La ultraderecha
Luis Javier Garrido
La ultraderecha está emergiendo con gran fuerza en el mundo ante la crisis del modelo económico de dominación, y en México, enquistada en sitios estratégicos del Estado durante los dos gobiernos panistas, amenaza ya el futuro de los mexicanos.
1. Las matanzas perpetradas en Oslo (Noruega) por Anders Behring, un extremista neonazi que asesinó a más de 80 personas el 23 de julio, se están presentando empero en los medios como la obra de un asesino solitario, tratando de ocultar los análisis que se han hecho desde hace décadas, señalando que en los años de la globalización neoliberal ha germinado un enorme malestar en las sociedades euro-occidentales, fortaleciéndose la corriente ideológica y política de la ultraderecha sustentada en la intolerancia, la barbarie, la irracionalidad y las tesis históricas del nazi fascismo.
2. La actitud de los grupos dominantes de la derecha tradicional y de las clases privilegiadas, que se sienten ufanos de controlar con los regímenes seudodemocráticos actuales las aspiraciones de los pueblos de una manera brutal pero soterrada, y que no existe para ellos el riesgo del terror de la ultraderecha, asumiendo que en la supuesta modernidad no hay espacio para la irracionalidad de la violencia neofascista, pretenden no ver los fundamentos ni los alcances del modelo neoliberal impuesto al mundo en el último cuarto de siglo.
3. Las organizaciones y partidos de la ultraderecha se han fortalecido de manera abierta en el mundo en estos 25 años, aunque en algunos países como México este proceso se haya desarrollado de manera soterrada. En Estados Unidos el llamado Tea Party domina ya al Partido Republicano y está imponiendo su lógica y su proyecto al débil gobierno derechista del neoliberal Barack Obama. En varios países europeos, según se escandaliza el diarioEl País el 22 de julio, los partidos ultraderechistas avanzan electoralmente: el Partido Popular Danés con 13.8 por ciento, los Auténticos Finlandeses de Finlandia con 19 por ciento, el Partido Liberal de Holanda con 15.4 por ciento, el Partido de la Libertad de Austria con 17.5 por ciento y el Frente Nacional de Francia de Marine Le Pen con 10.4, hasta llegar al Partido del Progreso de Noruega, que cuenta con 23 por ciento. El riesgo mayor aparece sin embargo, y no se dice, en aquellos casos en los que grupúsculos y organizaciones protofascistas se subsumen en el partido tradicional de la derecha de su país, pues actúan en un plano de doblez y de manera mucho más impune: como acontece en los casos peligrosísimos de España (el PP) y de México (el PAN).
4. El legado de Felipe Calderón a quien lo suceda en 2012 no es nada más por lo mismo el de una nación devastada por la violencia que le impuso y saqueada por las multinacionales que pasan por sobre el orden constitucional, el de un Estado desmantelado que ha entregado funciones esenciales a Washington y en el que los poderes fácticos se han consolidado por encima de la ley o el de un gobierno corrompido como pocas veces en nuestra historia, sino el del auge de las organizaciones de la ultraderecha, fortalecidas desde Los Pinos y que se han apoderado del aparato de Estado: no sólo por el financiamiento a las agrupaciones políticas nacionales, merced a la perversa legislación electoral, o a las ONG, que desde los años de Fox viven del erario, sino por el abierto desvío de los recursos públicos.
5. La pregunta que habría que formularse es sin embargo si no están las formas de totalitarismo en la concepción de origen de todas las fuerzas de la derecha. El PAN, nacido en 1939, apoyó en 1940 al general fascista Juan Andreu Almazán, pero como oposición leal al PRI escondió durante décadas su vis derechista, hasta que en los años de Salinas incorporó a su estructura a organizaciones de ultraderecha –desde el DHIAC hasta Civilización y Libertad, el MURO y la Ancifem, investigados por Álvaro Delgado–, y hoy su fuerza esencial la constituye El Yunque fascista, al que acompaña La Casa Sobre la Roca (CSR), que analiza Arturo Rodríguez García en Proceso 1812, organización a la que Calderón está entregando ilegalmente amplios recursos del Estado.
6. ¿Y no acaso Leonardo Valdés, titular del IFE, y señalado como filocalderonista, elogió el día 25 al entregarle recursos públicos a la organización ultraderechista Sociedad en Movimiento, que fuera parte activa de la guerra sucia en 2006?
7. La última instancia de la escalada de la irracionalidad protofascista, hay que subrayarlo, es la que está llegando a México con el gobierno ultraderechista del PAN, que se halla enmascarada en un discurso hipócrita sobre la lucha del bien contra el crimen organizado. La “guerra contra el narco” permite no sólo acelerar el desmantelamiento del Estado nacional entregando la toma de decisiones a Washington, y consolidar los privilegios económicos y políticos de las mafias locales de poder económico, sino instaurar formas de dominación política que hacen nulos los derechos políticos de los mexicanos.
8. Las pretensiones reiteradas de los jefes de las fuerzas armadas para que se legisle en materia de seguridad garantizándoles un marco de impunidad hechas en días pasados, y ahora las afirmaciones destempladas del titular de la Marina, almirante Francisco Saynez, descalificando el martes 26 durante un discurso a las organizaciones civiles como cómplices del crimen organizado por defender los derechos humanos, traen a la memoria de los mexicanos los escenarios de los regímenes militares de Brasil (1964-1985), de Uruguay (1973-1985), de Chile (1973-1990) y de Argentina (1976-1983), y advierten de la urgencia de hacer regresar cuanto antes a los militares a los cuarteles.
9. En la reunión de dirigentes del movimiento de Javier Sicilia con los legisladores el día de ayer en el Castillo de Chapultepec, a pesar de unos y otros, la denuncia de las víctimas puso de relieve que muchas de las muertes son debidas a grupos paramilitares organizados por el gobierno. De ahí la importancia de la exigencia de rechazar y enviar al basurero de la historia el proyecto de ley de seguridad nacional, que hizo suya con energía Miguel Concha contrastando su actitud con la debilidad del resto de las intervenciones.
10. La “guerra contra el narco” de Washington y de Felipe Calderón fue una estrategia de los poderes oligárquicos para acrecentar su dominación y sus privilegios, y el esquema de contrarreformas que están proponiendo ahora no es más que un signo de su temor ante la crisis que se avecina. Lo que proponen no es crear las condiciones para una mayor seguridad de los mexicanos, sino todo lo contrario: una serie de leyes atroces para asegurar la seguridad de los intereses oligárquicos y del sistema de dominación. Es por ello que ante estas tentativas de la ultraderecha presentadas por los panistas y sus aliados, hay que reiterar con mayor energía un contundente: ¡Ya basta!
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