21 DE MARZO: DECLARACIÓN DEL COMITÉ ORGANIZADOR DEL CONGRESO SOBRE LOS PRINCIPIOS ÉTICOS DE LA REPÚBLICA AMOROSA
Los días 16 y 17 de marzo se llevó a cabo en la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México, un Congreso que tuvo como objetivo una amplia reflexión sobre los “Principios éticos de la República amorosa”, propuesta por Andrés Manuel López Obrador el pasado 16 de enero, en la ciudad de Puebla.
A nuestro llamado acudieron más de un centenar de ponentes procedentes de diversas disciplinas científicas y humanísticas, así como actores directos y un numeroso público. Todos ellos reflexionaron sobre importantes ejes temáticos como:
1. La pobreza y desigualdad como problema moral.
2. Características de una nueva educación para los mexicanos.
3. La construcción de una ética republicana.
4. Violencia y descomposición social.
5. Seres humanos, seres vivos y la naturaleza. Territorio y cultura.
6. Identidad nacional y globalización.
7. Derechos humanos
8. Una república amorosa ¿una propuesta ingenua?
9. La corrupción ¿Cómo evitarla?
10. Ciencia y ética. Los dilemas de la bioética.
11. La ética en la sociedad de la información.
12. Ética y política.
13. El proceso de deshumanización en la sociedad actual
14. Los pueblos indígenas de México.
15. Drogas, enteógenos y cultura.
16. Construcción de una cultura de la legalidad.
17. México en un escenario global de crisis ecológica, energética y de
violencia.
18. Diversidad sexual.
19. Derechos de las minorías.
20. Racismo y discriminación.
21. Dimensión humanística del arte y la cultura.
22. Trabajo, Subalternidad y explotación.
Los resultados fueron de una riqueza extraordinaria. Cada una de las mesas de trabajo llegó a una serie de conclusiones que damos a conocer ahora de manera sintética. Sin embargo, independientemente de que las ponencias completas estarán a la disposición del público a través de la página de Internet del Congreso, trataremos también de que se publiquen en forma impresa. De lo que se trata es que estas conclusiones sean conocidas y sometidas a un amplio debate en todo el país para que se genere un potente movimiento de ideas y de propuestas.
La regeneración ética que necesita el país requiere de una participación activa de los ciudadanos que permita para avanzar de manera democrática hacia una sociedad mejor, plena y creativa.
Declaración del comité organizador:
1. Una república amorosa es una república incluyente y solidaria que busca que la honestidad y la justicia se conviertan en el fundamento y se establezcan en todos los niveles de vida en México, a partir de una concepción laica del Estado.
Una república amorosa aspira al bienestar, a la igualdad de oportunidades y a la dignificación de la vida de todos sus habitantes.
Para la república amorosa la educación humanística y científica es un valor supremo y promueve la necesidad de una democracia auténtica, un desarrollo pleno del individuo y de la colectividad.
Una republica amorosa enarbola una cultura de paz en la que el respeto a los derechos humanos constituyan la columna vertebral de la regeneración nacional.
2. La sociedad mexicana ha venido arrastrando un pasado racista, una mentalidad de tipo colonial, prepotencia de clase, corrupción e impunidad. Los pueblos indígenas son quienes más han padecido estas lacras. Mediante la transformación ética, de carácter social e institucional, debemos erradicar por completo estos males ancestrales que se han profundizado en los últimos años por el modelo neoliberal.
3. La implantación del neoliberalismo durante los últimos 30 años ha tenido como resultado la profundización de la desigualdad, la concentración del ingreso y el incremento de la pobreza.
Se requiere una estrategia que busque un equilibrio en la justa distribución de la riqueza.
4. La educación integral debe ser un derecho para todos los mexicanos y el motor de la transformación social y ética.
En la actualidad se ha puesto en marcha un modelo tecnocrático y productivista que promueve el individualismo competitivo y de mercado. Frente a ello debe oponerse un modelo humanista, inclusivo y que promueva en las personas una conciencia crítica y responsable del mundo, del entorno social y natural, en el presente y en el futuro próximo y mediato.
