¡TODOS A FRENAR LA IMPOSICIÓN DE PEÑA NIETO!
A pesar de la votación mayoritaria a favor de la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su propuesta de “cambio verdadero”, el régimen oligárquico neoliberal pretende mantenerse como forma de dominación política en México imponiendo a Enrique Peña Nieto en la Presidencia y negando tanto la voluntad popular expresada en las elecciones pasadas como los derechos políticos de los mexicanos. Por si no bastara este hecho indignante y sin terminar todavía la calificación del proceso electoral, la reforzada alianza entre el PRI y el PAN hace acuerdos para imponer nuevas “reformas estructurales” (laboral, hacendaria, energética y de seguridad social) que sólo anuncian la profundización de la explotación de los trabajadores (eliminar derechos laborales, fijar nuevos impuestos), el despojo y saqueo de nuestros recursos naturales (privatizar PEMEX y la energía eléctrica) así como incrementar la violencia y la inseguridad con la militarización y paramilitarización del país con una nueva política que pretende ceder el control de las fuerzas armadas a un señalado general colombiano, procónsul yanqui que habla español, que ha sido señalado como corrupto, represor y miembro de la CIA.
La larga campaña pre-electoral y electoral de AMLO permitió la organización de un movimiento cívico que tiene una dimensión nacional (MORENA), al que se sumaron muchos ciudadanos y organizaciones sociales; al mismo tiempo, AMLO construyó un bloque político pluriclasista que le permitió ganar sectores de la burguesía y de la pequeña burguesía. Lo más importante es que la campaña electoral de López Obrador tuvo eco en amplios sectores populares que veían en la propuesta de “cambio verdadero” la necesidad de un cambio de régimen que abandonara las políticas neoliberales. Un cuestionamiento del régimen político con una fuerza social aún mayor surgió con “la primavera mexicana” pues la descarada pretensión de imponer a Peña Nieto por medio de Televisa disparó la irrupción de un nuevo movimiento estudiantil, el #Yosoy132, que se manifestó masiva y nacionalmente contra Peña Nieto. El descarado fraude electoral y la millonaria compra de votos por parte del PRI en vez de desmoralizar y desmovilizar, ha reforzado la indignación popular contra el régimen, que se manifiesta con marchas espontáneas y nacionales repudiando a Peña Nieto, al PRI y al régimen.
Es la hora de la lucha política y por el cambio verdadero
Con esta enorme fuerza social, popular, pluriclasista, tenemos la posibilidad de confrontar políticamente al régimen oligárquico neoliberal, ponerlo en crisis y hacer efectivo el “cambio verdadero” imponiendo, con la unidad más amplia y la lucha de masas, un régimen que amplíe la democracia y abandone al neoliberalismo. No se trata de quedarnos en protestas o actos simbólicos de rechazo al fraude. Menos aún, que con el argumento “realista” de que ya impusieron a Peña Nieto hay que prepararse ahora para la lucha contra las reformas estructurales de su gobierno. Ese “realismo” implica dejar pasar este momento de lucha y prácticamente reconocerlo ya como Presidente electo. El argumento izquierdista de que era obvio que se impondría a Peña Nieto (aunque a veces son los mismos que antes de las votaciones apostaban que había un acuerdo interburgués que aseguraba la presidencia a AMLO) tiene la misma conclusión que la posición de los conciliadores, especialmente de miembros del PRD y de funcionarios electos como Graco Ramírez, que piensan que no hay que “desperdiciar” la gran cantidad de votos en la elección presidencial, asumirse como la segunda fuerza electoral y negociar mejores condiciones con un gobierno débil como el de Peña Nieto. La conclusión es la misma: reconocer a Peña como Presidente. Es iluso creer que así puedes negociar con el grupo oligárquico que Peña representa. Negociar implica reconocerlo y eso es lo que él necesita en este momento. La legitimidad que no tiene. En todo caso, si con esta lucha no logramos impedir su instalación en el gobierno, lo hará en condiciones –ahí sí- de mayor debilidad. Pero empezar por reconocerlo le dará una posición de fuerza que de todos modos no hará ninguna concesión en sus proyectos de “reformas estructurales”. Por el contrario ésta es la hora de luchar políticamente contra el régimen y de hacer historia.
