Reitera Eureka: vivos se los llevaron, vivos los queremos
Igual que hace 31 años, ayer las rejas de la Catedral Metropolitana se llenaron de fotografías con los rostros de cientos de desaparecidos políticos y el Comité Eureka volvió a lanzar la misma consigna: ¡Vivos los llevaron, vivos los queremos!
A 31 años de su primera huelga de hambre (28 de agosto de 1978), las llamadas doñas regresaron al lugar donde hicieron visible su lucha ante la opinión pública: a un lado del Zócalo, sitio que desde 1968 había sido vedado por el gobierno para la protesta social.
En la conmemoración de ese aniversario, Rosario Ibarra de Piedra, presidenta del Comité Eureka, recordó que gracias a esa acción –con la que se solidarizaron decenas de jóvenes– se logró que el entonces presidente José López Portillo enviara al Congreso una ley de amnistía, con la cual mil 500 presos políticos obtuvieron su libertad, 2 mil órdenes de aprehensión dejaron de cumplirse, 57 exiliados retornaron al país y 148 desaparecidos regresaron a sus hogares.
Sin embargo, sostuvo que no todos los desaparecidos retornaron y en el país aún existen casos de víctimas de esos delitos de lesa humanidad cometidos por el Estado y cuyos responsables, pasados y actuales, no han sido castigados.
Fueron cuatro días de huelga de hambre en aquel 1978. Se acercaba el segundo informe de gobierno de López Portillo y los mensajes de la Secretaría de Gobernación, casi todos en tono amenazante, llegaban a aquellas mujeres vestidas de negro. El ex titular de la dependencia, Jesús Reyes Heroles, se vio obligado a recibir a una comisión del entonces Comité pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México.
“El secretario, de hablar prepotente, nos dijo que teníamos que desistir, que nos daba la seguridad de que nuestro problema se resolvería, que iba en ello ‘empeñada la palabra del señor presidente’. Desconfiadas, nos negábamos a abandonar la huelga. Entonces, a la promesa de solución se sumó la amenaza brutal: ‘o se quitan o las quitamos’”, señalaron.
Ante la amenaza, la protesta se levantó el 31 de agosto. Lo hicieron cabizbajas y dolidas, pero mantuvieron la convicción de seguir su lucha. Al siguiente día, en el contexto del informe, el ex presidente lanzó la solicitud de amnistía.
Aun con ideas contrarias a las nuestras, las autoridades de entonces tuvieron capacidad de raciocinio y abrieron las puertas, aseveró Ibarra. Contrario a ello, dijo, los actuales gobernantes no cuentan con esa cualidad, sino “con la cerrazón, que hasta inventan nuevos términos (levantón) para negar las desapariciones”.
Durante el acto, el académico Enrique González Ruiz aseveró que aquella huelga fue un movimiento triunfador que logró sacar de cárceles y campos militares a muchos presos y desaparecidos políticos.
En ese contexto se leyó una misiva enviada al Comité Eureka por el ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, en la cual reconoció la lucha que por más de tres décadas han mantenido familiares de desaparecidos políticos en el país.
El presidente legítimo recordó que con la huelga de hambre del 28 de agosto de 1978, fecha clave para la defensa de los derechos humanos, las doñas cimbraron al régimen priísta, dieron a conocer la ilegal guerra del gobierno contra los luchadores sociales y desafió al gobierno que desde 1968 había vedado el Zócalo a las protestas.
Al igual que hace 31 años, pero ante el actual contexto represor, quienes acompañaron la manifestación demandaron al presidente Felipe Calderón emitir una nueva ley de amnistía que permita la liberación de cientos de presos y desaparecidos políticos.
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