Barómetro Internacional
Por Gerónimo Pérez Rescaniere
La acción del presidente Manuel Zelaya, su presencia en la presidencia de Honduras y en la trepidante historia de 2009, están pautadas por el mapa de Centroamérica. Y no sólo la de él, también la de los golpistas hondureños, y la de sus jefes: John Negroponte, etc., que han tenido desde hace décadas su base en Honduras, que desde allí montaron y dirigieron el ejército Contra que ensangrentó a Nicaragua en los años 80 y ejecutaron genocidio en Guatemala y el resto de Centroamérica. El objetivo de todo es Nicaragua, el canal de Nicaragua. Quien mire el mapa de Centroamérica notará la balkanización, Centroamérica es menor en tamaño que Venezuela, pero es un rompecabezas de paisitos que, vistos de norte a sur son: Belice, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá. Entre Nicaragua y Costa Rica, con extensión a Honduras, está la tribu miskita, que funciona a la hora de las chiquiticas, como otro país. Eso no es casual. El fondo es un Canal paralelo al canal de Panamá, la factibilidad de construirlo a través de Nicaragua en cuyo centro, obsérvese en el mapa, hay un lago grande. La tierra entre el lago Nicaragua y el océano Atlántico la canaliza naturalmente el río San Juan. Entre el lago y el Pacífico queda una cintura de tierra muy delgada. En síntesis, muy pocos trabajos de ingeniería harían falta para construir el canal de Nicaragua.
El canal de Nicaragua siempre fue una opción al canal de Panamá. Si Bolívar habla del de Panamá en la Carta de Jamaica, en el Mensaje al Congreso de Angostura habla de “América enviando sus riquezas al mundo a través de sus canales”. Además de ser vista por el Libertador, la importancia de los canales interesó a Cristóbal Colón, que en su cuarto viaje intentó cruzar a Nicaragua, también interesó a Carlos Quinto, que ordenó hacer el de Panamá, también a Inglaterra, a Napoleón Tercero, constructor del canal de Suez, a Cipriano Castro, a Angusto César Sandino, a Tacho Somoza y sus hijos, que cobraron por mantenerlo clausurado.
Y nunca se lo ha construido. ¿Por qué? Por varias causas.
Un canal interoceánico es el principal negocio del mundo porque factibiliza los otros negocios del mundo y consecuencialmente la industrialización. La producción industrial de Alemania, la del Brasil, el petróleo venezolano, toda la economía mundial se benefician del canal de Panamá para llevar sus productos de un océano al otro. Pero también están constreñidos, deben mantenerse “en la buena” con el país dueño del canal, en caso contrario podrían encontrar tarifas más altas, sistemas adversos de preferencias, trabas disfrazadas de tecnicismos, si incurrieran en su disgusto. El país dueño se llama Estados Unidos.
Al que tiene un negocio le compete evitar la aparición de competencia. Los Estados Unidos se garantizaron a perpetuidad el canal de Nicaragua a través de un tratado llamado Bryan Chamorro y en uso de ello lo clausuraron. Pero pueden surgir fórmulas que violenten eso. Sandino, por ejemplo, lo intentó. Abrir el canal nicaragüense fue su proyecto central y al respecto puede leerse su texto Plan para el cumplimiento del supremo sueño de Simón Bolívar (Recientemente editado por el Fondo Editorial del IPASME, también incluido en Obras de Sandino, de la Biblioteca Ayacucho). En él, el heroe de Las Segovias manifiesta su decisión de abrir la vía y hace más, vincula la unidad latinoamericana con ella, los trata como lo mismo, que es lo que son.
Impedirlo es un negocio casi equivalente
Más urgente que la unidad latinoamericana, más directamente vinculada al proyecto de Sandino es la unidad centroamericana, la reversión de la balcanización. Y ello es muy difícil. Desde los tiempos coloniales, Centroamérica fue balcanizada. Inglaterra asaltó tanto Panamá como Nicaragua. En la boca del río San Juan inventó un reino miskito matrimoniando princesas británicas con reyes de la tribu local, llamada así. También arrebató Belice al vireinato de México (Nueva España) con la misma función de amago al canal nicaragüense. En tiempos de Bolívar estuvo unida Centroamérica con México, luego se separó y constituyó un solo país o Federación Centroamericana, que se extendía desde el límite sur de México hasta Costa Rica. Un gran héroe presidió aquella Federación, Francisco Morazán. Inglaterra comenzó enseguida un trabajo de fragmentarla. Surgieron caudillos locales que reivindicaban flamantes naciones de bolsillo: El Salvador, Honduras, Guatemala, Nicaragua, Mosquitia, Costa Rica. La Federación Centroamericana estalló en pedazos en 1838. Morazán fue derrocado en 1841, moriría fusilado en 1842.
Los países creados en 1838 son del tamaño del estado Aragua, como máximo del estado Bolívar, pero altamente rentables para las oligarquías que los dominan. ¿Por qué? Porque funcionan como fragilizadores militares de la vía nicaragüense. Ello no excluye que haya en ellos bosques, cría ganadera, etc., pero lo central es que son territorios desde los cuales se la puede atacar militarmente. Para eso sirvió su creación. Un ejemplo permitirá ilustrar la mecánica del negocio: los españoles dividieron la región separada por el río San Juan en dos intendencias, Nicaragua y Costa Rica. Es una división política, falsa, ese es un mismo territorio. ¿Para qué se la hizo? Dedúzcase de los resultados: a través de los siglos, cuando Nicaragua ha dado la concesión del canal a un inversionista importante, Costa Rica se ha opuesto. Y viceversa. Pero hay más. Si se lograra unir a los dos países en un acuerdo, la vía estaría amenazada, pues alrededor están El Salvador, Honduras (enclave militar: base de Soto Cano), Guatemala, Belice y mosquitia. Hasta con una china gomera se podrían colocar obuses en el canal desde cualquiera de ellos, no se diga con las armas ultramodernas que debe haber en Soto Cano. Resultado, nadie se atreve a invertir en la ruta.
