Repudiemos la ocupación militar yanqui.
El país más pobre del hemisferio clama por ayuda.
SOLIDARIDAD CON HAITI. REPUDIO A LA OCUPACIÓN MILITAR YANQUI.
Haití, devastado por un terremoto; el país más pobre del hemisferio clama por ayuda.
“Un terremoto de 7 grados en la escala de Richter devastó hoy Puerto Príncipe, la capital de Haití, con saldo de cientos o miles de muertos y heridos, en lo que fue considerado por el gobierno de la nación más pobre del hemisferio como “catástrofe de enormes proporciones”. Un número indeterminado de edificios públicos, entre ellos el Palacio Nacional, así como un hospital, la catedral, instalaciones de la Organización de Naciones Unidas (ONU), hoteles, comercios y cientos de casas se derrumbaron”.
La noticia estáen todos los medios de comunicación: la radio, la TV, Internet, revistas. Los comentaristas y los conductores de los programas noticiosos ponen acento especial al informar, dan la impresión de que el dolor que sienten por la tragedia es real, algunos de ellos muestran rostros tan afligidos que casi derraman lágrimas por la tragedia que sufre el pueblo de Haití. Hablan una y otra vez del apoyo solidario de los gobiernos de diferentes países y de los organismos internacionales. Por su parte, los partidos políticos y las organizaciones altruistas llaman en forma insistente a que los mexicanos apoyemos con alimentos, ropa, medicina y económicamente al pueblo de Haití; para facilitar el apoyo, proporcionan números telefónicos, domicilios y números de cuentas bancarias. Se desarrolla en estos momentos una campaña internacional de solidaridad con el país más pobre del Hemisferio. Varios artistas aparecen en las pantallas haciendo donativos o bien arrancando piedras con sus propias manos en las ruinas de Puerto Príncipe.
Sin embargo, hay algo que llama poderosamente la atención, en ningún medio hablan del otro terremoto, ese que ha provocado la hambruna crónica del pueblo de Haití, y de muchos pueblos más, incluido México. Ese terremoto devastador que se llama imperialismo.
El desempleo y la miseria del pueblo de Haitíno es casual ni han sido provocados por su mala suerte, la profunda crisis económica y todos los males que la acompañan son resultado del dominio imperialista, principalmente el yanqui.
En Haití como en México, el imperialismo ha destruido la agricultura, la pequeña y mediana empresa y la industria nacional, los instrumentos que ha utilizado son los tratados de libre comercio y su política neoliberal que exige privatizar todo. Con su tratado comercial, el imperialismo hizo en Haití lo mismo que en México: allá acabó con el cultivo del arroz y la caña de azúcar, aquí con el cultivo del maíz y el fríjol; allá terminó con la cría de cerdos y aquí con toda la ganadería, esa situación creada por ellos ha provocado desempleo y hambruna. Sin producción nacional, los yanquis inundaron a Haití de arroz y azúcar estadounidense, que debido a los subsidios y reducción de impuestos de importación, eran más baratos. Así destruyeron la economía campesina y obligaron a los cultivadores a abandonar el campo. Hoy llegan alimentos enlatados y son bien recibidos. Pero la acción criminal devastadora del campo había condenado desde antes al hambre del pueblo de Haití,
La destrucción de la mediana y pequeña empresa y la industria nacional fue substituida por maquiladoras, pagando salarios miserables y obligando a la gente a trabajar en condiciones insalubres e inseguras. Exactamente igual que en México
Haití no es un pueblo sumiso ni resignado. Igual que México, logró su independencia con las armas en la mano. Después de este hecho histórico, las agresiones contra el pueblo de Haití no han cesado,
dos invasiones estadounidenses (incluida una ocupación de 1915 hasta 1934), y el apoyo de Washington a dictaduras fascistas ha sido permanente. Apoyados en la defensa de su falsa democracia y utilizando sus agencias de espionaje como la CIA ha impulsado los golpes de Estado como ahora lo hace en Honduras. La presencia del ejército mercenario yanqui en Haití ha sido constante, Bill Clinton envío 20 mil soldados estadounidenses para “estabilizar” al país tras el derrocamiento de Arístide, quien fue reinstalado, pero bajo estricto control de Washington y sus fuerzas militares hasta 1999.
