Ricardo Andrade Jardí (Por Esto!)
Que siempre sí. Que la crisis económica es y será una neumonía que al lado de la influenza porcina amenaza con ser “un peligro para México”.
Durante casi dos años nuestros FOBAPROAS empresarios nos amenazaron con spot y declaraciones del peligro que representaría para México “el populismo” y a pesar de eso millones salieron a votar contra el populismo y los empresarios se empeñaron en imponer a un pelele populista que ha hecho de México, en sólo tres años, el país más peligroso del continente y sin duda uno de los más violentos del mundo. Debimos hacerles más caso y renunciar a toda posibilidad de votar por los populistas y apoyar con más fuerza la voluntad popular, que sólo reclamaba el democrático ejercicio del recuento de votos, ante la amenaza de que nuevamente se viera sometida, la voluntad mayoritaria, por la imposición burguesa.
En fin, una vez más, México, o mejor dicho su desgobierno, quedó al servicio y merced de la parasitaria oligarquía, frente a un inmenso movimiento civil que no encontró sujetos capaces de entender el momento histórico de un necesario cambio. Ni menos una oposición, cuando menos legislativa, que acompañara de forma radical y contundente las demandas de cambio. Que se dará de todas formas. Pero… acompañada de una violencia incontrolable y sumamente dolorosa para todos sin excepciones.
La necedad del populismo panista ha abierto las puertas al populismo priísta que es igual que el primero, pero con más capacidad, aparente, de control de masas.
Ambos critican lo que ellos llaman “la moda del populismo”. Es decir, cuestionan el cambio de rumbo a políticas sociales con miras al beneficio de millones de personas, a políticas más justas, lo que no es otra cosa que terminar con privilegios inmorales de minorías rapaces que imponen normas de mercado dictadas por corporaciones extranjeras, al tiempo que se busca una repartición de la riqueza verdaderamente equitativa y un pensar en el bien colectivo y no en la rapiña individualista.
El México de la usurpación fecalista y del futuro regreso al salinismo están lejos de entender la urgencia de cambios radicales en el rumbo económico y político. El discurso de “su importada democracia”, en la que la voluntad popular es lo que menos cuenta frente a la impuesta “voluntad” del “libre” mercado, los ha convertido en incapaces de entender el peligro de estallido social latente en el ambiente.
La crisis financiera se perfila en México como una neumonía mortal, que avisa de acciones sociales que se sumarán a los descontentos de una ciudadanía que es ignorada en todas sus elementales demandas, en tanto los actores del sistema se descaran como nunca antes. La burla ante el dolor ajeno y la injusticia se convierte en la única y conveniente norma de la decadencia de un inmoral sistema, que ya no puede ofrecer más que explotación, corrupción, IMPUNIDAD y, por supuesto, toda la violencia que eso supone…
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