Si el canal es el principal negocio del mundo, impedirlo es un negocio casi equivalente.
Volvamos a lo histórico. Ya Goethe premonizó que los Estados Unidos se cogerían la mitad de México y necesitarían el canal y lo construirían. En 1846 asaltan México y paralelamente obtienen la concesión de Panamá mediante el tratado Mallarino-Bildack. En 1848, han triunfado pero Inglaterra está furiosa, amenaza. Entonces las dos potencias concilian en el tratado Clayton-Bulwer, por el cual se dividen cualquier ruta centroamericana que se haga en el futuro. En los próximos 45 años no se intenta ningún canal, los Estados Unidos trasladan sus ciudadanos de la costa Atlántica a la recién conquistada del Pacífico mediante carretas que atraviesan Nicaragua y Panamá.
Hacia 1895, los norteamericanos han concluido le etapa de implantación en los territorios quitados a México y comienzan a extender los brazos en busca de control integral del mar Caribe y del océano Pacífico, necesitan canales. No les faltan rivales en esa dinámica ambiciosa, Inglaterra, Francia y Alemania viven una industrialización que las llevará irremisiblemente a pujar entre ellas y con los Estados Unidos. Es una puja soterrada y brutal, muy conspirativa, que se resolverá en la Primera guerra mundial, con Alemania colocada como enemiga de los otros. Participan en ella Theodore Roosevelt, la reina Victoria de Inglaterra, Guillermo segundo de Alemania, Cipriano Castro, venezolano, Rafael Uribe Uribe, José María Marroquín, colombianos, Eloy Alfaro, ecuatoriano, José Santos Zelaya, nicaragüense, muy factible antecesor del Zelaya de hoy.
Santos Zelaya, presidente de Nicaragua, hace una guerra contra Honduras y El Salvador dirigida a corregir la balkanización. Una vez vencidos los caudillos enemigos, federó a los dos países con Nicaragua con el nombre de República Mayor de Centroamérica y firmó contrato con un sindicato capitalista alemán llamado Ethelburga para la construcción del canal. ¿Por qué con Alemania? Porque Alemania era el país de mayor crecimiento industrial del mundo, la amenaza a Estados Unidos e Inglaterra, unidos en la Doctrina Monroe.
Theodore Roosevelt fue gran enemigo de Zelaya, como Cipriano Castro fue su aliado, militarmente inclusive. Alfaro y los jefes colombianos actúan combinados con Zelaya en la Guerra de los mil días, que Gabriel García Márquez ha colocado como lejano telón de fondo de las anécdotas de Cien años de soledad y todo el ciclo de Macondo. En 1903 Roosevelt le roba Panamá a Colombia y avanza los trabajos del canal que concluyen en 1914. Con eso, Nicaragua queda desenfatizada. Pero aún así, en 1909 dos norteamericanos, que fueron calificados de filibusteros a causa de no pertenecer a ningún ejército reconocido, invadieron Nicaragua. Capturados, fueron sometidos a juicio y condenados a muerte, lo que fue motivo para que los Estados Unidos derrocaran a Zelaya. Se anuló la concesión canalera a Alemania, potencia con la que los Estados Unidos iban ya en vías de enfrentarse en la Primera guerra mundial. Estados Unidos no podía permitir que Alemania poseyera un canal centroamericano porque se industrializaría hasta igualarlos o superarlos, hasta quitarles el liderato mundial. Con el único canal -Panamá- en sus manos, pueden los norteamericanos, por medio del cobro de peaje, mediatizar la competitividad de precios de Alemania o de cualquier otro país. Similar imposibilidad económica de industrialización rige para América Latina. Cualquier industrialización latinoamericana a gran escala sería impedida, en la medida en que dirija sus productos al otro océano, mediante los precios del peaje de Panamá. Le geopolítica es eterna. Con este bajo continuo por fondo podemos leer la década de terrible genocidio de Guatemala, el asesinato del cardenal Romero, los crímenes de la Contra, el centramiento de la guerra antisandinista en la base hondureña de Palmarola, rebautizada Soto Cano por razones de limpieza
Hoy, la presencia del presidente Zelaya
La geopolítica canalera es eterna. El problema se coloca en términos de los actores. Respecto a los viejos, cabe constatar que Alemania parece haberse centrado en Rusia y en un rol estrictamente europeo. Los Estados Unidos, en cambio, siguen asestados sobre Centroamérica, Inglaterra también aunque desde un bajo perfil. En cuanto a los nuevos, China y Rusia son las potencias emergentes junto a Japón, (dirigido a partir de septiembre de 2009 por un gobierno no pronorteamericano). Los tres son altamente industrializados, necesitados de un canal. El otro polo emergente es América Latina, la posesión de un canal en Nicaragua permitiría su industrialización. Pero hay problemas, nótese que el presidente Panamá, país donde se está construyendo un segundo canal, ha ofrecido reconocer al presidente que salga de las elecciones organizadas por Micheletti. Ha sido el único en hacerlo.
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