viernes, 22 de enero de 2010

Solidaridad de los trabajadores de todo el mundo con el pueblo haitiano

Liga Internacional de los Trabajadores -Cuarta Internacional.

Una catástrofe natural de proporciones gigantescas. ..

El día 12 de enero, un violento terremoto azotó Haití. El terremoto tuvo su epicentro a pocos kilómetros de su capital, Puerto Príncipe, donde vive un cuarto de la población del país, y provocó una terrible catástrofe. En este momento, se calcula que existen ya cerca de 200 mil muertos, es decir, 2% de la población haitiana, de aproximadamente 10 millones de habitantes. La Cruz Roja estima que casi 3 millones de personas están heridas o sin vivienda. Estamos, por lo tanto, ante una tragedia humana gigantesca.

…en un de los países más pobres del mundo

Esta catástrofe natural de dimensiones atemorizadoras, que sería destructora en cualquier parte, ocurrió en uno de los países más pobres del mundo. Ya antes del terremoto, 80% de los haitianos vivían por debajo de la línea de pobreza. Más de 70% de la población vivía con menos de 2 dólares por día, y 56% con menos de 1 dólar. Un tercio de la población dependía de ayuda alimentaria para sobrevivir. Sólo 30% de los haitianos tenían acceso a la red pública de salud.

En este contexto, los efectos del terremoto se vuelven aún más devastadores. Según ingenieros y arquitectos que ya trabajaron en Haití, citados por el periódico Folha de São Paulo, la mala calidad de las construcciones, debido a la falta de materiales adecuados y a las prácticas incorrectas de construcción, agravaron todavía más la fragilidad de las casas y los edificios. Después del terremoto falta lo más básico: agua, luz, comida y un mínimo de asistencia médica. Los servicios de rescate son casi inexistentes y no hay sistema de salud para tratar a los heridos y proporcionar medicamentos y atención básica de urgencias, lo que hace que muchos acaben muriendo. A la vez, la falta de cualquier infraestructura mínima hace con que los muertos se acumulen en las carreteras y calles, agravando el riesgo de una epidemia. Los pocos campamentos de refugiados son, en su mayoría, improvisados por la población, con tiendas de sábanas.

Haití: una historia de dos siglos de intensa explotación imperialista y cinco años de ocupación por las tropas de la ONU

La situación de extrema pobreza en Haití es producto de dos siglos de intensa explotación por diversas potencias imperialistas. El país fue escenario de la primera y única revolución victoriosa protagonizada por esclavos en el mundo y la primera revolución negra y anticolonial de América Latina. Entre 1791 y 1804, los esclavos haitianos trabaron diversas luchas contra la potencia colonial francesa, hasta que, en 1804, expulsaron a los franceses, tomaron el poder y alcanzaron la independencia. Desde entonces, Haití se volvió una amenaza para Francia y demás países imperialistas, así como para la elite esclavista que dominaba toda América Latina, y que intentaron por todos los medios aislar económicamente el país para sofocarlo. Desde los inicios del siglo XX, los haitianos sufrieron diversas invasiones imperialistas y dictaduras sangrientas.

Más recientemente, desde 2004, Haití fue ocupado por las fuerzas de la ONU, después de que los EE.UU. intervinieran militarmente para forzar la retirada del país del presidente Aristide. Actualmente, las fuerzas de ocupación de la ONU (Minustah) son dirigidas por Brasil, que ayuda así a los EE.UU. a mantener sus intereses en la región, aunque con una ocupación militar de cara más “amigable”, integrada por tropas argentinas, bolivianas, jordanas, entre otras.

El discurso oficial es que la presencia militar en Haití es necesaria para que el país no se vuelva un caos. Sin embargo, durante los últimos cinco años las condiciones de vida del pueblo haitiano no mejoraron: el salario mínimo, de aproximadamente 40 dólares, es el más bajo de América Latina. Las tropas de la Minustah están sirviendo no para ayudar a traer paz y mejoría social a Haiti sino, por el contrario, para garantizar los grandes lucros de las multinacionales de las principales potencias imperialistas, sobre todo de EE.UU., que obtiene grandes ganancias a costa de trabajo casi esclavo.

La reciente represión ejercida por las tropas contra los trabajadores que luchaban por un aumento del salario mínimo dejó muy claro el papel de la Minustah. En declaración reciente, su comandante, el general brasileño Floriano Peixoto Vieira Nieto, explicó que los proyectos ejecutados por los batallones de ingeniería del Ejército brasileño son realizados primordialmente con fines militares y no diplomáticos o civiles, lo que significa que los beneficios para la población son indirectos: “Cuando usted repara una carretera para que pase una tropa, para asegurar movilidad, ésta queda también para la utilización de la comunidad.”