5. La vida democrática debe tener como uno de sus pilares el laicismo, orientación indispensable, sobre todo en un país culturalmente diverso como México. El laicismo debe proteger la libertad de creencia y de ejercicio confesional por igual, impidiendo el predominio de una confesión particular sobre el resto de la población. La ética republicana laica debe tener su origen en la diversidad social.
6. El modelo dominante está sustentado sobre una violencia estructural, que tiene múltiples expresiones: familiar, de género, laboral, ambiental, en la relación con los otros, en la economía, en la descomposición social y el crimen organizado, lo que genera un clima de odio y miedo que destruye el tejido de la sociedad y atenta contra la seguridad y la libertad de los mexicanos. Es violencia cuando millones padecen hambre; es violencia la insultante desigualdad social; es violencia cuando la corrupción es la forma de gobierno; es violencia cuando no se respeta el estado derecho y los jueces legalizan los abusos de los poderosos. Se requiere, entonces, desactivar las causas de esta violencia.
7. En nuestro país existe una profunda ruptura entre ética y política, que se manifiesta en diversos aspectos: en la corrupción gubernamental; en el divorcio de los partidos y agrupaciones políticas con los ciudadanos; en la subordinación de los políticos a los intereses del mercado y en la sustitución del mensaje político por los recursos de la mercadotecnia; en el alejamiento entre los gobernantes y gobernados; en el predominio del clientelismo y la compra de conciencias. Se debe fortalecer y articular todo un movimiento social para impedir la corrupción y exigir honestidad y rendición de cuentas en el ejercicio de los cargos públicos y en la vida política en general. La política debe recuperar su sentido ético de servicio a la comunidad y a favor del bien común. La democracia debe reconquistar su verdadera esencia: la participación directa y activa de los ciudadanos en las decisiones públicas.
8. Lo que se requiere es un cambio civilizatorio, una transformación ética de la vida cotidiana, de la economía, de la política, de las instituciones, de la sociedad, mediante la participación democrática y solidaria de los ciudadanos para lograr la regeneración de la vida nacional.
9. En medio de la crisis de inseguridad que padece nuestro país, apelar a la república amorosa es construir una vía hacia la paz. La violencia no se acaba con las armas sino con proyectos incluyentes y de justicia para todos. Una política del amor y la solidaridad es la mejor forma de acabar con el rencor y el resentimiento que produce la exclusión social y política de la mayoría de la población.
Hay que promover una educación y una cultura para la paz. Esto implica una revolución moral, el respeto a la vida, la práctica de la no violencia, una cultura democrática y del diálogo para arribar a consensos y dirimir las diferencias.
10. La república amorosa representa un llamado a salvar a México de los desastres y la destrucción que lo amenazan. Para ello hay que resignificar el sentido de la vida y de la ciudadanía, promoviendo el “buen vivir”, que implica la satisfacción plena de las necesidades materiales, sociales y culturales de las personas y de los pueblos; pero también una relación de respeto y cuidado de la sociedad con la naturaleza.
La propuesta de una republica amorosa no son sólo buenos deseos. Se trata de una revolución pacífica y ciudadana, de un proyecto social que responde a la necesidad de construir, democráticamente, un futuro posible.
Hagamos juntos esa república amorosa, justa, democrática, incluyente y solidaria.
Comité organizador:
Alfredo López Austin, Laura Esquivel, Gabriel Vargas Lozano, Raquel Serur, Hugo Gutiérrez Vega, Enrique Dussel, Manuel Pérez Rocha, Emma Laura Manjarrez, Julio Glockner, Ernesto Lammoglia, Pedro Mendoza, Pió Bautista Ruiz, Honorio Alcántara, Luisa Cortés, Jesús Ramírez Cuevas, José Luis Marín.
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