Homenaje a Enrique González Rojo
Por René González
Cientos de puños izquierdos acompañan la nueva hora de Enrique González Rojo. El público de pie le reconoce con un largo y fraterno aplauso. Ha leído el poema A Javier Sicilia:
“Hoy por hoy nuestra patria,
con todos sus colores desteñidos,
es tan campo minado por el infortunio,
tan infierno nuestro de todos los días…”
Su Homenaje, González Rojo lo convierte en un acto político sincero, profundo -por poético- contra la guerra de Felipe Calderón. El maestro está conmovido porque cientos de personas abarrotan el Club de Periodistas –muchos rostros jóvenes-, celebran un doce de mayo la pertinencia y presencia de las letras del poeta, filósofo, militante, profesor e ideólogo.
Lo llamamos maestro porque él ha reivindicado con honestidad intelectual esa profesión. No se señalan las escuelas dónde González Rojo dio clases, es mejor preguntar ¿Dónde no dio clases el maestro González Rojo?
En la mesa importantes pensadores analizan la obra de González Rojo en sus diferentes dimensiones, Luis Hernández Navarro, Enrique Semo, Armando Bartra, Gabriel Vargas Lozano y Martí Batres revisan la obra cultural y política del homenajeado. “No puedo hablar de Enrique como si fuera otra persona, yo mismo soy Enrique González Rojo” -dice Armando Bartra.
Entre el público se podría armar otros interesantísimo panel, ahí están Ifigenia Martínez, Jesús Martín del Campo, Raúl Álvarez Garín, Leopoldo Ayala, entre otros. González Rojo ha sido un referente para la generación del 68.
En el recinto la gente apenas cabe. Falla la instalación eléctrica, paradójicamente la tarde está marcada por la electricidad de la poesía, el sonido en consecuencia falla, Bartra da su ponencia a capela. El Homenaje está a punto de volverse un agora. La falla del sonido muestra que este es un acto de izquierda, hace notorio el respeto a las palabras dichas en honor a González Rojo y más fuerte el silencio comprometido para advertir su claridad.
Enrique González Rojo Arthur nació en México, Distrito Federal, el 5 de octubre de 1928. En esta ciudad ha vivido y militado su vida misma. Es nieto de Enrique González Martínez (1871-1952), quien fuera fundador de El Colegio Nacional, e hijo del también poeta Enrique González Rojo (1899-1939). “En 1959 obtuvo el grado de maestro en filosofía con una tesis llamada: Anarquismo y materialismo históricocuyos planteamientos el autor ha modificado y superado.” Señala la semblanza de su página de Internet oficial.
La creación literaria del maestro se compone por diferentes géneros: poesía, cuento, novela, y ensayo. En la mayor parte de sus 30 libros publicados se impone el gozo por la poesía, que une indisolublemente su creación con la dialéctica de su filosofía. Rafael Xalteno López ha precisado “si la poesía gonzalezrojana humaniza su cientificidad rigurosa, su filosofía da el matiz humanista al conjunto de su obra”.[1]
Su poesía -entre otros libros-, se ha expresado en: Para deletrear el infinito(1972),Para deletrear el infinito II (1975-1981), Para deletrear el infinito III(1981-1985).Por los siglos de los siglos (1981), Las huestes de Heráclito (1988),Apolo Musageta(1989), El Junco (2000), La cantata del árbol que camina(2000), Memoralia del sol(2002) y Viejos (2002).
De filosofía y filosofía política ha contribuido con obras como: Para leer a Althusser(1974), Teoría científica de la historia (1977), La Revoluciónproletario-intelectual(1981) y Epistemología y socialismo (1985). Además tiene seis volúmenes publicados con el nombre de Obra filosófico-política (1986-1988).
Asistimos al justo Homenaje de un decano de letras y militancia respetado como pocos. Desde el Partido Comunista Mexicano, el espartaquismo, la Organización de Izquierda Revolucionaria – Línea de Masas, hasta el PRD -del que objeta las decisiones de sus dirigentes- y de las causas populares que no necesitan carnet sino sólida congruencia.
Los participes del Homenaje recuerdan la crítica fundacional del filosofo -en términos de las concepciones materialistas- a la violencia contra las diversidades sexuales y contra los jóvenes, niños, adultos mayores. Su tesis más trascendente ha sido La Revolución Articulada “que integra todas las esclavitudes y anuncia la liberación de cada sector de la sociedad que se encuentre explotado u oprimido y lucha por crear desde ahora una sociedad emancipada.”
Enrique González Rojo significa un proyecto poético-filosófico. Su búsqueda del infinito ha sido permanente, para “vivirlo, realizarlo, ponerlo en movimiento”, como ha dicho alguna vez el personaje.
La noche inunda la ciudad, ha sido una jornada memorable y emotiva, reconocimiento a un auténtico asidero, un hombre que encarna lucidez al servicio de la revolución. No hay deriva si hay tiempo para la felicidad. Homenaje sobre el cual los medios de comunicación del sistema guardarán silencio. González Rojo también es un héroe incomodo para los cortesanos de la oligarquía.
Martí Batres ubica la trascendencia del amor y el humor en la lucha poética de González Rojo, su obra es lucha; que se refleja por el gusto y la alegría de luchar viviendo, y como Homenaje concreto da lectura al poema:
La clase obrera va al paraíso
Una vez me enamoré de una trotskista,
me gustaba estar con ella
porque me hablaba de Marx, de Lenin,
y desde luego de León Davidovich.
Pero más que nada
porque estaba en verdad como quería.
Tenía las piernas más hermosas de todo el
movimiento comunista mexicano.
Sus senos me invitaban
a mantener con ellos actitudes
fraccionales.
Las caderas, que eran pequeñas, redondas,
trazadas por no sé qué geometría lujuriosa
lucían ese movimiento binario
que forma cataclismos en las calles populosas.
Un día, cuando
me platicaba que:
“Lenin tenía la lucidez
Que la época de los dos poderes llegaba a su fin”,
yo le tomé la mano:
ella continuó:
“pero el problema básico
era la concientización de los soviets”.
Yo no despegaba los ojos de sus senos.
Un botón de audacia –meditaba-
Me vuelvo un hombre rico.
Y ella proseguía:
“había que reforzar el papel de la
vanguardia”.
No me pude contener
y la estreché a mi cuerpo
con boca de cada poro mío
buscando otros iguales en su carne.
Y ella: “Lenin había previsto que…”
Y yo ataqué el botón de su camisa
y me puse a jugar con la blancura.
Y mi trotskista, con la voz excitada:
“los mencheviques estaban
en minoría ya en los consejos”.
Y yo, con decisión,
le fui subiendo poco a poco la falda,
como quien deja de hablarle de usted a un ángel.
Se hizo un silencio.
Un silencio para disfrutar
del pequeño burgués abrazo que abre
la toma del poder por el orgasmo.
Este texto forma parte de la columna Por la calle del desengaño que los domingos publico en Facebook. subrana@hotmail.com
[1] González Rojo, Enrique. El viento me pertenece. Antología de poemas (1972-2008) México, SDS-Para leer en libertad, 2011. p. 8.
Cinismo cultural de la alternancia
“Qué democracia tenemos donde los corruptos viven en la impunidad,
y al hambre de los pueblos se le considera subversiva”
Ernesto Sábato (Antes del fin, 1999)
No hay comentarios:
Publicar un comentario