El reciente terremoto, a diferencia de lo que dice la propaganda oficial, demuestra de la forma más explícita y cruel que cinco años de ocupación militar no sirvieron para dotar al país de más infraestructura o mejores condiciones de vida. Por el contrario, el desastre natural desnudó la catástrofe social que es la vida en Haiti.

La tragedia haitiana genera conmoción y solidaridad entre los pueblos del mundo entero

La tragedia humana provocada por el terremoto en Haití conmueve a los pueblos de todo el mundo. Personas de varios países están enviando dinero, comida, medicamentos y ropas, movilizándose para enviar ayuda y solidaridad al pueblo haitiano. Esa solidaridad humana internacional es un sentimiento más que justo y probablemente la única cosa positiva en toda esa catástrofe.

En realidad, toda la ayuda que llegue a Haití en este momento es fundamental para intentar salvar la vida de miles de sus pobladores. En ese sentido, tenemos que exigir de los gobiernos de todo el mundo que envíen recursos humanos y materiales de rescate, médicos, medicamentos, comida, agua potable porque, sin eso, miles de haitianos no conseguirán sobrevivir. En especial, exigirlo de los gobiernos de los países imperialistas, que a diario ganan fortunas inimaginables a costa del trabajo de los haitianos; y en particular Estados Unidos por su dominio del país y su proximidad geográfica, tiene que garantizar inmediatamente los recursos básicos para la población haitiana.

Una ayuda humanitaria que no llegó a la mayoría de la población afectada

A pesar de la conmoción internacional, la ayuda humanitaria que llegó hasta la fecha a Haití es casi insignificante, de cara a las necesidades. Mientras hablan de solidaridad, los mismos gobiernos que dieron 25 billones de dólares para los bancos en la crisis económica, ahora ofrecen 145 millones de dólares para Haití. En cinco años de ocupación militar, la ONU gastó 3.500 millones de dólares y ahora “ofrece” 10 millones de dólares para ayuda por el terremoto. A pesar de las miles de vidas en juego, delante de esta gigantesca catástrofe el imperialismo muestra su verdadera cara: todo para salvar los lucros millonarios de los bancos y sólo migajas para salvar las vidas del pueblo más pobre de América Latina.

La situación es alarmante, pues la mayoría de los expertos afirma que las personas soterradas difícilmente consiguen sobrevivir por más de tres días en esa situación. Según el diario español El País (15/1/2010): “La ayuda todavía no llegó a la mayoría de los residentes de Puerto Príncipe, que vagan por las calles fétidas, buscando desesperadamente agua, comida y ayuda médica”.

Incluso en este momento de emergencia, para poco está sirviendo la supuesta misión humanitaria de las tropas de la ONU en Haití, tanto como fuerza de apoyo para la población como de rescate o de auxilio médico. Según Folha de São Paulo: “los funcionarios de la ONU están concentrados en ayudarse a sí mismos, enfocando acciones de rescate en sus instalaciones y en el Hotel Montana, donde vivían los altos funcionarios. (…) La atención a los haitianos es sólo ocasional.”

Noticias recientes muestran que la ONU tenía toneladas de alimentos almacenados en Haití, pero que hasta la fecha no los había distribuido y ni siquiera había informado sobre su existencia. Fue necesario que la población descubriese el lugar de almacenamiento y tomase la iniciativa de apoderarse de los alimentos, a pesar de la ONU.

En realidad, delante de la tragedia que alcanza a todos los haitianos, independientemente de su clase, queda claro que la “ayuda humanitaria” de la ONU está priorizando a aquellos a quienes siempre sirvió: los más ricos.

Las hipocresías de una ayuda humanitaria controlada por los gobiernos imperialistas
En realidad, además de que la ayuda es totalmente insuficiente, la gran contradicción es que lo poco que llegó hasta ahora a Haití es controlado por los gobiernos imperialistas y sus instituciones, como la ONU. En ese sentido, esa ayuda es claramente hipócrita.

