Cuarta parte ¡ALIMENTOS PRODUCIDOS POR ARTESANOS! Quinta demanda ecologista, para la reconstrucción ecológica de la Cuenca del Valle de México.
8.- En su labor, los artesanos encuentran la posibilidad de utilizar y desarrollar sus facultades, liberarse de su egocentrismo, unirse a otras personas en una tarea común y producir bienes y servicios necesarios para la vida de los demás; tienen un trabajo que adecuadamente realizado, en condiciones de dignidad y libertad, los hace grandes a ellos y a sus productos. Los artesanos colaboran entre sí y no compiten; quieren simplemente vivir con dignidad y no ambicionan el dinero y el poder infinito que sí buscan los empresarios transnacionales. Escapan a la situación extrema, desesperada, de quien no consigue un empleo o se ve obligado a vivir de un empleo precario, temporal y esclavista.
Con su trabajo, los artesanos cambian su vida y moldean a la sociedad: crean un modelo óptimo de consumo en lugar de un modelo óptimo de esfuerzo productivo; se alejan de la economía moderna que desprecia al ser humano y a la Tierra. De esta forma, ayudan a disminuir la importancia del empleo, pues no hay nada más destructivo que una sociedad hecha para vivir del empleo que no ofrece empleo(Hanna Arendt), como es la que se vive en México desde hace más de 30 años. Quienes tienen facultades manuales, pueden encontrar en la producción artesanal de alimentos un campo inagotable de maravillas y satisfacciones. Los alimentos producidos por artesanos reducen el consumismo, el desempleo y la violencia que engendran estas calamidades sociales.
9.- Los científicos y tecnólogos ligados a la industria agroalimentaria y sus premios Nobel trabajan más bien al servicio de la guerra contra los pobres: por medio de sus diseños y creaciones generan la desnutrición y el hambre en el mundo y actúan bajo la consigna lanzada por H. Kissinger hace más de 4 décadas “Controlar a las naciones por medio del estomago”. La industria agroalimentaria consigue este objetivo por medio de grandes inversiones en investigación científica y en el desarrollo de la “comida chatarra” y la “comida Frankenstein”, como lo son los transgénicos, y en la mercadotecnia que permite convencer, seducir o corromper a las universidades, las escuelas, los gobiernos, los legisladores, los magistrados, los “entes autónomos”, de las supuestas ventajas y beneficios de sus siempre “novedosos” productos.
No se crea valor económico en el mundo sin la devastación previa de la cultura y de las instituciones democráticas. Por estos medios violentos, las empresas transnacionales de los negocios agrícolas, como Monsanto, Bayer, Novartis-Sygenta; Archer Daniells, Cargill o Coca-Cola pretenden lograr el poder más absoluto posible sobre la alimentación de los pueblos; desean monopolizar totalmente la alimentación mundial y lo consiguen en gran medida con apoyo en la manipulación genética, la presión extrema sobre los gobiernos, los tratados de libre comercio y la promoción del culto a la ciencia y la tecnología: ya han conseguido someter a sus dictados al gobierno de EU, la OMS y la FAO, así como a las principales universidades del mundo.
En su famoso documental, Marie- Monique Robin [1] muestra el siniestro historial de Monsanto; revela cómo ha sujetado al gobierno de EU a sus intereses, con el fin de imponer los transgénicos en el mundo y muestra los desastres humanos, sociales y ecológicos que acarrea esta falsa solución al hambre en el mundo.
El culto a la ciencia y la tecnología, elemento central de la mercadotecnia de la industria alimentaria, invade a los gobiernos, los partidos y buena parte de las universidades y de la población: es el principal obstáculo en la reducción del hambre, las migraciones y la devastación ecológica creada por los alimentos industrializados, así como para el florecimiento de la Buena Alimentación en el mundo. La ciencia y la tecnología están muy lejos de resolver los problemas de la humanidad- más bien los crean y los agravan -, además, ponen al ser humano en peligro de extinción. En los países desarrollados dos de cada tres científicos trabajan en desarrollos militares.
Los artesanos de la alimentación y las culturas son el gran freno mundial a la barbarie tecnocientífica.
[1] Documental francés El Mundo según Monsanto de Marie-Monique Robin
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