Se invita a la proyección la película ¿Quién dijo miedo? : Honduras de un golpe
¿Quién dijo miedo?: Honduras de un golpe
Se proyectará la película ¿Quién dijo miedo?, sábado 6, a las 11 horas, en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, San Lorenzo 290, colonia del Valle.
Comentarista: Andrés PeñalozaEconomista de la UNAM e integrante del Movimiento de solidaridad México con Honduras
Torturas, palizas, asesinatos. El Frente Nacional de Resistencia de Honduras lo denunciaba, algunos medios lo recogían, pero el gobierno golpista lo negaba. A kilómetros de este país centroamericano era difícil conocer qué sucedía después de que el 28 de junio de 2009 el presidente hondureño Manuel Zelaya fuera secuestrado para instaurar un golpe de estado.
Un año después gran parte de la verdad se puede conocer gracias al documental ‘Quién dijo miedo’. La directora hondureña Katia Lara, cámara en mano salió a las calles de Tegucigalpa el mismo 28 de junio para dejar testimonio de lo que estaba sucediendo. El resultado ha sido un retrato y un homenaje a la lucha y resistencia de un pueblo que todavía sigue amenazado. Pero este documental también es una prueba de todas las atrocidades que denunciaban organismos de derechos humanos y la propia resistencia de Honduras.
La cinta tiene como hilo conductor la historia de René Amador, un sindicalista hondureño que lleva media vida luchando por los derechos sociales en su país. Pero René casualmente también fue actor amateur en un spot publicitario del Gobierno de Zelaya. El anuncio daba a conocer la famosa ‘cuarta urna’ que desembocó en el golpe de estado.
La cuarta urna estaba preparada para que los hondureños votaran a favor o en contra –una votación no vinculante- de hacer una segunda votación para conocer si había interés en reformar la Constitución. “Necesitamos una reforma constitucional, la actual dice cómo deben ser las cosas, pero no cómo se hacen, y los militares sabían que el pueblo quería cambios”, nos cuenta René Amador, el protagonista del film y hoy exiliado en España.
René tiene los ojos brillantes, sus palabras salen a borbotones, la ansiedad por contar lo que ha vivido su país le puede. No hace falta hacerle preguntas, su discurso fluye con ímpetu. “Nosotros sabíamos que iba a haber un golpe de estado, Zelaya no era como el resto de su partido y no soportaron los cambios que había hecho en el último año”.
A pesar de que la directora del documental insiste en que su obra no busca estar a favor o en contra de Zelaya, sino denunciar el atropello democrático, René Amador asegura que la política del presidente – siempre que se refiere a Zelaya le llama así- fue la única causa que propició el golpe. Para justificar su teoría nos ofrece datos: “El presidente obligó a las petroleras norteamericanas a pagar impuestos, algo que antes no hacían; entregó cientos de tierras a los campesinos, subió en un 65% el salario mínimo; su relación con los sindicatos era inmejorable y llegó a echar a varios funcionarios por casos de corrupción que los sindicatos denunciamos; también consiguió una licitación con una compañía telefónica norteamericana por 89 millones de dólares, algo que los anteriores presidentes había negociado por 8 millones”.
La cuarta urna fue interpretada por la oligarquía hondureña como una previsible pérdida de poder: “Fue como poner la mano en un panal de abejas, siempre te pican. Se puede tocar, pero Zelaya lo que hizo fue darle una patada”, cuenta René para explicar la relación del presidente derrocado con su propio partido: “Él también es de familia de terratenientes, pertenecía un partido de derechas, pero tenía una sensibilidad social”.
Este sindicalista ha estado metido en el antes y después del golpe. Tres días antes de que se llevaran a Zelaya, el presidente de Honduras se fue acompañado de miles de ciudadanos a la base militar de Tegucigalpa para rescatar las 15.000 urnas que habían secuestrado los militares para boicotear la votación. “Fuimos todos, estábamos cantando, felices y nos las llevamos una a una en varios camiones”, cuenta René. El ambiente estaba muy caldeado.“Nos llegaron rumores de que los militares estaban preparando algo muy fuerte, lo llamaban la ‘operacaión del cuarta urna’. Pero Zelaya se confió, contento de tener al pueblo de su lado y se fue a dormir a su casa y no al palacio presidencial donde tenía a la guardia que le podía proteger”. El resto ya se conoce. De madrugada entraron a su casa y en pijama le metieron en un avión y lo sacaron de país.
LA ESPONTÁNEA RESISTENCIA
Madrugada del 28 de junio. Una hora antes de que los militares secuestraran a Zelaya, Amador estaba en casa de unos amigos celebrando una fiesta después de haber rescatado las urnas robadas. René estaba a punto de acostarse cuando un amigo le llamó al móvil: “Han entrado en la casa de Mel -así le llaman a Manuel Zelaya- acabo de hablar con su hija, se lo están llevando”.
En un minuto René despertó a sus compañeros y salieron rápidamente hacia la casa del presidente: “Cuando llegamos ya estaba todo cercado, se lo habían llevado, no pudimos ver nada”. Entonces decidieron organizarse: “Decidimos que teníamos que ir a uno de los barrios más populares de la ciudad y despertar a la gente para contar lo que estaba pasando”. Así lo hicieron. Una decena de amigos se fueron en motocicleta a ese barrio y empezaron a vociferar que habían secuestrado al presidente. “En pocas horas la gente había salido a la calle, las radios independientes empezaron a dar la noticia, y los hondureños se reunían para saber qué estaba pasando”.