Con la economía destrozada y sin derecho a elegir libremente a sus gobernantes, el pueblo de Haití tiene décadas muriendo de hambre y por enfermedades curables; sin independencia económica ni política, la República de Haití es una colonia de facto del imperialismo, principalmente el yanqui. Datos moderados hablan de que la Gran Burguesía no llega ni al 20 por ciento, pero concentra más del 63 por ciento de la riqueza, mientras que el 80% de la población subsiste de las remesas que envían los familiares que han tenido que emigrar a EEUU.
Los últimos reportes de la prensa nacional e internacional hablan de más de 100 mil muertos y más de 3 millones de damnificados, las imágenes de la catástrofe que se presentan en TV y videos son escalofriantes: cuerpos de hombres, mujeres y niños regados por las calles, personas quitando escombros con varillas y las manos desnudas buscando familiares; hombres y mujeres cargando a sus pequeños hijos, llorando desconsolados y sin saber a donde llevarlos para que les presten auxilio. Son escenas desgarradoras que provocan inevitablemente las lágrimas y la rabia por la desgracia que se ensaña, como siempre, con los más pobres.
La campaña internacional de solidaridad con el pueblo de Haití es cada vez más amplia, los primeros que se rompen las vestiduras para convocar una y otra vez y dar a conocer todos los esfuerzos que están haciendo por el “pueblo hermano”, son los mismos que han provocado su ruina, son los mismos que directa o indirectamente han hecho todo lo posible para impedir la liberación del pueblo haitiano. Calderón no podía quedarse atrás y con lágrimas en los ojos convoca a brindar solidaridad a los que carecen de comida, de luz, de agua, de medicinas. Sí, eso y más hace falta. Pero no es sólo ahora, sino desde siempre, y no sólo a ese heroico pueblo. También a los 6.5 millones de desempleados que en México sufren hambre, enfermedades, frío, y también carecen de electricidad, agua y otros servicios, sólo para que un puñado de multimillonarios extranjeros y nacionales posean descomunales fortunas y una vida suntuaria.
Nadie puede negar la importancia que tiene el apoyo internacional al pueblo de Haití en estos momentos tan dramáticos, pero estamos convencidos que aún el apoyo más amplio de todos los pueblos del mundo será insuficiente para que los haitianos resuelvan sus necesidades fundamentales de alimentación, salud, vivienda, educación, trabajo, salarios dignos. Con terremotos y sin terremotos, con huracanes y sin huracanes, el pueblo de Haití conoce profundamente el significado de la muerte por hambre, conoce la agonía lenta y prolongada que produce la carencia de alimentos y medicamentos elementales.
Obama y su gobierno militarista han inventado el terminajo “solidaridad militarizada” para justificar el envío de tropas y marines, en cantidad de 14 mil, mismas que se suman a lo 13 mil Cascos Azules de la ONU. Esta ocupación militar hace de Haití una base militar yanqui que controla ciudades, puertos, carreteras y aeropuertos. Hacen publicidad acerca de la existencia de “un ambiente tenso” ¡Como si perderlo todo, incluso la vida de sus familiares pudiera llevarse con tranquilidad! También pretextaron el asalto a tiendas y el robo en las colonias residenciales y la proclividad a la violencia ¡Como si la ausencia de ayuda a la población a pesar de las toneladas de alimentos, agua, medicinas, invitara a la calma y a la Paz! El Presidente es tan inútil, como lo fue Miguel De la Madrid en 1985. Y al pueblo le temen, por eso no lo organizan y al contrario lo asesinan y reprimen.
En suma, la ocupación militar yanqui en Haitíbusca evitar el estallido revolucionario del sufriente e indignado pueblo haitiano, temen a la revolución. Y en la situación actual mundial y de América Latina, esta ocupación es una advertencia para el pueblo de México, por si está pensando en levantarse en armas por su insoportable situación económica y política; para Venezuela, Bolivia, Ecuador, de seguir oponiéndose a la política militarista estadounidense y sus planes de agresión desde las bases militares instaladas en Colombia.
Nos unimos a la solidaridad con el pueblo de Haití. Convocamos a repudiar la ocupación militar por las tropas yanquis y los Cascos Azules de la ONU
Es seguro que todo el dolor del pueblo haitiano se transformará en rabia y se levantará contra sus opresores, enterrarán a sus muertos y continuarán en la lucha de clases. El imperialismo, la gran burguesía y los caciques terratenientes tienen que ser barridos al basurero de la historia en Haití y en todos los pueblos del mundo.
¡YANQUIS GO HOME!
¡SOLIDARIDAD TOTAL CON EL PUEBLO DE HAITI!
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