino para sustituir al estadounidense, y que China sigue siendo una potencia exportadora que depende más que nunca del mercado mundial, las cosas no están claras. En otros artículos hemos hablado del aumento de las tendencias proteccionistas, que lejos de remitir aumentan diariamente. La situación es clara: la lucha por cada palmo del mercado mundial entre las potencias imperialistas se recrudecerá en los próximos meses y años. China lejos de ser un factor de estabilidad aumentará las tensiones. Pero sobre China hablaremos extensamente en próximos artículos. A finales del mes de septiembre el G-20 vuelve a reunirse en Pittsburg (EEUU) y, aunque hay muchas voces que defienden mantener los "estímulos" para evitar una caída aún mayor, las posiciones contrarias también son poderosas reflejando divisiones en la clase dominante que se acrecentarán en el próximo periodo9. En definitiva, más allá de la propaganda oficial la recesión se va a prolongar bastante tiempo. El diario Financial Times en un reciente editorial proponía como tesis más fiable una recesión con forma de U (recesión larga y salida lenta) pero no descartaba incluso que este escenario de "crecimiento débil" se complicara, aumentando el riesgo de una recesión de doble fondo, en forma de W (alza temporal cuando la economía siente el impulso del estímulo fiscal que luego se desvanece). También en la Gran Depresión de los años treinta los periodos de recesión se alternaron con breves etapas de estabilización que no cambiaron la dinámica general. Las consecuencias sociales y políticas de esta gran recesión no han hecho más que empezar y sacudirán la conciencia de millones en todo el mundo. En América Latina el proceso de la revolución continúa y se profundizará por el efecto de la crisis. En Irán el régimen despótico de los fundamentalistas ha entrado en una descomposición irreversible por la irrupción del movimiento de las masas y la crisis agudizará el proceso. La guerra de Afganistán se está convirtiendo en un conflicto sin solución y puede transformarse en un elemento de desestabilización política global. En países decisivos, como Japón y Alemania, la burguesía pierde puntos de apoyo fundamentales en la sociedad mientras la izquierda se fortalece. La crisis continúa desarrollándose y acentúa la polarización entre las clases, aunque evidentemente sus efectos políticos no son lineales10. Está claro que la burguesía mundial tiene una receta acabada para salir del atolladero: atacar hasta el hueso las conquistas de la clase obrera, sus salarios, sus condiciones laborales y reducir a la mínima expresión los gastos sociales. En esta situación los trabajadores tendrán que pasar por una dura escuela: los salarios se reducirán, golpeados por el chantaje de los patrones y el desempleo de masas, mientras la miseria que impone la severidad de la crisis se extenderá. Por eso el debate sobre la recuperación suena a broma cruel para millones de familias obreras en todo el mundo. En este primer periodo de crisis es inevitable asistir a más derrotas que victorias, y una caída de las huelgas fábrica a fábrica es completamente inevitable en toda una serie de países. No puede se de otra manera, teniendo en cuenta la debilidad de las fuerzas del marxismo y la política de colaboración de clases que defienden las direcciones reformistas de las organizaciones obreras, garantes de la paz social, por el temor a que la movilización les arrastre a una dinámica muy peligrosa. Pero esto no quiere decir que la clase obrera haya sido derrotada o sufra un retroceso en su conciencia. No, los trabajadores están asimilando la gravedad de la crisis y están sacando las conclusiones necesarias y no dudarán en salir a la lucha, como ya lo han hecho, cuando vean un cauce para hacerlo, sobre todo en luchas unificadas. El factor de la dirección sigue siendo decisivo. El cuestionamiento del capitalismo está creciendo y las consecuencias de la crisis se dejarán sentir, más temprano que tarde, en las organizaciones obreras, en los sindicatos y los partidos tradicionales que serán sacudidos de arriba abajo. No será un camino en línea recta, habrá avances y retrocesos, capas de trabajadores que se incorporarán antes que otras, pero las oportunidades para las ideas del marxismo revolucionario, para la lucha por la transformación socialista de la sociedad van a crecer poderosamente y conectarán con la experiencia de millones de oprimidos. La tarea está clara: no caer en la impaciencia ni dejarse impresionar por las dificultades coyunturales que presenta esta primera etapa de la crisis, y aprovechar todas las oportunidades interviniendo en el movimiento real de los trabajadores, en sus organizaciones, en sus luchas, defendiendo consecuentemente las ideas socialistas y ganando nuevas posiciones. Sólo de esta manera prepararemos hoy las condiciones para los avances de mañana.
NOTAS
1. Los planes de estímulo por parte de los distintos países de la UE, durante 2008 y 2009, han supuesto una cantidad equivalente al 5% del PIB comunitario. Pero la parte del león de las ayudas públicas en la UE se lo ha llevado los diferentes paquetes para salvar el sistema financiero, la gran banca, que rondan la astronómica cifra del 26% del PIB de la UE.