La respuesta fue inmediata. Las calles de Tegucigalpa se llenaron de gente y en la avenida principal de la ciudad se fueron concentrando: “En la primera hora había centenares de personas, tres horas después había miles, y lo mejor es que eso estaba sucediendo a lo largo de todo el país”.
Katia Lara cogió su cámara y se metió en el meollo. René y ella ya se conocían, y Katia sabiendo que él había protagonizado el spot de la discordia decidió empezar a seguirle y a grabarle: “Yo no sabía que estaba siendo protagonista de un documental, estaba acostumbrado a verla con la cámara y pensaba que era un reportaje periodístico. Más tarde cuando me enteré me emocioné muchísimo”, dice René. La emoción se hace visible en sus ojos que empiezan a brillar más de lo normal. Cada vez que dice la palabra ‘resistencia’ las expresiones de su cara se amplían y sus ojos se abren mucho como si las imágenes de lo vivido le sucedieran a cámara lenta.
* ¿Entonces el pueblo estaba con Zelaya?
* “Claro, la gente salía a la calle independientemente de estar o no metida en política. Muchas personas comenzaron a acercarse al Frente Nacional de Resistencia, querían hacer algo, todos queríamos que volviese el presidente, no aceptábamos a los golpistas y ese era un sentimiento general”.
* ¿Y los que dicen que Zelaya era un populista?
* “Todos lo han sido, eso es algo que siempre ha pasado en América Latina. La diferencia con Zelaya es que sus discursos no se quedaban en palabras, sino que pasaba a la acción y en los últimos años hizo mucho por los campesinos, por la gente más humilde, por los sindicatos. La gente se olvida que Zelaya fue quien en los 80 pidió que se expulsaran a todos los sicarios norteamericanos que gobernaban en Honduras”.
“LA DICTADURA IBA EN SERIO”
La fuerza de la resistencia no evitó los golpes, las palizas y los crímenes. “De repente nos dimos cuenta que la dictadura iba en serio”. René tiene a muchos compañeros que han muerto por sus ideas, repite varias veces el nombre del presidente de su sindicato, Jairo Jández: “Le dieron un balazo en la cara”. Este es sólo un ejemplo. En los primeros días los militares estaban sorprendidos con la respuesta del pueblo, pero poco a poco “se fueron organizando para acabar con nosotros”.
René se dio cuenta de que tenía que dejar el país en el mes de septiembre. Una tarde llegando a su casa un coche y una moto le empezaron a perseguir. Él estaba conduciendo: “Me di cuenta de que si no me bajaba del coche me iban a pegar un tiro”. Aparcó y salió corriendo. Estuvo dos horas escondido bajo otro coche y después se fue caminando a su casa. Cuando llegó, llamó a un amigo que lo acompañara a recoger el coche que había abandonado. “Cuando fuiemos al lugar donde lo dejé ya no estaba, entonces decidí esperar a la mañana siguiente para denunciar en la comisaría el robo”. Pero al otro día su coche estaba frente a un edificio del Gobierno y tenía una bomba dentro: “Quisieron culparme de atentar contra ellos, quién va a poner su propio coche con un explosivo dentro, nadie es tan tonto”.
En ese momento se dio cuenta de que tenía que desaparecer antes de que lo mataran. Escapó a El Salvador y se quedó un tiempo en casa de un amigo. Después decidió irse a España. Pero cuando aterrizó en Barajas quiso entrar como turista: “No quería pedir el asilo porque en mi cabeza estaba la idea de volver a Honduras y acompañar a la resistencia”.
En los tres primeros meses René estuvo dando conferencias en varias universidades españolas, pero cuando llegó el día 89 – el permiso de turista dura 90 días- decidió pedir asilo político: “Todo el mundo me dice que es muy peligroso que vuelva allí, las cosas están muy duras, no paran de matar a gente, así que por ahora me quedaré un poco más”. Eso lo dice con tristeza. René es inquieto y parece que quisiera coger inmediatamente un avión a Tegucigalpa.
EL ‘SICARIATO’ LATINOAMERICANO
Pero la realidad hondureña no tiene síntomas de mejora. Desde que Porfirio Lobo está en el poder los asesinatos a campesinos han aumentado: “Combinan los falsos positivos con las balas en plena calle”, dice hoy el exiliado. Los asesores de Lobo saben cómo hacer el trabajo. Su mano derecha, Billy Joya, aprendió a matar en Argentina y en Chile en la década de los 70 y se encargó de aniquilar a los guerrilleros en la Centroamérica de los ochenta. Ahora a Joya se le ha ocurrido la idea de traer a Honduras a los paramilitares colombianos desmovilizados, para darles trabajo en su país. “El brazo del sicariato de la derecha está en toda América Latina, y esa es la apuesta de Lobo”, dice René.
También le llegan buenas noticias: “El Frente de Resistencia está más fuerte que nunca, los organismos internacionales de derechos humanos les están apoyando porque saben que su resistencia es pacífica y el único objetivo que tienen es una reforma constitucional y la expulsión de un gobierno ilegítimo”, dice René.
El documental de Katia Lara es el mejor retrato de esta lucha que protagonizó René y que siguen protagonizando miles de hondureños anónimos.
Coordinadora Mexicana de Solidaridad con Honduras
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