En primer lugar, los gobiernos que ahora se dicen muy conmovidos con la situación y prestos a ayudar son los mismos que vienen aprovechándose de Haití. La ayuda que pretenden dar es mínima delante de la que podrían dar y que ganaron con la explotación de mano de obra barata en Haití. Nótese que Bill Clinton y George Bush (que era presidente en la época en que los EE.UU. habían forzado el derrocamiento y el exilio de Aristide y habían promovido la ocupación de las tropas de la ONU) son los que van a comandar la comisión de la Casa Blanca que coordinará los esfuerzos de rescate y ayuda a Haití.

Pero lo peor es que los gobiernos imperialistas y los que mantienen la ocupación de Haití están aprovechando la tragedia y la crisis social devenida de ella para, en nombre de la ayuda humanitaria, reforzar la ocupación y la represión en el país.

Debido a la tragedia, para gran parte de la población la vida se redujo sólo a la búsqueda por la supervivencia, y son normales los saqueos a supermercados destruidos por el terremoto, en busca de comida. Con el argumento de mantener la seguridad y evitar la criminalidad, los efectivos militares se preparan para “evitar” (leáse: reprimir) esas situaciones, ante una población que, con toda justicia, lucha por su vida.

Además, está creciendo la insatisfacció n de la población. Como relata el portavoz de la Minustah (Folha de São Paulo, 15/1/2010): “la precariedad de las condiciones de las fuerzas de seguridad y las carencias en la atención a la población están generando impaciencia en la población. ‘Ellos [los haitianos] están cada vez más irritados’.” Según las noticias dadas por diferentes periódicos, algunos haitianos habían empezado a apilar los cuerpos de las víctimas en las calles, lo que es una necesidad no cumplida por las fuerzas “humanitarias” , que puede ser entendida, a la vez, como protesta contra la demora en socorrer a la población afectada. Si la Minustah ya era la fuerza militar que reprimía estudiantes y trabajadores, ahora lo será aún más, aprovechándose de esta situación para aumentar su control sobre el país.

Estados Unidos pasa a comandar la ocupación militar

Sin embargo, a partir de ahora, además de la represión a los posibles levantamientos sociales, lo que está en juego es, sobre todo, quien controlará Haití y quien ganará con su reconstrucció n de aquí en adelante.

Por ello, junto con la “ayuda humanitaria”, el gobierno Obama envió un contingente militar que, de un momento para otro, puso a los EE.UU. como el principal país de la fuerza militar de ocupación, pasando por encima de la Minustah y sin preocuparse por “autorizaciones” de la ONU. Los norteamericanos ya anunciaron que enviarán 10.000 soldados, 2.200 de los cuales forman la famosa tropa de asalto de los “marines”: los fusileros navales.

Los EE.UU. mandaron el portaaviones “Carl Vissom”, cargado con 19 helicópteros. El destructor “Higgins” también se encuentra en la región y en breve deben llegar 3.500 soldados de la 82.a División Aerotransportada de Infantería del Ejército. En las próximas dos semanas deben llegar el crucero “Normandy” y la fragata “Underwood”, ambos equipados con misiles dirigidos. También irá el barco de asalto anfibio “Bataan”, acompañado de otras dos naves del grupo de asalto anfibio: el “Fort MacHenry” y el “Carter Vestíbulo”. Es decir, llegaron los verdaderos jefes de la ocupación militar y fue puesta en segundo plano la frágil Minustah.

El hecho de que el principal envío de personal de EE.UU. hacia Haití esté compuesto por soldados especializados para el combate militar y no por expertos en rescate, médicos o protección civil, deja bien claro que su objetivo es el control militar y no la ayuda humanitaria al pueblo haitiano.

El imperialismo quiere aprovechar la catástrofe para recolonizar definitivamente a Haití

El gobierno de EE.UU. se aprovecha de esta situación de crisis para tomar el control directo y total sobre Haití. Baste decir que fueron ellos quienes asumieron el control del aeropuerto de Puerto Príncipe y quienes dirigen todas las operaciones, sin consultar con Brasil, que hasta ahora comandaba las fuerzas de la ONU en el país.

Delante de la iniciativa unilateral de EE.UU., Francia, antigua metrópoli colonial que dominaba Haití, buscó también entrar en el juego. La propuesta de Sarkosy de realizar una Conferencia Internacional sobre Haití es la expresión de esa disputa entre los varios países imperialistas sobre quién pasará a controlar el país de aquí en más. Y esto queda explícito por el hecho de que el presidente haitiano u otro miembro cualquiera de su gobierno ni siquiera fueron invitados para esta Conferencia. Es decir, bajo el pretexto de la reconstrucció n se esconde un proyecto de transformar el país en una nueva colonia del imperialismo americano, mientras el imperialismo francés busca también garantizar su parte. Hasta Brasil, que en los últimos cinco años estuvo sirviendo al imperialismo al dirigir la ocupación militar, busca en este momento conseguir su parte en el reparto de los negocios de la reconstrucció n y del control futuro del país.