Con una correlación de fuerzas tan favorable para la democratización del país y para escapar de las políticas neoliberales, tenemos la oportunidad de detener la imposición de Peña Nieto, poner en crisis al régimen político e imponer un cambio histórico. La postura de AMLO, exigiendo la invalidez de las elecciones, desconociendo la legalidad de los votos comprados por el PRI y denunciado la inequidad electoral, abre un horizonte de lucha política, de disputa por el poder.
La Convención Nacional en Atenco y otras formas políticas que se organizan contra el fraude, así como especialmente el #yosoy132, asumen como demanda central, como eje político principal, el rechazo a la imposición de Peña Nieto, la negativa de que el PRI (abiertamente respaldado por el PAN) vuelva al poder ejecutivo. Todas las baterías deben enfocarse al logro de tal objetivo.
Aceptar la imposición de Peña Nieto o verla como fatalidad es olvidar que la campaña electoral se ha vuelto batalla poselectoral y tiende a volverse lucha política de masas contra el régimen, contra el gobierno, contra un eventual nuevo gobierno de Peña Nieto. No es ya una campaña electoral.
Recordemos que en estos oscuros años del neoliberalismo mexicano, los trabajadores y fuerzas populares han dado ejemplares batallas, locales y sectoriales, pero sin poder frenar las contrarreformas, los golpes, los retrocesos sociales. Basta hacer memoria de lo que ocurrió en el sexenio pasado con la contrarreforma del ISSSTE, el golpe al SME o los retrocesos respecto a los derechos reproductivos de las mujeres. Por eso decimos que, ahora, con una amplia unidad, con la conjunción de todas las fuerzas políticas y movimientos sociales, tenemos la oportunidad de dar una batalla política decisiva contra el régimen neoliberal.
Una visión estratégica
Sin embargo, tenemos poco tiempo para aprovechar tal oportunidad. Para esta lucha política requerimos no tanto de un recetario político sino de una visión estratégica del cambio político que buscamos, que contemple fases y tácticas.
Sin duda, estamos en la etapa de la batalla legal contra el fraude. El cuestionamiento al fraude no sólo deslegitima la eventual imposición de Peña Nieto, también alimenta la indignación popular y la presión contra las instituciones. En esta etapa la consigna central es la de la invalidez o nulidad de las elecciones. No es que tengamos ilusiones en un supuesto compromiso democrático y con la legalidad de parte de las autoridades electorales y los tribunales correspondientes, una legalidad que está determinada por el régimen oligárquico, pero sí confiamos en la lucha política, en la irrupción de las masas en la esfera pública, y en sus efectos. Hoy la lucha por la nulidad de la elección presidencial no es meramente de argumentos legales, sino de lucha política, de relación de fuerzas, de legitimidad de esta lucha. En esta fase será importante ampliar la unidad de las fuerzas sociales democratizadoras, mantener una coordinación y una dirección de la lucha (a través de MORENA y de la Convención Nacional), informar al pueblo y a los trabajadores del fraude y de lo que implican las reformas estructurales que pretenden imponer el PRI y Peña Nieto, mantener la movilización permanente y preparar Paros Cívicos Nacionales o una Huelga política nacional, cuidando que el movimiento no se entrampe en provocaciones que propicien la represión. Es cierto que la unidad, la coordinación práctica de un frente único que abarque todos los movimientos y formas de lucha desde MORENA hasta la Convención y el movimiento estudiantil #yosoy132, es muy difícil por las diferentes características de cada cual. Pero la lucha, en este momento, por la nulidad de la elección presidencial, es el eje político que fundamenta la unidad frente al régimen de la oligarquía. Mientras AMLO y MORENA continúan desnudando y evidenciando las diversas formas de fraude ocurridas y deslegitimando el supuesto triunfo de Peña Nieto, el #yosoy132 se convierte en una suerte de vanguardia transitoria que mantiene y amplía la movilización masiva y las acciones de lucha en la calle prácticamente en un movimiento nacional por la cantidad de ciudades del país que abarca ya, incluyendo las principales ciudades del país como el DF, Guadalajara, Monterrey, Puebla, Tijuana y más de dos decenas más, incluyendo todas las capitales estatales.
