LA COLUMNA ROTA/VERÓNICA VILLALVAZO
Los desgarradores testimonios que por días fueron escuchados durante la Caravana Paso a Paso por la Paz, nos hacían pensar por momentos en esa necesidad de negar la realidad que eran sacados de películas de terror; en muchos momentos fue indescriptible la sensación de dolor que tan solo escuchando muchos de los que estábamos ahí teníamos.
Era como ser testigos mudos de cada una de las humillaciones, violaciones, asesinatos, desapariciones que muchos de los nos permitieron estar cerca de ellos narraron, aquello que describían dejo de ser humano, mujeres violadas por veintenas de hombres, bebes asesinados, hombres ultrajados, seres humanos, hermanos siendo mercancía, para algo servían y sirven esos seres ya sea para prostituirles, vender sus órganos, reclutarlos para hacerlos sicarios, o solo dejarlos en fosas comunes después de exprimir el poco dinero y pertenencias que tenían sus familias.
Y aún en medio de todo ese dolor, las madres y padres de los y las desaparecidas durante años, cantaban alabanzas a Dios por las noches, o en las mañanas, en medio de lo inenarrable; le agradecían cada una de las situaciones que pasaron y que siguen pasando.
Y la fuerza de quienes han sido su voz, nos sorprendía en este cóctel de emociones , la presencia de Dios en cada desgarrador testimonio, la manifestación del creador, declaraba el Padre Alejandro Solalinde, la fortaleza de Fray Tormenta, nos hacía no doblarnos ante la brutalidad con la que autoridades mexicanas ayudaron para que la delincuencia organizada operara, Los Zetas, los que pareciera son los amos del mundo, de este México violado, y violador, de un país víctima y victimario por la incapacidad de sus autoridades .
Mucho aprendizaje dejó esta experiencia para quienes tuvimos la oportunidad de estar cerca de seres tan lastimados, y de seres llenos de luz, las lagrimas no se detenían ante tanto que vivíamos día a día, hora tras hora, minuto tras minuto, sencillo como el verlos subir al tren; presenciar como arriesgan su vida desde el primer momento en que suben a “la Bestia”, buscando solo la mejoría como muchos de ellos lo expresan, “solo buscamos la mejoría porque en Centroamérica somos muy pobres y solo queremos que en nuestro paso por México no nos secuestren”.
Jóvenes, mujeres, adolescentes, adultos, adultas, familias, enfrentando por primera vez el cruce de la frontera sur de este país, ahora muchos de ellos y ellas la cruzaron no para llegar al país vecino, si no para transitar esos caminos que hace algunos años o meses su hermano, hermana, hijo, hija, padre, madre, transitaron, como si con eso pudieran palpar un poco su esencia perdida en algún lugar, como si ese simple acto los acercara a cada uno de los desaparecidos.
El último día el Padre Solalinde me dijo “Frida, cómo describes todo esto; dime cómo lo explicarás”; hasta el momento no sé aún cómo; no sé cómo hacerle saber a usted, lo que viví a lado de ellas y ellos, compartiendo su dolor, el calor de la zona de Oaxaca y Veracruz, el frío de Puebla y el Distrito Federal, el hambre, el miedo y la fuerza para acompañarlos a pedir justicia
Avergonzada ante ellos por saber que mexicanos como yo, como usted, les robaron la identidad, su familia y su dignidad, y con la conciencia de que mucho les debemos a los pueblos indígenas del país, pero también tenemos una gran cuenta pendiente con cada uno de los miles de migrantes desaparecidos y asesinados en lo que ya es llamado el infierno de los migrantes.
PARTE 1
fridaguerrera@gmail.com
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