Frente a esto, el presidente haitiano, René Préval, está demostrando su papel de títere completo de EE.UU. Su agradecimiento público al gobierno de EE.UU. por el envío de las tropas, cruceros, etc., que llegan a Haiti para ocupar el país, es la expresión máxima de un presidente absolutamente servil al imperialismo, y que es todavía utilizado por Obama para colocarse como el gran humanitario, mientras se propone recolonizar efinitivamente Haití.

¡Es necesario que la ayuda humanitaria sea controlada por las organizaciones populares y de trabajadores de Haití!

En este juego de fuerzas e intereses, quien queda en último plano es nuevamente el pueblo haitiano. La Minustah es una fuerza militar de seguridad y fracasó completamente cuando fue necesaria una verdadera ayuda humanitaria. Los gobiernos imperialistas están más preocupados en controlar militar y económicamente Haití para transformarlo en una colonia, que por la supervivencia del pueblo haitiano. El gobierno y las instituciones haitianas están ausentes y más preocupadas consigo mismas que con su pueblo. El presidente Préval, dejó eso claro cuando afirmó que la mayor prioridad es restablecer las comunicaciones, en particular entre los miembros del gobierno, en segundo lugar, la remoción de los destrozos para desobstruir las vías, y, en tercer lugar, el auxilio de combustibles para los coches del gobierno (Folha de São Paulo, 15/1/2010).
Además, sea bajo las manos de los gobiernos imperialistas o de los gobernantes haitianos, tal como aconteció en catástrofes naturales anteriores, lo más probable es que buena parte de la ayuda humanitaria quede perdida en medio de la corrupción y sea utilizada para garantizar el bienestar de los más ricos y no la vida de los más pobres.

Para salir definitivamente de esta situación de tragedia humana y social, los trabajadores sólo podrán contar consigo mismos, tomando su destino en sus propias manos. Algunos relatos que nos llegan a través de la prensa internacional muestran que ya hay indicios de esa conciencia, como los campos de refugiados auto-organizados o una operación de rescate en la universidad GOC (Group Olivier Collaborateur) hecha por los propios estudiantes y sus familiares.

Es por todo eso que creemos que la única solución es que el propio pueblo haitiano controle la ayuda humanitaria que llegue a su país. En caso contrario, toda la conmoción de los pueblos del mundo entero y sus esfuerzos para ayudar a los haitianos quedarán en buena parte perdidos o serán utilizados de forma indebida.

¡El pueblo haitiano necesita de agua, medicamentos y comida, no de fusiles, marines y represión!

¡Por una campaña internacional de solidaridad, promovida por los trabajadores y las organizaciones populares!

Si toda la ayuda humanitaria es bienvenida, consideramos que es fundamental que los sindicatos, las organizaciones estudiantiles y populares, las organizaciones de derechos humanos independientes de los gobiernos burgueses, recauden fondos que sean entregados directamente a las organizaciones populares haitianas.

La Coordinación Nacional de Luchas (Conlutas) en Brasil, junto con otras organizaciones obreras, ya tomó la iniciativa de hacer una campaña para recoger fondos y ayuda para llevar a los trabajadores y al pueblo haitiano. Es fundamental que esta iniciativa sea también emprendida por las organizaciones sindicales y populares de todos los países, de forma independiente de sus gobiernos.

La LIT-CI llama a todas las organizaciones de los trabajadores a realizar una campaña de solidaridad de la clase trabajadora de todo el mundo para la clase trabajadora y la población pobre de Haití. Esta campaña debe servir, en primer lugar, para ayudar al pueblo haitiano, pero también para reanudar la tradición de lucha obrera internacional y los fundamentales lazos de solidaridad entre la clase trabajadora del mundo entero.

Por último, la LIT-CI llama a que esa ayuda sea entregada a las organizaciones obreras y populares de Haití, por ejemplo Batay Ouvrière (BO), una de las principales organizaciones obreras del país, que desde el inicio se opuso a la ocupación militar hecha por la Minustah y que encabezó la reciente lucha por el aumento del salario mínimo. Es con el objetivo de entregar esa ayuda solidaria a la clase obrera y el pueblo pobre que nos proponemos organizar una delegación internacional a Haití.

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