2. Las estimaciones señalan que el PIB de la zona euro descendería este año en torno a un 3,2%, con una caída de Alemania y Gran Bretaña rondando el 6%. En Japón el descenso se situaría también cercano al 6% y en EEUU, el retroceso de su PIB sería alrededor del 2%. Ninguno de estos datos ha sido corregido en líneas generales por ningún estudio. El Banco Mundial (BM) ha estimado que la producción industrial global puede ser a mediados de 2009 hasta un 15% inferior de la registrada en 2008. Las previsiones de la Worldsteel Association (la Asociación Mundial del Acero) reflejan muy bien la magnitud de la crisis: en EEUU se espera la mayor caída en la demanda de acero desde la posguerra, 36,6%, mientras que en la UE la disminución en la demanda será superior al 25%. En Japón se espera una contracción del 20,4% mientras en Brasil, India, Rusia y China (el Grupo BRIC) rondaría el 6%. Por otra parte, un reciente análisis de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que la recesión ha destruido medio millón de puestos de trabajos en los últimos dos meses. Según el informe, la recuperación del empleo se dará entre cuatro y cinco años después de que la economía mundial empiece a mostrar señales claras de mejoría.
3. Según prevé la Asociación Industrial de Bienes de equipo (VDMA), la industria alemana podría despedir a otros 42.000 trabajadores en los últimos meses de 2009.
4. La utilización de la capacidad productiva industrial de Japón está en el 70%, después de que la producción industrial descendiera un ¡32,9%! entre septiembre de 2008 y febrero de 2009. La inversión en bienes de equipo y en construcción registró en el primer trimestre una caída del 22,4% y en el segundo del 14,7%. La tasa de paro de junio creció hasta el 5,4%, tres millones y medio de desempleados, el máximo desde 2003 y un millón más que en julio de 2008.
5. El organismo regulador de la banca comercial en EE UU ha señalado recientemente a 416 entidades cuyos balances se están viendo seriamente afectados por la degradación de sus activos, bien por el impago de las hipotecas o de la deuda en las tarjetas de crédito. Es el 5% del sector bancario con unos activos cercanos a los 300.000 millones de dólares.
6. La recesión, que comenzó oficialmente en diciembre de 2007, ha eliminado 7,4 millones de empleos, de los que 1,4 millones corresponden al sector de la construcción e inmobiliario y dos millones a la industria, alcanzándose la cifra de 14 millones de parados oficiales. En estas condiciones la posibilidad de una recuperación del mercado doméstico se aplaza inevitablemente. Así lo muestran los datos de ventas minoristas (retrocedieron un 5% en julio), o el incremento de los desahucios por impagos de créditos hipotecarios que afectan a millones de familias y que aumentaron un 15% en el primer semestre de 2009 (1,9 millones de hogares).
7. Dos semanas antes de que se hicieran públicos los datos de crecimiento económico de Alemania y Francia, el corresponsal económico del diario El País en los EEUU, Sandro Pozzi escribía lo siguiente: "Lo cierto es que ya casi nadie se atreve a hablar en voz alta de brotes verdes, ni desde la Casa Blanca, ni desde el Tesoro, ni desde la Reserva Federal. Es más, la Asociación Nacional para la Economía de las Empresas (NABE, por sus siglas en inglés) advertía esta misma semana de que la recesión continúa y que el 55% de las empresas dicen no haber tocado fondo" (Recuperarse de la Depresión 2.0, 26 de julio).
8. En un artículo de Claudi Pérez titulado La codicia vuelve a Wall Street podemos leer: "Los seis titanes bancarios de Estados Unidos ya tienen puestos en reserva 52.000 millones de euros para pagar a sus ejecutivos y empleados. Es un 20% más que en el primer semestre de 2008, según datos manejados en la industria a partir de los últimos resultados trimestrales. Esa cantidad incluye sueldos, seguros, pensiones y, por supuesto, primas (...) `Me gustaría pensar que sienten algún tipo de remordimientos o de vergüenza´, dijo el presidente Barack Obama en rueda de prensa, sin citar nombres" (El País, 2 de agosto de 2009).
9. En EEUU la derecha republicana ha arreciado en sus ataques contra la administración Obama, mientras en la UE los estrategas del Banco Central Europeo (BCE) han exigido el fin de los planes de ayuda y la vuelta al ajuste presupuestario advirtiendo que este camino puede llevar a un crack de las finanzas públicas con una deuda insostenible en el medio plazo. En Gran Bretaña, la deuda pública llegará pronto a un 100% del PIB. En Japón supera ya el 150% del PIB y rozará el 200% para 2011. En EEUU se espera que llegue al 100% del PIB a finales de 2010. Según economistas del FMI, para 2014 los ratios deuda pública/PIB de las economías del G-20, que suponen cerca de un 85% del PIB mundial, habrán aumentado en 36 puntos porcentuales del PIB en comparación con los niveles de 2007.
10. Los datos son estremecedores. Según un informe de la organización Feeding America (Alimentar America) basado en cifras oficiales del Departamento Federal de Agricultura (USDA), más de 12 millones de niños estadounidenses están en riesgo de hambre; al tiempo, 32,5 millones de norteamericanos estaban inscritos en septiembre para obtener vales de comida. Datos semejantes sobre el empobrecimiento de la clase obrera en todo el mundo capitalista avanzado se pueden encontrar por decenas.
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