La lucha es y será política, de masas y pacífica, evitando la dispersión y las provocaciones, así como actos desesperados que sólo dañen al movimiento. No habrá que apostarle a un acto político contundente sino a la confluencia de fuerzas y a la incesante movilización de masas, así como a la creciente deslegitimación del supuesto triunfo de Peña Nieto. Mientras que desde el 1 de julio hay prácticamente a diario protestas contra el fraude y el intento de imposición de Peña, el PRI no ha podido organizar un solo acto de masas para celebrar su “triunfo”
Otra batalla política tendrá lugar si el Tribunal Electoral convalida el fraude y la imposición de Peña Nieto. En esa fase, deberá consolidarse la Convención Nacional (en la perspectiva quizá ya de constituirse como un verdadero poder popular, con representatividad y autoridad) y la consigna tendrá que demandar la caída del gobierno de Peña Nieto. Las movilizaciones deberán incrementarse, con difusión internacional, planteando la realización de Paros Cívicos o una Huelga política.
Pase lo que pase, la lucha es ahora. Con ella garantizaremos que la imposición de Peña Nieto y la continuidad de las políticas neoliberales cuenten con una resistencia política, unificada, con un horizonte de disputa del poder.
Otra izquierda es necesaria
Obviamente toda esta lucha se da en medio de una importante crisis del sistema político electoral (el fraude y especialmente la compra de votos muestra la inexistencia de un sistema democrático de elección y la inutilidad de éste para elegir libremente un gobierno) así como la crisis y recomposición de todas las formaciones y partidos políticos. Es natural. Es un momento de quiebre. De cambio. Entenderlo así implica rechazar la conclusión simplista que hay que abandonar la política, no hacer política ni hacer partido. Eso quisiera el grupo oligárquico en el poder para mantenerse ahí. Su dominio, por el contrario, se pone en duda cuando las masas irrumpen en la política, como lo ha venido haciendo en la “primavera mexicana” el movimiento estudiantil del #yosoy132. Además de los partidos burgueses, la crisis también abarca a la izquierda institucional. En medio de la lucha también se impone la conclusión de que otra forma de hacer política es necesaria. Como ya lo impulsa la movilización del yosoy132. Pero también la necesidad de otro tipo de partido, de otra izquierda urgente y necesaria. Es la izquierda que desde el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores) hacemos el esfuerzo de construir. Una izquierda que sí tiene principios y definiciones y que no está dominada por el pragmatismo, el oportunismo electoral y la visión de corto plazo. Una izquierda con principios pero que al mismo tiempo es unitaria, no sectaria, que es parte del movimiento amplio para construirlo lealmente y no pretender darle “lecciones” dogmáticamente. Una izquierda comprometida y militante. Una izquierda que no oculta su perfil como democrática y democratizadora, socialista, feminista, ecologista, revolucionaria e internacionalista, comprometida con las luchas de los trabajadores y sectores oprimidos, con un horizonte antiimperialista pero también socialista y revolucionario.
En esta perspectiva y debido a que el PRT no se asume como la única fuerza revolucionaria es que nos esforzamos por la unidad amplia del movimiento pero también por la construcción de una alternativa partidaria de izquierda amplia y de masas. Es por eso que hemos apoyado y respondido afirmativamente al llamado que hizo en su momento la dirección del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) a construir una Organización Política del Pueblo y los Trabajadores (OPT). Es ésta la posibilidad de construir un partido amplio de los trabajadores y sus organizaciones en la fusión entre la izquierda socialista y revolucionaria y la vanguardia del movimiento obrero.
En medio de la crisis, de la lucha por la anulación de la elección presidencial y por el cambio de régimen, se va forjando también la alternativa político partidaria del pueblo trabajador y la izquierda.
¡TODOS CONTRA LA IMPOSICIÓN DE PEÑA NIETO Y CONTRA EL NEOLIBERALISMO!
PARTIDO REVOLUCIONARIO DE LOS TRABAJADORES
Partido Revolucionario de los Trabajadores
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