miércoles, 10 de marzo de 2010

Mujer e inmigración

Escrito por:
Corayma Camacho

En el mercado actual se desecha la mano de obra que excedente y esta se ve forzada a emigrar para tratar de sobrevivir. En el período actual el mismo mercado globalizado es el encargado de liberar esta mano de obra que frente a la ineptitud del sistema de poder garantizar un empleo digno se ven en la necesidad de abandonar a su familia, su tierra y a veces su propia vida; emigran a otro país en el cual pueda obtener un empleo aunque sea mal pagado pero que le permita garantizar el alimento de su familia; entonces podemos deducir que la migración como muchos de los problemas actuales es producto del capitalismo.

En un primer momento los migrantes se enfrentan a los gastos derivados de su migración, una vez que la persona esta en el país destino y comienza a trabajar debe empezar a pagar la deuda derivada de este proceso. Para el migrante recién llegado el estilo de vida debe ser modesto y todo el ahorro se va a pagar la deuda.

Las aspiraciones de los migrantes no son exageradas. Simplemente quieren acceder a un nivel de vida mejor: poder comprar un terreno, construir un cuarto, poner un negocio, etc. Desafortunadamente la mayoría de las veces esto no es posible pues se enfrentan a muchas dificultades tales como salarios mínimos, explotación, discriminación, etc. y con esto ven mermado el sueño de mejorar su nivel de vida.

El problema de la inmigración se ha agudizado en todo el mundo a lo largo de ya varias décadas, no obstante ese fenómeno se ha profundizado en los últimos años a raíz de una pobreza mas lacerante y extendida en los países atrasados, además a consecuencia de la reciente crisis económica. De acuerdo a un informe de la ONU, actualmente la población inmigrante asciende a los 191 millones de personas, dato por mucho superior a los 175 millones registrados cinco años atrás. Este fenómenos ha afectado seriamente a las mujeres a cuales, motivada por el desempleo y la falta de oportunidades, se ven obligadas a vivir fuera de su país de origen. Del total de la población mundial de inmigrantes se calcula que 90 millones son mujeres.

México es uno de los mejores ejemplos mundiales de ese fenómeno. Nuestro país, por las misas razones que motivan la inmigración en el resto de países pobres, ha pasado de los 260 mil connacionales inmigrantes viviendo en Estados Unidos en 1960 a los 12.7 millones de mexicanos que habitan actualmente en dicha nación, este último dato según los informes del Pew Hispanic Center. Y al igual que las mujeres pobres del resto del mundo, el fenómenos migratorio se ha expresado con importante intensidad entre las mexicanas: de a cuerdo a los datos del Censo de Población para el año 2000 la relación entre sexos para la población inmigrante ya era de 116 hombres por cada 100 mujeres. Diez años antes, en 1990, dicha relación era de 124 hombres por cada 100 mujeres. Un informe del año en curso presentado por la Segob destaca que el 45% de la población inmigrante mexicana la integran mujeres; nos obstante este dato, un estudio de la Cámara de Diputados del 2008 ya plateaba que dicho porcentaje se elevaba al 50.5%.

La globalización tiene repercusiones evidentes en los planos sociales, económicos y de convivencia; como la generación de un mercado de personas desempleadas el cual esta sujeto a explotación, que se nutre de las personas más vulnerables, especialmente de mujeres cada vez más jóvenes procedentes de los países más pobres.

Si de por sí la vida de un migrante no es fácil y cuando se trata de una mujer migrante es aun más complicada, pues en una sociedad donde la mujer lucha cada día en su propio país por encontrar la igualdad a todos los niveles sociales tales como igualdad, derecho a la educación, participación política, liberación sexual, derecho al empleo estable y bien pagado, etc.

Estas mujeres sin papeles alojadas en un país que no es el suyo se ven en primer instancia obligadas a romper muchas veces los vínculos que les unía con sus familias, dejando a sus hijos en su país para viajar miles de kilómetros a un mundo desconocido ya que en su país solo les quedaba la pobreza, el desempleo y muchas veces el maltrato y abandono. Desafortunadamente muchas veces son victimas de desempleo, explotación, abuso sexual, y otras tantas la misma calle.

