La maestra, Calderón, AMLO y Maquiavelo
Lorenzo Meyer
El meolloEl tema concreto El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) es hoy el sindicato políticamente más importante de México, no sólo por su tamaño, organización y recursos, sino adicionalmente por su ambición y verdadera especialización: no la docencia sino la movilización estratégica del voto; no sólo el de sus agremiados -un millón 250 mil- sino también de sectores sobre los que los maestros pueden influir desde su posición de control de la escuela pública. En una inusual y larga conferencia de prensa, la maestra Elba Esther Gordillo, presidenta del SNTE, aceptó algo que ya se sabía pero que a partir de ahora adquiere la calidad de verdad incontrovertible: que en la campaña para la elección presidencial del 2006, la lideresa magisterial dio todo el respaldo de su organización sindical al candidato de la derecha, al panista Felipe Calderón, pues no podía negociar ese apoyo con el candidato del PRI -Roberto Madrazo- porque éste era su enemigo declarado ni con el candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien simplemente "no quería hablar con nosotros" (La Jornada, 30 de junio). Así, embonaron a la perfección, la falta de opciones de Gordillo con la urgente necesidad de apoyos del candidato Calderón, para remontar, a como diera lugar, la notable ventaja que le llevaba AMLO en las encuestas.
El candidato panista aceptó esta oferta a contrapelo de la posición tradicional del PAN en el campo del corporativismo. Y es que ese partido, que nació al final del cardenismo, siempre se dijo contrario a que organizaciones como el SNTE sirvieran de sustento a los cuatro sectores que configuraron la base masiva de un PRM que poco después se transformaría en PRI.
Sin embargo, a fines del 2005, Calderón y el PAN debieron concluir que el fin -mantener el poder ganado seis años atrás y derrotar a la izquierda- justificaba los medios. Por su parte la maestra Gordillo admitió que, a cambio del apoyo del SNTE, ella obtuvo de Calderón, entre otras cosas, el ISSSTE, la Lotería Nacional, el Sistema Nacional de Seguridad y, aunque eso lo omitió, la Subsecretaría de Educación Básica de la SEP, para su yerno. Con el correr del sexenio, la maestra conseguiría más ventajas y consolidaría su posición, al punto de lograr que Josefina Vázquez Mota, la secretaria de Educación, renunciara al cargo con el pretexto de ir al Congreso y quedara así perfectamente claro que en la SEP el verdadero poder era el SNTE.
En contraste, la pérdida no fue sólo para el adversario de esa alianza non sancta, AMLO, sino para el país en su conjunto. Veamos. Por un lado está un posible desfalco al ISSSTE -¿8 mil millones de pesos?- del que Gordillo se deslinda cargando toda la culpa a su ex director, Miguel Ángel Yunes, quien contraataca asegurando que la maestra quería sacar 20 millones mensuales del ISSSTE para el Panal. En la Lotería también se denunciaron malos manejos. Por otro lado está el problema de la calidad de la educación, única vía por la que México podría, si fuera buena, alejarse del subdesarrollo. Si bien dicha calidad ha mejorado respecto a lo que era en el 2006, la comparación mundial de los resultados de la prueba de lectura y matemáticas, PISA 2009, no deja bien parados a los maestros mexicanos como conjunto. De 65 países, México ocupa el lugar 48. En lectura ningún mexicano alcanzó el nivel máximo (el 6) y en matemáticas ninguno llegó al 5 (PISA 2009 results: what students know and can do, Vol. I, [OCDE, Paris, 2010], pp. 50 y 131). Claro, otros países latinoamericanos, incluidos Brasil y Argentina, salieron peor, pero ése es un pobre consuelo frente a China, que teniendo un ingreso per capita de apenas la mitad del nuestro, aparece en primer lugar.
En relación con la oferta de Gordillo, AMLO fue perfectamente congruente con su discurso de ética política, ese de no hacer tratos con "mafiosos". Sin embargo, Maquiavelo, según argumentó en su obra más famosa, El príncipe (1532), hubiera juzgado un error rechazar la alianza que ofreció el SNTE, pues para el pensador florentino, el compromiso de todo líder político no debe ser con la congruencia ni la honradez sino con la eficacia en la conquista y preservación del poder. Maquiavelo y otros en la Italia renacentista, consideraron que, si las circunstancias lo exigen, el político está obligado a romper con los esquemas morales propios del individuo sin responsabilidad política. En la búsqueda del poder, si se alcanzan los fines, los medios quedan redimidos. En el caso y época de Maquiavelo, los fines eran unificar a Italia y ponerla a salvo de las potencias extranjeras y de sus guerras internas, lo que daría al pueblo italiano seguridad y prosperidad. En el caso de AMLO, el fin es dar contenido: "por el bien de todos, los pobres primero".
La discusión abierta por los maquiavelistas la siguió Max Weber y continúa; no se puede cerrar. Desde la perspectiva maquiavélica, el responsable político debe "aprender" a no ser bueno, para finalmente conseguir un bien superior para la colectividad gobernada. Sin embargo, hay un gran peligro en ese razonamiento: en el proceso de usar instrumentos moralmente reprobables para alcanzar el "bien superior", ese bien puede distorsionarse hasta perderse. Entonces esos medios, que con tanto detalle describió Maquiavelo para manipular los peores impulsos y temores del ser humano, pasan a la categoría de fines en beneficio del interés personal del líder y su grupo y no de la colectividad.
En términos de Maquiavelo, AMLO hubiera podido usar la ambición de Gordillo para asegurar la Presidencia en 2006 y luego movilizar la fuerza adquirida para deshacerse de ella y tratar de rehacer al SNTE. Un ejemplo al respecto lo dio el general Cárdenas, que hasta 1934 se sometió a la voluntad de Plutarco Elías Calles, pero una vez en la Presidencia se deshizo de Calles y condujo al país por uno de sus procesos de cambio más productivos de su historia. Sin embargo, las cosas no quedaron ahí. En la siguiente etapa histórica, las organizaciones de masas creadas y manipuladas desde arriba por Cárdenas, y por no ser creación genuina de sus miembros, fueron fácilmente tomadas por líderes no muy diferentes de Calles y usadas para consolidar el poder de un PRI que pronto se volvió anticardenista, autoritario, corrupto y oligárquico, y hoy amenaza con volver por sus fueros.
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