En su condición femenina la mayoría de las veces se les da solo acceso a trabajos sin horarios, sin reglas, sin condiciones mínimas de salubridad, además de tener que padecer acoso laboral y sexual. Tales trabajos pueden ser el servicio doméstico, cuidado de personas adultas y en el peor de los casos la prostitución.

Hay datos que confirman que del 100% de las mujeres migrantes el 80% de estas trabajan en empleos no cualificados tales como trabajo doméstico, cuidan niños ajenos, lavan trastos en restaurantes, etc.; el 16.6 % se desempeñan en trabajos que requieren una formación técnica de grado medio como cuidar a adultos mayores y solo el restante en trabajos que pueden ser a nivel profesional.

En la actualidad las mujeres son protagonistas de movimientos migratorios muy importantes. De esta manera en tan solo pocos años las mujeres se han convertido en agentes directos de procesos de migración que año con año va en aumento, esto es resultado de la pobreza que sacude sus países, la falta de oportunidades y la desigualdad laboral. Desafortunadamente el hecho de emigrar no aleja a las mujeres de esta situaciones pues ellas son más vulnerables a ser contratadas por sueldos inferiores que los hombres y son explotadas en mayor medida. Muchas de las veces las mujeres son vistas solo como mercancías que son usadas como mano de obra barata y otras tantas en “productos” de uso sexual.

Entre los trabajos en los que se desempeñan la mujer migrantes podemos clasificarlos en tres rubros principales:

  1. El servicio doméstico; este empleo no reconoce ningún derecho para las mujeres migrantes pues puedes ser echadas a la calle sin ninguna consideración laboral, lo único de lo cual “gozan” en el mejor de los casos es de afiliación social pero por otra parte mantienen una jornada laboral sin límite.
  2. El cuidado de personas enfermas y/o niños; actividad en la cual tampoco se goza de regulaciones laborales y muchas de las ocasiones se ven obligadas a trabajar horarios exhaustivos y hasta nocturnos; por si fuera poco en variadas ocasiones en condiciones que ponen en riesgo su propia salud.
  3. Este último es uno de los rubros más lamentables, el de la prostitución, muchas de las mujeres migrantes que la ejercen llegaron de la mano de mafias, que las someten y extorsionan, con amenazas directas sobre sus familiares y/o deudas impagables, la mayoría de las veces no logran superar esta terrible situación.

Hablando un poco de datos respecto al porcentaje de mujeres migrantes; cifras oficiales del Banco Mundial reconocen que el 49.6 % de los migrantes actuales son mujeres, es decir, casi la mitad del total de migrantes de todo el mundo.

“Las mujeres envían mucho dinero a sus familias, y la evidencia recogida en zonas rurales de México demuestra que su migración tiene efectos económicos positivos para los hogares que dejan atrás”.

La línea arriba mencionada se refiere a palabras de economistas burgueses que hacen alusión al aumento desmesurado de migración femenina en busca de mejorar sus condiciones de vida y ser el sustento de su familia. Para estas personas el hecho que las mujeres emigren representa según ellos efectos económicos positivos para sus hogares.

A estas personas no les importan las condiciones bajo las cuales se encuentre laborando y las dificultades que han sufrido para lograr emigran a otros países, en lugar de preocuparse por garantizar una estabilidad economía en sus países de nacimiento festejan según ellos la mejora económica de sus familias.

Es claro que bajo el capitalismo y este mundo globalizado donde no se garantiza una vida diga y un empleo digno, muchas personas se ven en la necesidad de buscar en países de “primer mundo y/o desarrollados” una esperanza a sus problemas económico. Desafortunadamente el calvario de esta gente empieza desde el momento que deciden abandonar a sus familias, la travesía para llegar a otros país, el abuso del que son objeto en el trayecto a su destino, hambre, desesperación, abandono, en el “mejor de los casos” ya que otras veces los migrantes mueren en el intento por internarse en otro país que no es el suyo; por si fuera poco al llegar a otro país se enfrentan a la triste realidad: desempleo, explotación, abuso, persecución y violación a sus derechos sociales y laborales.

El capitalismo no nos ofrece solución alguna a los miles de problemas que ha generado por el contario cada día demuestra su incapacidad para garantizarnos las mínimas condiciones de sobrevivencia. El único camino que tenemos los trabajadores para soluciones estos problemas es la lucha unificada por una sociedad socialista.

Fecha:
10 de marzo de 2010

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